El PSOE anda preocupado por si el señor Wert es un toro bravo, un cabestro, un monaguillo o simplemente Ministro de Educación del Reino de España. Con el enorme trabajo que debería estar haciendo la oposición en España, arrimando el hombro, realizando propuestas y trabajando para mejorar el prestigio de España en los mercados, resulta que el titular socialista del día es clasificar al ministro de educación en una suerte de personajes.
La prima de riesgo disparada, el paro cabalgando a sus anchas, el Estado a punto del impago de sus deudas, los impuestos por las nubes, la deuda autonómica sin freno, los nacionalistas realizando su peculiar agosto, ETA sin desarmarse, la sanidad privatizándose, los alumnos españoles en la mediocridad, un sinfín de entuertos a los que debe enfrentarse un gobierno… y también la oposición, que se encuentra matando moscas.
Cuando no se tienen argumentos se recurre al insulto y la descalificación, y para la izquierda, no cabe la menor duda que ser monaguillo es algo peyorativo, caso contrario a ser hijo de rabiza o macho cabrío, gente que gozan de todos mis respetos, pero no de mis apetencias o afinidades.
Quizá la socarrona, exigua y desvencijada intelectualmente izquierda haya confundido el nivel del Consejo de Gobierno actual con los anteriores socialistas, donde alguno acabó en la cárcel, nada más y nada menos que por el secuestro de un ciudadano.
También es posible que esta izquierda sectaria e intolerante entienda que la enseñanza de la religión incluye valores tan nocivos para el socialismo como “no robarás”, “no matarás” o el más pernicioso de todos “amarás a tus enemigos”. Los socialistas prefieren otro modelo de buen ciudadano progresista que debería obedecer objetivos más tangibles, más carnales, más concupiscentes como “abortarás si así te viene bien”, “la eutanasia es la solución” y el más importante de todos “codiciarás y esquilmarás los bienes ajenos, sobre todo, el tesoro público”.
La frase histórica de Sócrates, “el conocimiento os hará libre”, parece predicar en contra de los intereses de una izquierda anclada en el sectarismo.
No puede existir la formación completa del ser humano si no hay también una formación religiosa. Sin esta formación ¿Cómo podremos optar libremente por una postura u otra? Este es un razonamiento que ya supero gran parte de la humanidad a principios del siglo XX y viene reflejado en la carta que el político socialista francés y ateo, Jean Jaurès, escribió a su hijo sobre cursar la asignatura de religión. E incluso la ciencia, a través de Bion, anunciaba que comprender al ser humano sin religión es como comprenderlo sin intestinos.
Lo más peligroso de todo esto es que los socialistas descubren sus cartas al contemplar la educación como una herramienta de adoctrinamiento para facilitar sus propios intereses, que obviamente para nada pasan por enseñar valores de amor, respeto y perdón.