Según aseguró el capitán marítimo de Ceuta, Jesús Fernández Lera, el quimiquero Rhone no corre riesgo alguno de hundimiento, a pesar de su escoramiento.
Un escoramiento que su único tripulante, el turco Bayram Alí, cifró en once grados. Capitanía Marítima estima que son unos ocho o nueve.
Alí, de 23 años, asegura por el contrario que sí existe peligro para el barco. Sea cual sea el caso, lo cierto es que él ha tenido que ser adoptado por Singh y Ferdinand, los dos tripulantes hindúes del Uno Moroni, el otro barco que permanece atracado en la cara de poniente del Muelle España. “No podía dormir por la inclinación del barco, y me fui a un hotel, pero ellos me rescataron”, comenta. La inclinación, y el mal estado del interior del barco, donde las habitaciones aún tienen los restos del fuego que sucedió en el trasvase de la carga.
Alí lleva 23 días en Ceuta, y en principio había venido aquí por un mes, relevando al anterior tripulante del Rhone. Con un pequeño portátil, acude a una cafetería cercana donde usa la wifi para comunicarse con su familia y su novia, que viven en Izmir, una ciudad turca a orillas del Mediterráneo y cerca de las costas griegas.
Según cuenta, avisó al armador del barco en cuanto se produjo el problema, con las últimas lluvias. “Se trata de agua, pero no de mar, sino dulce. De cuando ha llovido”, aseguraba ayer. Dice que el armador le prometió que enseguida enviará “6 ó 7 tripulantes procedentes de Turquía” que se pongan a arreglar la embarcación que lleva en Ceuta abandonada desde hace más de un año.
Lo cierto es que, mientras tanto, el barco permanece en Ceuta y se suceden los visitantes que llegan a la ciudad para, simplemente, trabajar en el barco. “Lo único que hago es aburrirme”, explica Alí. Tanto él como Singh y Ferdinand encuentran el mismo problema, la barrera lingüística. “Nadie en Ceuta entiende inglés. Bueno, muy poca gente. Pero debería haber más personas que lo pudieran hablar, ¿no? Al fin y al cabo es una lengua internacional”, opina Ferdinand. “Total, que cuando vamos a tomar algo, lo único que podemos pedir es un café. Decimos ‘coffee, coffee’, y al final nos entienden”, añade.
Café, y películas turcas. Películas turcas, y café. La vida sigue en stand by para estos tres marineros mientras se busca una solución para el escoramiento del barco que, si bien no le hace correr un peligro inminente, lo ha dejado abandonado a la fuerza y sin tripulación a bordo, al menos hasta que se solucione el problema del agua de lluvia.
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