Elecciones sindicales en la enseñanza

Los docentes volvemos a las urnas. Más de 1.600 maestros y profesores de la ciudad autónoma elegirán los nuevos integrantes de la Junta de Personal Docente No Universitario de Ceuta en unas elecciones sindicales a las que han concurrido cuatro candidaturas, las de UGT-SP, FECCOO, CSIF y ANPE.

La Junta de Personal será una especie de “Congreso de los diputados”, aunque Ceuta y Melilla dependen del Ministerio de Educación y no se le reconoce la potestad de negociar directamente con la administración. Esta es una de las reivindicaciones pendientes.

Colegios e institutos han sido visitados por los candidatos y ha repartido sus programas, la orla de los maestros y profesores que concurren a las elecciones y los eslóganes correspondientes haciendo un llamamiento al voto.

Soy miembro de la Junta de Personal, he estado liberado, me he comprometido con mis compañeros intentando estar apoyando la lucha y todo tipo de reivindicaciones.

Recuerdo una huelga de hambre cuando trabajaba en Málaga, duró 21 días y allí aprendí lo necesario que era un colectivo unido, también supe de la gente extraordinaria que saca el espíritu de la enseñanza a la calle intentando dar la mano tendida a trabajadores de otros colectivos.

Creamos un sindicato de interinos cuando las condiciones laborales eran muy precarias en muchos aspectos: sueldos, despidos en junio, ninguna estabilidad laboral, no reconocimiento de la antigüedad peores horarios, peores sueldos y peores cursos.

Son 34 años metido en faena y mucho camino recorrido.

Desgraciadamente la afiliación sindical en España está a años luz respecto a otros países. En la enseñanza solemos dividirnos en muchos colectivos y la unión, las más de las veces, brilla por su ausencia. No ver más allá de nuestros problemas anuncia el fracaso en cualquier reivindicación para mejorar cualquier aspecto.

Cuando visitaba los centros el año de la liberación algunos colegas nos veían como vividores que no queríamos trabajar, como parásitos a cuerpo de rey y como auténticos enemigos. El tiempo te va curtiendo y aprendes a no entrar al trapo, a dejar de convencer a los que no tienen intención de convencerse y a no tener que dar cuentas a los que sistemáticamente satanizan al sindicalismo.

Todo lo que se consigue, se consigue para todos. Nadie renuncia a las mejoras aunque despotriquen y no los veas jamás de los jamases en encierros, huelgas, manifestaciones, protestas o paros parciales.

Pensemos en lo que pasaría si no tuviéramos ninguna fuerza para defendernos, si estuviéramos sometidos al gobierno de turno, a la patronal de turno o al sistema político de turno.

Poner en valor a nuestros representantes sindicales implica delegar en ellos nuestra confianza para apoyar la causa, para fortalecerlos y permanecer con ellos al pie del cañón.

Lo que no vale es abandonar, dejar el barco porque ya has conseguido individualmente lo que pretendías.

Claro que hay cosas que mejorar en las organizaciones sindicales pero para ello debes sentirte un afiliado activo, solidario y capaz de asumir los ideales básicos de lo que debe ser trabajar en unas condiciones justas, plantar cara a exploradores, mercenarios y patrones sin escrúpulos que ven en ti un negocio mercantil.

La democracia y la libertad le deben mucho a las organizaciones sindicales. Es necesario que vayan de la mano, que vertebren el objetivo de hacer una sociedad al alcance de todos.