El Relator

La que se ha liado por culpa del dichoso relator. Los de la “derechona”, jóvenes pero rancios donde los haya, han convocado una concentración en Madrid. Con viajes gratis incluidos. Dicen que Pedro Sánchez nos ha traicionado y está vendiendo España a los que quieren romperla. Los viejos fantasmas del Partido Socialista, es decir, Alfonso Guerra y Felipe González, o al revés, también han querido recordarnos que siguen ahí. Han salido a la palestra con la mala baba que les caracteriza, pero para decir obviedades. Efectivamente, con una simple grabadora y la presencia de un funcionario de alto rango, y categoría de secretario, hubiera sido suficientemente. Pero, a veces, las formas son importantes. Por ejemplo, si hubiera habido un relator que nos pudiera contar lo que ellos pactaron y consintieron durante la “transición” española, quizás se escandalizaría medio país.

No nos engañemos. Aquí nadie nos ha traicionado, ni ha vendido España a ningún separatista. Al menos, que se sepa. Y si se hace, no será por nombrar un relator para dar fe de lo que se hable. Las “concesiones” a los separatistas vascos y catalanes vienen de largo. ¿O es que la cantidad de millones procedentes de la emigración, fundamentalmente andaluza y extremeña, que se canalizaron hacia esas zonas durante la dictadura fueron decisiones inocentes?. Probablemente haya sido un error estratégico y una concesión innecesaria a Torra, que ya han corregido al anunciar tras el Consejo de Ministros del viernes que rompían con los nacionalistas catalanes. Precisamente, porque los insaciables catalanes querían que se incluyera en el acuerdo de inicio de conversaciones lo del referéndum de autodeterminación. Y por ahí, el Partido Socialista no va a pasar, salvo que quieran suicidarse políticamente.

En cualquier caso, el tiempo nos dirá. Por lo pronto, esta “concesión” de apenas unos días, ha servido para que salgan a la luz las verdaderas intenciones de la derecha española, en sus tres versiones, y se visualice claramente lo que ocurrirá si no nos movilizamos los que no queremos una involución en toda regla. Igual esto era lo que se pretendía con esta operación. Hasta donde yo me he documentado, prefiero mil veces que se aprueben unos presupuestos que corrigen graves carencias de gobiernos conservadores anteriores, que benefician a los más indefensos, aunque a cambio se hubiera tenido que aceptar el dichoso “relator”. Cuestión distinta sería que se consintiera dar carta de naturaleza al referéndum de independencia que intentan colarnos. Entonces, no solo se echaría a Pedro Sánchez. También se le procesaría.

Pero, es que esto del nacionalismo es ya viejo. Madariaga escribió que “…la tendencia dispersiva es por el contrario una de las más españolas que acusa nuestra psicología. Empieza en Viriato. Pervive hoy día con... quien ustedes quieran. No hay más que alargar la vista y escoger. Es de lo más español que hay en España, tan español que bien pudiera servir de criterio para definir lo que es y lo que no es de aquí. Y así llegamos a esta primera conclusión: que los nacionalismos españoles son un rasgo típicamente español; que nacionalismos como el catalán y el vasco no se explican más que en nuestra España y que el español que más reniega de España más se ahonda y arraiga en su hispanidad.”.

También Ortega opinó al respecto en su España Invertebrada: “Más de una vez me he entretenido imaginando qué habría acontecido si, en lugar de hombres de Castilla, hubieran sido encargados, mil años hace, los catalanes y vascos, de forjar esta enorme cosa que llamamos España. Yo sospecho que, aplicando sus métodos y dando con sus testas en el yunque, lejos de arribar a la España una, habrían dejado la Península convertida en una pululación de mil cantones. Pocas cosas hay tan significativas del estado actual como oír a vascos y catalanes sostener que son ellos pueblos ‘oprimidos’ por el resto de España. La situación privilegiada que gozan es tan evidente que, a primera vista, esa queja hará de parecer grotesca… y ese es un síntoma verídico del estado subjetivo en que se hallan Cataluña y Vasconia y por ello Bilbao y Barcelona se sienten como las fuerzas económicas mayores en la Península y han hecho que el ‘particularismo’ cobre un cariz agresivo, expreso y de amplia musculatura retórica.”.

Es decir, el egoísmo y la insolidaridad de los nacionalismos, en general, y de los nacionalismos vasco y catalán, en particular, es algo antiguo y consustancial a la propia esencia de España. Sus reivindicaciones y deseos de independizarse, para así no tener que compartir su riqueza con las regiones más pobres, van a existir siempre. Incluso después de que se constituyera un hipotético Estado Federal. De la misma forma que los intentos de acercamiento desde el Gobierno central también van a seguir existiendo. Que se lo pregunten si no al expresidente Aznar cuando no gozaba de mayoría absoluta y tuvo que apoyarse en los nacionalistas catalanes de CIU para gobernar.

Lo que si tengo claro es que cada vez somos más los que estamos hartos del problema catalán y de las ocurrencias de un prófugo, que lo que busca es salvar su culo. Porque ¿no se creerá nadie a estas alturas que actúa por lealtad a los catalanes?. Es más, si no fuera por una cuestión de principios, ya hace tiempo que, al menos yo, me habría posicionado a favor de independizarnos de esta pandilla de insolidarios.

Es verdaderamente esperpéntico, en el más amplio sentido de la palabra, montar la que se ha montado por haber utilizado la palabra “relator”. Aunque, lo cierto es que, al igual que los nacionalistas vascos y catalanes nunca estarán conformes con lo que se les conceda, tampoco la derecha española, o las viejas glorias del socialismo, van a transigir con lo que haga el actual gobierno. Los primeros, porque quieren gobernar a toda costa. Los segundos, porque aún no han digerido que un desconocido los derrotara en toda regla y se hiciera con el control del partido socialista, por segunda vez. De momento, Pedro Sánchez y su magnífico equipo de gobierno, les van ganando.