Que los que viven de la política, es decir a costa de todos, incluidos demasiados medios, manejan un doble rasero es algo que todos conocemos. Que oculten, mientan o digan verdades a medias tampoco sorprende a nadie.
Deben pensar que eso de la honestidad, la honradez o la honorabilidad es cosa de viejos, que no va con ellos. Ni siquiera lo intentan. Y esto, casi siempre pasa factura.
El definitorio, indigno e interesado silencio que las más de 2.000 asociaciones feministas que reciben fondos públicos de la Junta de Andalucía, mantuvieron cuando salió a la luz pública el uso fraudulento, es decir el robo, que altos cargos de la Junta realizaban gastando dinero público en prostitutas, o cuando sus líderes políticos le daban la espalda a los padres de las víctimas en el Congreso, o cuando pretenden derogar la cadena perpetua revisable para estos delitos; ha resultado ser un estruendo cuando el día de la toma de posesión de Juanma Moreno en el Parlamento Andaluz, se manifestaban a su alrededor.
Un craso error de estrategia política que justifica los argumentos de la revisión de la mal llamada ley de igualdad de género, sitúa a los promotores entre los poco demócratas e incapaces de asumir su victoria pírrica, y delata con altavoces a qué se dedican realmente esas asociaciones y los fondos públicos que reciben.
Por otro lado, la aparición de los nuevos presupuestos del Estado, en el que se sustrae dinero de las comunidades más necesitadas, entre ellas de Ceuta, y se aumentan como nunca antes los impuestos, para regar con dinero a los golpistas catalanes; deja en evidencia que el Gobierno de España actualmente no está por el interés general de los ciudadanos, sino por el interés de Pedro Sánchez de seguir alardeando ante sus cuñados viajando en helicóptero y “Falcon” a sus bodas, o de tener más vacaciones que cualquier español medio y además pasarlas en palacios de la realeza.
Si la honestidad fuese un valor abundante en la política, los diputados en nuestra Asamblea que representan a los partidos que van a aprobar esos presupuestos, deberían dimitir o disolver sus partidos políticos, o romper las relaciones con sus respectivas sedes en Madrid. Es injustificable que se detraigan inversiones en Ceuta cuando se aumenta en la comunidad más rica de España, Cataluña.
Pero no, no se preocupe, no lo harán porque hay ciertos valores humanos que no abundan por esos lares. Los hay incluso quienes están implicados en procesos judiciales por corrupción con referencia a sus escaños y no se bajan del sillón.
Esta es de las pocas veces en las que el silencio es de las más altas acusaciones que se pueden hacer.
Por el bien de Ceuta, por el de todos, sería mejor que se dedicasen a hablar mirando hacia Madrid, antes que a alimentar odios contra un partido que piensa diferente. Antes de que sea tarde y les rompan algo más que los cristales de la sede.
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