Ya conocemos el resultado de las elecciones catalanas. El conflicto sigue. Cataluña continúa dividida en dos bloques: independentistas y constitucionalistas. Es un problema que está ya demasiado arraigado. A base de adoctrinar desde la propaganda y las aulas, retorciendo la historia, tergiversándola, haciendo victimismo sobre agravios inventados que no existen, con ensoñaciones delirantes y colosales mentiras, han creado en la mitad de los catalanes un alma separatista ficticia a base de falsedades, mitos y leyendas que les han inoculado, creando un grave problema a Cataluña, a España y a Europa. Quieren cambiar el auge y el progreso del espacio transnacional de la Unión Europea, por el localismo pobre y aislado del separatismo trasnochado. Parece mentira que, siendo los catalanes cultos e inteligentes, la mitad de ellos se dejen embaucar de esa manera.
Los separatistas llevan perdiendo votos y escaños desde que gobernó Artur Mas. Tenían hasta ahora 72 diputados, y se quedan con 70. Pero de cada derrota electoral en votos hacen luego una victoria parlamentaria, cuya mayoría en modo alguno les legitima para independizarse, como quieren. Su mayoría parlamentaria la forman porque prima la representatividad de las provincias más independentistas, en las que con menos votos alcanzan más escaños. Urge modificar la Ley Electoral para que no exista tal desigualdad proscrita por el artículo 14 de la Constitución. No puede ser que el escaño independentista valga sólo 29.000 votos, mientras los demás necesiten 34.000. Pese a haber obtenido los separatistas sólo el 47,5 % y los constitucionalistas más del 52 ,5 % de votos, aquéllos se siguen arrogando la representación de todo el pueblo catalán. Las espadas del separatismo radical siguen en alto, con el “emperador” Puigdemont exultante, pretendiendo que un presunto delincuente prófugo de la Justicia gobierne Cataluña desde Bruselas, que Rajoy vaya a Bélgica a rendirle pleitesía y que el Rey rectifique y le obedezca. El chantaje y el pulso al Estado continúan, mientras la ruina económica y la fractura social, producen incertidumbre, inestabilidad y seria preocupación.
De los constitucionalistas, crece Ciudadanos por su firme defensa de la unidad de España, sin ambages, sin complejos, sin ambigüedades, sin medias tintas, dando la cara de frente y sin soslayos. El PP paga caro que el artículo 155 tardara en llegar y que las elecciones fueran demasiado pronto. El PSC apenas despega por pedir la condonación de la deuda separatista, el indulto si los golpistas cuando ni siquiera habían sido condenados y la plurinacionalidad. Los antisistema, batacazo por su afinidad con los independentistas y su personificación de la negatividad. Los separatistas divididos y con 19 electos entre fugados y encarcelados, sin cuya investidura no podrán ejercer. Los fugados, al tomar posesión serían detenidos y encarcelados, y los presos tendrían que obtener permiso especial del Juez y, si fueran luego condenados, podrían ser inhabilitados. ¿Serán capaces de formar gobierno, o habrá nuevas elecciones?.
Seguidamente, recojo de los separatistas sólo las mentiras que caben en este artículo. Empezaron a inventárselas en 1714. El rey español Carlos II de Austria murió el 1-11-1700 sin descendencia, dejando sucesor al que después sería Felipe V de Borbón. Inglaterra y Holanda pretendieron coronar al Archiduque de Austria, también preferido por Cataluña. Estalló así la Guerra de Sucesión. Los soberanistas cambiaron una letra para convertir “sucesión” en “secesión”, haciendo de esta última el banderín de enganche de su causa para engañar. Dicen que fue entonces cuando perdieron su independencia, su soberanía, su libertad, siendo perseguidos y reprimidos por España. Pero aquella guerra ni fue de España contra Cataluña, ni de ésta contra aquélla, sino contra Inglaterra y Holanda. Cataluña nunca fue nación, ni reino, ni estado, ni independiente, ni soberana. Jamás pasó de ser un Condado dependiente del Reino de Aragón, tras casarse en 1.150 el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, con Petronila de Aragón. Pero los separatistas retuercen la Historia y aquel matrimonio para hacer creer que existió el reino catalano-aragonés, que sólo fue Reino de Aragón.
Queriendo aparentar lo grande que creen son Cataluña y sus hombres ilustres, la Generalidad creó hace unos años el “Instituto Nova Historia”, con profesores independentistas que enseñan barbaridades históricas tan monstruosas como: Que Colón, Cervantes, Santa Teresa de Jesús, los extremeños Hernán Cortés y Diego Almagro, los hermanos Pinzón, Elcano, el Cid Campeador, Erasmo de Roterdam, Leonardo da Vinci, Magallanes, Miguel Ángel, Lutero, Miguel Servet, etc, fueron todos catalanes. Que el Descubrimiento de América lo realizó una empresa catalana de la que España se apropió. Que Cataluña, Valencia, Baleares, parte de Aragón, de Murcia, Andorra, Rosellón francés, Nápoles, Cerdeña, etc, forman un país diferenciado e independiente que llaman “Paisos Catalans”, o especie de “imperio catalán”. Presumen de que “Cataluña tiene raíces en la tradición griega, valor superior que ha marcado el talante de los catalanes como base democrática y tolerante, contrario al origen de españoles y franceses, de tradición romana autoritaria e inquisitorial. Ignoran que donde primero llegaron los romanos fue a Cataluña. A Ampurias (Gerona), que crearon el siglo VII (a.C.). Después la provincia romana Tarraconensis el año 27 a.C. Las murallas romanas de Barcelona fueron utilizadas como principal baluarte de choque contra los árabes. ¿Puede haber profesores de Historia tan ayunos de ella?. ¿Tan torpes son los separatistas para no darse cuenta del ridículo y el descrédito tan grandes que así transmiten al mundo?.
Dicen que tienen “derecho a decidir” porque lo pide “todo el pueblo catalán”. Y sólo les ha votado el 47,,5 %. Sí existe el “derecho de autodeterminación”, pero no para independizarse una región del Estado al que ya pertenece, sino los pueblos sometidos a dominación u ocupación colonial (Resoluciones de la ONU: 50/6, 1514 y 2625 y Pacto Internacional de Derechos Civiles). Alegan que la Constitución de 1978 es hostil con Cataluña. Y fue apoyada por 2,7 millones de catalanes, el 91,09% de los votantes en el referéndum del 6-12-1978; sólo la rechazaron un 4,26%, frente al 7,89% nacional. Su Estatuto autonómico de 1979, les dio un autogobierno como nunca antes tuvieron. Ampliaron su anterior “milagro económico” favorecidos por el trasvase de industrias y por la mano de obra barata de afanados trabajadores de otras regiones. Tienen corresponsabilidad fiscal y recaudación de impuestos; el Estado les cedió competencias en Sanidad, Educación, Tráfico, Policía, Prisiones, etc. Ningún Estado federal europeo tiene tantas competencias transferidas. Y se les ha dotado de las mayores infraestructuras y bienestar como a ninguna otra región.
Culpan a España de ser un Estado opresor y la causa de todos sus males. Pues, quieran o no, la democracia española es avanzada, goza del máximo grado de libertades y respeto por los derechos individuales y colectivos; España pertenece a todos los organismos dedicados a evaluar la calidad de la democracia. El Estado de derecho y la división de poderes están garantizados por Tribunales independientes. España es signataria de todas las convenciones sobre derechos humanos y libertades políticas y civiles de las Naciones Unidas; es miembro del Consejo de Europa y sus convenios de protección de derechos; miembro de la Unión Europea y de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Presumen de ser más demócratas, y los días 6 y 7 de septiembre pasado votaron su declaración de independencia dictatorial, inconstitucional, con el Parlament medio vacío, aplastaron los derechos de la oposición incluso violando su Estatut y hasta sus leyes ilegales; desobedecen las sentencias, vetan el castellano dificultando su aprendizaje por los castellano-parlantes, y multan por rotular comercios en español. ¿Sabrán que en catalán sólo pueden entenderse con 8 millones de personas, pero en castellano con 1.500 millones?.
Adoran el “España nos roba”, pese a estarles salvando España de la quiebra. Hasta 70.000 millones de euros debe Cataluña al Estado sólo del FLA. La deuda pública catalana las Agencias de calificación la valoran como “bono basura”. No es Cataluña la que más paga a Hacienda, como se quejan, sino Madrid. Todavía ignoran que no son los territorios o regiones los que contribuyen, sino las personas. Su contribución neta deriva del principio de progresividad impositiva (a mayor renta o riqueza, más fiscalidad). Ya quisiéramos extremeños, andaluces y otros pagar tributos como los catalanes, que sería porque ganaríamos más. Cataluña vende al resto de España por 60.000 millones anuales. Si fuera independiente, ¿a quién se los vendería?. Perdería el 23 % del PIB. Su dependencia de España es absoluta, tanto por el comercio interior como por las subvenciones europeas que perdería. Fue España la que hizo a Cataluña industrial y rica como a ninguna otra región.
Desde el siglo XVIII Cataluña fue favorecida por España con políticas proteccionistas, en detrimento de otras regiones más pobres. Con la autonomía, Cataluña no ha dejado de enriquecerse y progresar. Ahora se está viendo. Con sólo haber tratado de separarse, y debido a su derroche creando organismos separatistas ilegales y mala administración, en Cataluña caen el 75 % las inversiones, el comercio, turismo, empleo, venta de viviendas, creación de empresas, etc. Y siguen tan ciegos, que tanto los fugados como los encarcelados insisten en su hoja de ruta independentista. Carme Forcadell, que tanto prometió al Magistrado Llarena que acataba el 155 y la Constitución, gritaba en sus mítines que “la represión no frenará la república…”
Engañan a los catalanes prometiéndoles que una Cataluña independiente seguiría en la Unión Europea. Y desde 2004 les han advertido los Presidentes de la Comisión Europea, Romano Prodi, Durão Barroso y Jean-Claude Juncker, que: “Si un territorio de un Estado miembro deja de ser parte de este Estado porque ese territorio se convierte en un Estado independiente, los Tratados no pueden seguir aplicándose a esa parte del territorio. Y la nueva región independizada se convertiría, por efecto de su independencia, en un país tercero”. El artículo 1.2 del Tratado de la UE, dispone: “La Unión respetará la igualdad de los Estados miembros ante los Tratados, así como su identidad nacional, inherente a las estructuras constitucionales de éstos (...) y las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tiene por objeto garantizar su integridad territorial”. Una Cataluña independiente tendría que solicitar su ingreso en la UE (artículo 49 del Tratado), que debería ser validado por los 28 Estados miembros, incluida España, que vetaría el ingreso.
Han lavado el cerebro a los catalanes diciéndoles que Cataluña fuera de España sería mucho más rica. Pero la verdad es que fuera de la UE, su situación económica cambiaría muchísimo a peor. Perdería el euro, se vería separada de España y resto de Europa por fronteras, tendría que pagar derechos arancelarios a la importación-exportación, no percibiría subvenciones de los Fondos de la Política Agrícola Común y demás fondos europeos. No hay más que ver que, con tal de no salirse de la UE, unas 3.300 empresas han huido ya de Cataluña, aun cuando ellos prometieron a los catalanes que ni una sola se marcharía. Tampoco podría seguir en la OTAN, ni en la ONU. Mintieron a los catalanes asegurándoles que el simulacro de referéndum que orquestaron y las leyes que en un día aprobaron violando la Constitución y las normas parlamentarias más elementales, eran legales porque las aprobaron los catalanes y su Parlament; con la de sentencias que el Tribunal Constitucional les ha tumbado (SSTC 103/2008, 42/2014, 31/2015, 259/2015 y las numerosas de 2017).
Con sus grandes mentiras han conseguido: que el “Procés” descarrile, la unidad de los españolistas con la Constitución, la recuperación de la bandera española, el respeto a la ley, y hasta masivas manifestaciones constitucionalistas que nunca se habían visto allí. Engañaron a los catalanes diciéndoles que tendrían el apoyo de todo el mundo democrático, y nadie les ha recibido ni reconocido, pese a la indignidad de haber hecho el ridículo humillándose llamando a todas las puertas, que con todas les dieron en las narices.
Ni ningún organismo internacional, ni personalidad relevante alguna les ha oído, a pesar de las ingentes cantidades de dinero público dilapidado para conseguirlo. Prometieron una Cataluña independiente rica y feliz, y han conseguido hundir su economía, dividir y separar las familias y perder credibilidad en todo el mundo.
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