La situación que se está viviendo estos días en la frontera del Tarajal es caótica. La orden de solicitar la factura a todo aquel que vaya a salir con mercancía hacia Marruecos para evitar el tránsito de porteadores fuera del horario del Biutz ha terminado por convertir el lugar en una auténtica olla a presión. A los policías nacionales se les encomienda una orden que deben acatar pero que es a todas luces impracticable y termina generando picos de tensión como los que se pudieron ver ayer. Por un lado, tenemos agentes completamente desbordados que se veían en la obligación de estar, cualquier revisadores de supermercados, mirando cada bolsa con su factura correspondiente. Por otro, hombres y mujeres que no entienden por qué se les rechazaba y se les obligaba a someterse a un control sobre el que habría que cuestionar incluso su legalidad. Y entre unos y otros termina estallando la presión y las porras se usan. Y ya saben que pasa cuando se termina con este tipo de salidas: que se sabe como empiezan pero nunca como terminan, y me temo que si en alguna de estas sucede algún accidente, el agente se verá solo, arrinconado y víctima de un más que probable expediente después de que le hayan soltado en territorio comanche. Lo de siempre.
Detrás de órdenes de este tipo subyacen intereses generales, acuerdos de importancia que nadie discute, pero eso no exime que las formas no sean las adecuadas y que las imágenes que se están viendo en el paso del Tarajal, puerta de entrada y salida, foco de tránsito también del turismo tan solicitado, sean las más adecuadas. Eso unido a que se está dejando contra las cuerdas a una UIP que no puede más.
El SUP ha sido el primer sindicato policial en llevarse las manos a la cabeza y empezar a exigir responsabilidades, sobre todo después de que la propia Jefatura Superior adopte una postura que más parece la de un político metido en campaña electoral que la de un técnico policial. Cuesta creer el hermetismo que impera en otros sectores que deberían haberse posicionado ya. Hablo, por ejemplo, de la Cámara de Comercio, de las primeras entidades en acudir al Tarajal a hacerse la defensora de todos sus males y que ahora se esconde cual avestruz sin querer, siquiera, atender las quejas que ofrecen los comerciantes del lugar.
Es mucho lo que hay que ‘pagar’ a Marruecos por su ayuda... pensarán en los despachos... pero no a costa de abrir un frente marcado por el mal hacer, como está pasando.
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