ELas circunstancias, -que no son otras que las quiebras producidas por la acción de la edad- hacen que el ámbito de mis paseos se vayan reduciendo ostensiblemente, lo que conlleva la limitación de los objetivos que suelen dar pie a mis comentarios, que se iniciaron, tal día como hoy 22 de Junio, hace 6 años bajo la cabecera en que se amparan. Las caminatas pseudo-deportivas habituales comienzan a convertirse en paseos, con ritmo lento y pausado, en los que el paisaje rural se convierte en urbano, lo que me hace pensar en buscar un nuevo título para esta sección que alberga mis modestas reflexiones de los martes.
Tengo la impresión que, desde hace algún tiempo, se están abriendo en Ceuta una importante cantidad de comercios dedicados a la venta de calzado, lo que ha picado mi curiosidad, de tal manera que esta mañana, durante el paseo por el Centro, que me ha llevado desde la Plaza de Azcárate, a la de la Constitución, regresando por la calle Cervantes, he decidido contarlos. Diez y ocho es el número de los dedicados a dicha actividad, sin contar los que se ocupan de la venta de calzado deportivo, que son muchos y tienen una importancia notoria en el consumo local, ni las que se dedican a otro tipo de ventas, que las complementan con la de artículos de este género.
Debe haber alguna razón que justifique la proliferación de este tipo de comercio especializado. ¿Rompen más zapatos los ceutíes a pesar del esfuerzo que la ciudad realiza para tener el pavimento de las calles en perfecto estado? ¿Son tan importantes los márgenes comerciales que propicia la venta del calzado, como para atraer a tanto nuevo comerciante a este Ramo? ¿Tendrá alguna repercusión en el negocio, el atractivo del nombre del Presidente de la Nación?... Por mucho que pienso en ello, no termino de encontrar una respuesta razonable, aunque sí relacionable con la intensificación de otras actividades comerciales, en épocas anteriores.
Fue el comercio “paraguayo” el que en una feliz época invadió la ciudad de una forma avasalladora, de tal manera que todos los bajos comerciales e incluso los portones de las viviendas, se convirtieron en bazares en los que reinaban el reloj, los transistores y los paraguas orientales. La competencia y las circunstancias del mercado hicieron que poco o casi nada quede en pié de aquella brillante época. Más tarde vinieron otras, en las que se abrieron innumerables “pubs”, discotecas, restaurantes y bares, que terminaron por adecuarse a las necesidades de la población.
No parece si no que quienes tienen espíritu comercial, traten de encontrar el éxito imitando las iniciativas de otros, de tal manera que lo que en un principio pudo ser una idea comercial ingeniosa llegue a convertirse en un fracaso, a causa de la feroz competencia que puede derivarse de la proliferación de establecimientos nacidos con el mismo propósito.
Es esa actitud, probablemente, la que propicia el incesante número de establecimientos que se cierran en Ceuta, para ser abiertos poco tiempo después, tras darle una mano de pintura y cambiar los anaqueles y expositores de sitio, reconvertidos en agencias de viaje, pequeñas tiendas de comestibles a la vieja usanza, herbolarios, comercios dedicados a la venta de regalos… o zapaterías. Probablemente quienes abundan en esa actitud, se olvidan o ignoran que “el Mercado” se ajusta por sí mismo, de ahí el clásico refrán, aun vigente, que dice.. “zapatero… a tus zapatos”.