Categorías: Opinión

El silencio cómplice

Hace un año exacto que El Faro publicó ‘El huevo de la serpiente’, un artículo donde analicé los factores que llevarían a desarrollar por parte del salafismo y del yihadismo, redes de captación de jóvenes y menores de edad para atentar en Siria, o en cualquier otro lugar cuando así lo decidiesen sus responsables. La detención de ocho individuos acusados de colaboración terrorista con Al Qaeda, en la madrugada del día 21 de junio pasado, ha puesto nuevamente de actualidad lo que denuncié en el artículo de opinión referido. A pesar de la gravedad de lo denunciado entonces y la exhortación que hacía no sólo a las autoridades y al conjunto de los ceutíes, sino muy especialmente a la comunidad musulmana local, para combatir esta amenaza real y no fantaseada, los responsables de dicha comunidad siguen sumidos en el más oprobioso silencio. ¿Es miedo? ¿Es connivencia? ¿Es silenciosa y taimada complicidad? A cualquier ceutí musulmán, persona de bien y ciudadano convencido (muchos, por fortuna) de la necesaria e insustituible convivencia, estas preguntas aflorarán a su conciencia y, estimo, causarán una profunda desazón y preocupación. Si es incompresible e inaceptable la actitud callada de los representantes de las comunidades musulmanes, no lo es menos la de los partidos políticos, sindicatos y asociaciones ceutíes, tan prestos a perorar sobre asuntos tan lejanos como Siria, mientras pasan de puntillas por los numerosos problemas que tenemos en nuestra propia casa.
Es hora de sacar la cabeza de debajo del ala y enfrentar la realidad de los hechos para decir basta a esta amenaza que no por ser ignorada es menos tangible y objetiva. No podemos seguir haciendo de la diversidad y la integración cultural de nuestra ciudad sólo un pabellón ondeando al viento del reclamo turístico, sino un auténtico modo de vida civilizado en el marco de nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho.  Es hora de que reaccionen la comunidad musulmana y sus legítimos representantes porque la configuración creciente de la misma en tres guetos culturales (uno peligrosamente inclinado al salafismo, otro extemporáneamente vinculado a Marruecos y un tercero más integrado) separados e incomunicados en distinto grado, no sólo entre si, sino también del resto de la comunidad civil y ciudadana ceutí, es un lastre para el progreso en paz y libertad de Ceuta. La comunidad musulmana ha de tomar conciencia de su condición ciudadana, vinculada a las instituciones locales y nacionales, sin ningún tipo de prejuicio ni tampoco de recelo, pues la vida civil de las democracias auténticas es el combustible que posibilita el camino hacia unas mayores cotas de cohesión, solidaridad y justicia comunitarias. Para ello ha de implicarse con el resto de los agentes civiles ceutíes a fin de vincularse y sentirse parte de ese proyecto que llamamos España. Sólo soy una voz y no puedo cabalmente decir que represento a todos esos conciudadanos, pero estoy moralmente convencida de que comparten mi inquietud y la denuncia que hago de toda la problemática que ha vuelto a poner por unos días a nuestra pequeña ciudad en el epicentro de las noticias.
No podemos seguir engañándonos, ni por cobardía permitir que elementos terroristas abusen del abrigo de la comunidad musulmana para asesinar en nombre de Dios y pervertir la memoria del profeta (Dios le bendiga y le de paz); para conculcar, erosionar y roer los fundamentos de nuestra fe, convirtiéndolos en covacha donde se ampara el crimen y el terrorismo. La comunidad musulmana, por dignidad, por defensa de la bondad de su milenaria fe tiene que ser la vanguardia ciudadana que estimule al resto de los ceutíes para exigir ante las autoridades que no puede haber tregua de la Ley con esa plaga que amenaza con arruinar la convivencia y el futuro de todos, especialmente de todos nuestros jóvenes. Como hace un año, nos va todo en ello. Mi esperanza se cifra en que dentro de un año seamos todos mucho más conscientes y comprometidos con la causa de la libertad a la que no pueden ser ajenos los musulmanes, pues el liberticidio que propugna el yihadismo en cualquiera de sus versiones repugna al Islam, siendo ajeno y contrario a su espíritu y a su mensaje de libertad, igualdad, convivencia y justicia.

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