El terrorista frustrado de París fue dirigido desde Ceuta, en donde ya estuvo detenido

El tetuaní Ayoub El Khazzani, autor del atentado frustrado en el tren que cubría el trayecto Amsterdam-París, fue dirigido desde Ceuta, tras mantener contacto con radicales asentados en la ciudad.

Así lo consideran los investigadores después de haber estudiado el perfil de un hombre que había estado en prisión por tráfico de drogas y que figuraba en la lista de personas peligrosas para las fuerzas de seguridad españolas. Una información que había sido trasladada a los países de la UE, tal y como avanzó en su edición digital el diario El País.  No es que le considerara radical activo pero sí altamente peligroso y potencialmente vinculado a actuaciones de este tipo. Sí que en 2012 la Comisaría General de Información incluyó su nombre en las bases de datos policiales “por su relación con el extremismo radical”.
El Khazzani no pudo cometer el atentado previsto porque tres viajeros del tren consiguieron reducirlo. Este marroquí, del que ahora se encargan las fuerzas policiales galas, había dejado ya su rastro delictivo en España, habiendo sido detenido en varias ocasiones, precisamente una de ellas en Ceuta a requerimiento de la Audiencia Nacional para responder de un delito contra la salud pública, en septiembre de 2012. El Khazzani se encontraba en Ceuta cuando la Policía Nacional le llevó ante el Palacio de Justicia porque lo reclamaba el Juzgado de lo Penal número 8 de Madrid por un delito contra la salud pública. De hecho todavía tiene pendiente en España una orden judicial de busca y captura, para que comparezca en el Juzgado de lo Penal número 7 de la capital.
Fuentes policiales consultadas por El Faro indican que en Ceuta no se le había practicado un seguimiento específico a su paso, al no haberse establecido residencialmente en la ciudad autónoma.
¿Pero que se sabe de este hombre? Pocos son los datos que iban trascendiendo en el día de ayer a través de los medios nacionales. Residente en la barriada El Saladillo de Algeciras, de El Khazzani se sospecha que el tiempo que estuvo cumpliendo cárcel en la prisión de Botafuegos pudo radicalizarse. Ya ha ocurrido en otros casos similares en los que los investigadores se topan con detenidos que formaban parte del ámbito delincuencial común, traficando con drogas o dedicándose al robo de vehículos, terminando por adentrarse en el mundo radical.
De este tetuaní se sabe que en 2007 fijó su residencia en España, primero en Madrid y después en Algeciras en donde residía con su familia. Antes había estado en Tánger, la vecina Castillejos y Ceuta. Es en este triángulo en donde las fuerzas de seguridad consideran que El Khazzani mantuvo contactos con personas vinculadas al mundo del narcotráfico pero también con el ámbito radical, es decir, con individuos que habrían participado de una u otra manera en el traslado de jóvenes ceutíes y marroquíes a Siria e Irak.
El mundo del narcotráfico, la delincuencia común y el radicalismo beben de un mismo origen, y es en éste en donde sitúan al ahora detenido, autor del tiroteo que pudo haber terminado en tragedia y que finalmente dejó tres heridos después de que Ayoub abriera fuego haciendo uso de un kalashnikov dentro del tren de alta velocidad.
El joven, de 26 años, fue detenido a mediados de 2013 por la Policía Nacional acusado de vender droga a pequeña escala en Algeciras, por lo que permaneció unos meses en prisión, en donde dio muestras de su conflictividad. Antes había permanecido en Madrid hasta que se desplazó, el pasado año, a Francia, llegando a viajar a Siria para regresar después a tierras galas.
Las alertas se han activado y desde todos los ámbitos se intenta confirmar datos en torno a este joven. Datos que vengan a aclarar por qué habiendo viajado a Siria no se le detuvo a su regreso a Francia o por qué estando fichado como individuo peligroso no se efectuó un mayor control sobre sus pasos.

La prisión, eje de radicalización de nuevo

El entorno carcelario vuelve a cobrar protagonismo en otra historia de terrorismo. Todo apunta a que el joven que intentó, fusil en mano, sembrar el terror en Francia había sido aleccionado entre rejas. Aunque ya en el exterior mantuvo contacto con grupos radicales, los investigadores señalan que fue en el ámbito penitenciario en donde se le pudo radicalizar. La historia no es nueva. Ha pasado con más detenidos que están esperando conocer sentencia sobre sus casos. Detenidos que nunca habían sido fichados por las fuerzas de seguridad más que por meros delincuentes y que terminan viéndose implicados en asuntos de mayor calado. El Ministerio de Interior ha puesto en marcha programas de control sobre presos peligrosos y a través de Instituciones Penitenciarias se intenta vigilar a los internos que, se teme, pudieran estar sirviendo de captadores de detenidos. Algunos de los últimos arrestados en operaciones yihadistas son expresidiarios.