La barriada solicita quitamiedos que eviten que los coches puedan salirse del estrecho camino, como ya ha sucedido varias veces.
El terraplén de Finca Guillén se ha convertido en una “trampa mortal” para los vecinos. Innumerables son los vehículos que han estado a punto de caer cuesta abajo. De ellos, cuatro acabaron precipitándose por el barranco, el último, el sábado pasado.
Abselam Ahmed, marido de la dueña del coche precipitado, relató que, mientras se despeñaban por la cuneta, su hija de 12 años, “no sé cómo lo hizo, abrió la puerta y saltó. Dentro solo se quedaron el bebé y mi suegra”. El vehículo, sin nadie al volante, giró a la derecha, chocó contra una valla al fondo y “volcó dos veces, quedándose con las ruedas hacia arriba”.
Sus hijos se encuentran bien, aunque el bebé tiene “algunos golpes en la cabeza”, mientras que su suegra sigue “ingresada” en el Hospital, “está fatal porque se llevó el peor golpe, en la cabeza”. Por fortuna, apuntó Ahmed, ambos “se están recuperando”.
Un ‘punto negro’ sobre el que los vecinos alertaron hace tiempo a la Ciudad Autónoma. En 2012, la barriada solicitó, por escrito, la instalación de ‘guardarraíles’ para evitar que los coches se salgan de una vía tan estrecha. Una actuación que dio comienzo pero que, lamentaron los residentes, “se ha quedado a medias”.
El vecindario pide una solución urgente antes de que ocurra otra desgracia. “Necesitamos ya un quitamiedos aquí”, dijo Ahmed señalando el angosto vial que carece de protección lateral alguna y, junto al cual, desciende el barranco de unos 20 metros. “Ya han caído muchos coches: van tres en menos de diez años”, contabilizó este vecino. De forma provisional, junto a su cuñado, levantó una rudimentaria valla a modo de ‘tope’ para que coches y niños recuerden dónde está el límite de la carretera. No obstante, “necesitamos algo en condiciones desde aquí –parte alta– hasta abajo”.
Cuando comenzó el montaje de los guardarraíles, recordó este afectado, “el capataz nos dijo que iban a ponerlo en toda la zona, pero solo lo hicieron en la curva y la subida; se fueron y dejaron esta parte tal y como la están viendo”.
Una demanda con la que buscan garantizar la seguridad del vecindario, en especial, la de los niños que juegan en la zona. “¿Qué tenemos que esperar a que ocurra otra tragedia?”, se preguntó Ahmed. “Veo esta situación tercermundista, a ver si hay una solución, aunque no sea de este material”, dijo en referencia a los quitamiedos; “que sea de material de obra o de lo que sea, pero necesitamos algo que bloquee los coches, que no nos llevemos otro susto. En esta barriada hay muchas familias y niños. Parece que hasta que no lloremos la muerte de una persona no van a ponerle solución”.
Sobre el terreno, este padre de familia, acompañado de otros residentes en Finca Guillén, también consideró oportuno disponer de un espejo de seguridad que permita saber si alguien sube o baja por la acentuada pendiente sobre la que se sitúa parte de la barriada. Una circunstancia que se convierte en “especialmente peligrosa” a la hora de entrada y salida de los colegios por la afluencia de menores, desvelaron.
Por otra parte, el suelo del punto delimitado por un vallado artesanal se encuentra en “mal estado”, alertó Ahmed, por lo cual estimó necesaria su reposición.
Una pendiente que les ha dado más de un susto
La parte alta de Finca Guillén se encuentra sobre una acentuada pendiente que también les ha dado más de un susto. “Si alguien pierde el control”, explicó Ahmed delante de un tramo desprotegido, “caería y se destrozaría contra este lado cortante –del quitamiedos– que carece de topes: coches, motos, personas o el carro de un bebé”. Por este motivo, solicitan su cierre –dejando solo espacio para un cuerpo– a modo de freno de los coches que puedan despeñarse. En invierno, la situación empeora porque el terreno es más resbaladizo.