El fallecimiento de 15 inmigrantes en aguas de la frontera hispano-marroquí de El Tarajal, en Ceuta, nos obliga a todos a reflexionar sobre tan dramático accidente, por si de entre todas las reflexiones que se hagan alguna pudiera servir, si no para resolver definitivamente el arduo y grave problema de la inmigración, al menos sí para paliarlo en cuanto sea posible. Y lo primero que hay que poner de relieve es la tragedia y el drama tan doloroso de vidas humanas arrebatadas a personas jóvenes y pletóricas de vida que, con tal de escapar del hambre, la miseria, la marginación, la injusticia social y las dificultades de supervivencia en sus países de origen, se atreven a poner en peligro sus vidas para buscar un horizonte más amplio en un mundo mejor. Es una pena y un gran dolor que eso tenga que suceder así y que esa imagen la tengamos que ver repetida una y otra vez sin apenas poder hacer nada para que no vuelva a ocurrir. Descansen en paz las víctimas, y vaya mi condolencia a sus familiares.
Hay que tener claro que el problema de la inmigración ilegal, como internacional que es, debería dársele también un tratamiento en el mismo ámbito y abordarse en los países de origen con medidas eficaces que tiendan a poner término a esa tan lamentable situación. Por eso, quizá resultara de interés crear, de una parte, un fondo europeo y otro mundial de solidaridad constituidos por los países desarrollados para ayuda a los países pobres, cuyos fondos deberían tener una administración paritaria de unos y otros para asegurar que las aportaciones al mismo cumplan con los fines para los que el fondo estuviera destinado, como la acción social, la cultura, la promoción del desarrollo, las inversiones y la industrialización; con el compromiso serio y controlado de los países pobres afectados de modernizar sus estructuras políticas y administrativas dentro de un orden democrático, de libertad y de Estado de Derecho, y de poner fin a la compraventa de armas, a las luchas internas entre grupos y etnias, a las guerras tribales y de religión, a las matanzas entre tribus y a las injusticias sociales que tanto se dan en algunos países de África, porque es una verdadera pena que al lado de tantas carencias y miserias florezcan dirigentes políticos y terratenientes de muchos de los países de donde los inmigrantes proceden viviendo en la opulencia y el despilfarro, gastando partidas multimillonarias en acciones bélicas que muchas veces van dirigidas contra el propio pueblo con luchas fratricidas y sangrientas. Por otro lado, cada país rico o deficitario de mano de obra, debería cada año elaborar cupos de inmigrantes legales, según las propias necesidades, canalizando ofertas de trabajo hacia los países pobres, y se provea a los inmigrantes de la debida autorización de residencia y permiso de trabajo. Y, finalmente, que al menos en el ámbito de la Unión Europea, se proceda a la armonización de toda la normativa sobre inmigración, de forma que la misma sea común para los países miembros y se lleve a cabo una acción conjunta y compartida, implicándose todos.
No puede ser que a España, que acoge a inmigrantes y que tanto gasta en ellos, luego se le demonice como si fueran ella o sus agentes los que hubieran producido las 15 víctimas, mientras que, por ejemplo, Suiza acaba de aprobar en referéndum normas radicales contra la inmigración. Italia amenazó con disparar a barcos con inmigrantes que se acercaran a sus costas, y hasta tuvo tipificado como delito el auxilio a los inmigrantes en peligro. En ambos casos, no se ha visto que nadie protestara ni montara la que ahora han armado contra España. Y tampoco puede ser que España esté haciendo de barrera de contención contra la inmigración ilegal hacia la Unión Europea (UE) por exigencias comunitarias, a costa de un gran esfuerzo en medios personales y materiales, y que luego la Comunidad Europea se desentienda totalmente del problema como recientemente ha hecho en una reunión de los “28” ante los casos de Lampedusa y del sur de Europa, donde los países más llamados a colaborar dieron un portazo y se marcharon a la desbandada sin querer entrar a resolver sobre el fondo del problema, desentendiéndose del asunto y dejándolo, sin más, para posteriores reuniones. Y para colmo, que ahora venga la nórdica comisaria de Interior, Cecilia Malmstrong, a pedir explicaciones a España, precisamente por tratar de frenar las sucesivas oleadas y avalanchas de inmigrantes hacia la parte de Europa de donde ella es y menos admiten a inmigrantes. Y, no se olvide, la frontera sur de la UE está en Ceuta y Melilla, donde nuestro país está soportando toda la carga en materia de inmigración, como receptora que es de los mayores flujos migratorios, a los que da acogida, tiene que crear Centros que están colapsados pese a los extraordinarios esfuerzos y medios que ni siquiera para nosotros disponemos.
Ahí están la entrega y el sacrificio de las Fuerzas de Seguridad españolas, con sus miembros jugándose todos los días la vida para salvar a miles de inmigrantes en pateras, gomas hinchables y artilugios rudimentarios en los que temerariamente se embarca no sólo a los hombres, sino también a mujeres embarazadas, menores de edad y niños casi bebés, pese a que las mafias conocen los graves riesgos que corren. Y, luego, en cuanto se ven en peligro, lo primero que hacen es pedir auxilio para que les rescaten y pongan a salvo en tierra los mismos agentes a los que apedrean y que les entregan mantas, ropa nueva, alimentos, cochecitos para bebés, asignación económica e ingreso en centros de acogida. Es llegar a España, y aquí todo les está pagado, pese a los cinco millones de parados que sufrimos, con un 50 % de paro juvenil, más de un millón de familias que ya no tienen ninguna ayuda y que para poder comer han de acudir a Cáritas o Manos Unidas, porque ninguno de los que con tanto ahínco dicen defender a los inmigrantes los recogen en su casa. Y, tras toda esa acción humanitaria, de auxilio y ayuda, basta con que algo salga alguna vez mal o incluso bien (da lo mismo) para que siempre España tenga la culpa; cuando no es un problema originariamente nuestro, sino que nos viene de fuera, con inmigrantes que, aleccionados por las mafias y pese a su situación de ilegalidad, llegan cada vez más violentos, emprendiéndola a pedradas y con objetos contundentes contras los agentes. ¿Se han interesado los partidarios de abrir las fronteras por los agentes que resultaron heridos?. Esos agentes son dignos profesionales con gran sentido de la responsabilidad y del deber. Y no se les debe someter a tanta presión mediática como a la que están recibiendo de quienes todo lo politizan y todo vale con tal de encontrar cualquier pretexto del que puedan sacar rédito político, pese a que la inmigración es un problema de Estado. Pero qué poco se preocupan luego de si los agentes están dotados de medios idóneos, si están suficientemente pagados para la peligrosidad que corren, si se les ha dado un protocolo de actuación para que conozcan bien tanto sus derechos como sus obligaciones. Eso nada les importa a quienes cuando están en la oposición actúan inversamente proporcional a cuando gobiernan; como tampoco les importa a algunos crear una mala imagen de Ceuta y España. Todos los partidos en la oposición arremeten contra lo mismo que luego ellos mismos hacen cuando gobiernan.
Otra reflexión que creo que en materia de inmigración hay que hacerse es la de que todos esos inmigrantes entran primero por Marruecos que les permite la entrada, que también les permite la estancia de miles y miles de ellos (se dice que ahora hay unos 30.000) en la parte marroquí limítrofe con Ceuta y Melilla, esperando el momento propicio para dar el asalto definitivo a las vallas o frontera, sea por tierra o por mar. Es más, las muertes se han producido en aguas de Marruecos, país que no se sabe que haya hecho nada por extraer algunos cadáveres del mar a sabiendas de que estaban en el fondo de sus aguas; que es público y notorio que los transportes de los inmigrantes por mar se hacen a través de mafias con base en Marruecos, lo mismo que sucede con el tráfico de haschís. Pues bien, ¿cuántos activistas de los derechos humanos, partidos, organizaciones, que tanto protestan contra España, han usado una sola palabra de reproche contra esa actitud marroquí?. ¿Por qué siempre se ataca y se culpabiliza sólo a España?. Ya he dicho en ocasiones que en el extranjero no necesitan buscarse enemigos contra España, porque de eso ya nos encargamos los propios españoles. Pero, además, aun siendo sumamente respetuoso con los que opinen de forma diferente, uno no tiene más remedio que seguir preguntándose: ¿De qué serviría abrir las fronteras de par en par como algunos tanto proclaman, como brindis al sol, si por el efecto llamada sabemos que vendrían cada vez más y más y de todos los países, hasta no caber en el nuestro y para al final ser contraproducente y perjudicial para ellos mismos?. Porque no se olvide que estudios técnicos sobre inmigración coinciden en señalar que la verdadera situación explosiva de choque y enfrentamiento en la convivencia se da cuando el porcentaje de inmigrante en un país supera el 20 % de la población. En legislaturas anteriores ya se abanderó la consigna de “papeles para todos”, para después tener que dar marcha atrás cuando vieron que medio mundo se les venía encima.
En resumen, inmigración sí, pero antes solidaridad europea e internacional y, luego, inmigración legal, ordenada, con papeles en regla, sin la intervención de mafias ni organizaciones de tráficos ilícitos de personas, igual que por los años de 1960, y ahora, se les exigía y exige a los españoles para irse a Alemania, Francia, etc. Más, como parece ser que la Fiscalía ha pedido los videos de la operación, lo que ahora se debe hacer es dejar de trabajar a la Justicia para que sea la que determine si existe o no alguna negligencia o culpabilidad; y, si las hubiere, depurar responsabilidades en el supuesto de que alguien se hubiera extralimitado en el ejercicio de sus funciones, sea agente o político de turno que les mande.
Pero dejemos de hacer juicios de valor y de predeterminar conductas según convenga. No se debe inculpar públicamente por simple interés partidista, y menos para poner en duda la dignidad y el prestigio reconocidos de funcionarios que lo único que hacen es obedecer órdenes y cumplir con su deber, teniéndolo que hacer a veces desbordados por la propia violencia de los que al asalto, con palos y piedras, pretenden quitarlos de la puerta de España para ellos entrar por la fuerza. Así no se puede llegar a ningún país. Mientras tanto, dejemos respetuosamente descansar en paz a los pobres inmigrantes, a los que la fatalidad de la tragedia ha segado sus vidas jóvenes; pongámonos en el lugar del sufrimiento de sus familiares queridos, y hagamos todo lo posible para que tal tragedia no se repita.
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