El Príncipe

De nuevo caos en la barriada del Príncipe. Un problema al que parece que nos estamos acostumbrando. Y eso es malo. De lo que sucede en este barrio todos tienen la culpa. Si dibujamos una pirámide podríamos empezar a colocar las piezas una encima de la otra según el grado de responsabilidad que cada uno tiene para poder llegar a resolver este enigma. Lo que está claro, y en esa conclusión sólo cabe un pensamiento, es que hay que solucionar la problemática del barrio. Y esa problemática no se soluciona con lo que, hasta el momento, se está haciendo.
¿Ustedes consideran lógico que adolescentes estén dedicándose a apedrear a las fuerzas de seguridad? Adolescentes y jóvenes que ni estudian, ni trabajan y que son caldo de cultivo idóneo para ser captados para cometer este tipo de acciones de rechazo. Y ese peligro en la cohesión social es lo verdaderamente preocupante porque siempre hay a quien le interesa que se produzca y quien puede obtener un beneficio del caos.
Señalados los que provocan este auténtico caos, llegan más partes de esa pirámide. Los vecinos, por ejemplo. Los hay y muchos de bien. Son esos vecinos que salen con Juan Vivas jugando al parchís en campaña electoral dentro de un cafetín, o los que arreglan la rueda pinchada de un coche oficial a altas horas de la madrugada. Son los mismos vecinos, que si son buenos para una cosa también -digo yo- lo serán para otra. Hay madres, hay trabajadores, hay soldados profesionales, hay guardias civiles... hay de todo un poco... y, digo yo, no todos serán unos delincuentes para que se vean sometidos a unos cacheos indiscriminados que si se lo hacen a usted o a mi en nuestras barriadas respectivas, delante de nuestros niños... creo que algo molestos nos dejaría ¿no? Porque todos hemos leído cartas al director de esos señores que se molestan porque la Guardia Civil les registra el coche en el embarque... y nos rasgamos las vestiduras diciendo eso de 'hombre, con el guardia... que me ha tratado como un delincuente'. ¿Qué le pasa a un padre de familia, a un anciano o a cualquier vecino del Príncipe cuando se le registra una y otra vez como si fuera un delincuente? Pongámonos también en su pellejo y no caigamos en las conclusiones de insensatos y brutos mentales que piensan que todo lo que pasa en ese barrio es malo. A ver si esto va a ser como cuando en mi Casco Viejo de Pamplona todos los de Jarauta, Navarrería o Mayor éramos unos radicales, fuma-porros y cachorrillos de ETA. Pues como que no, así que en el caso de marras cabría hacer un buen ejercicio de reflexión por parte de todos.
Y nos queda la Policía. Y aquí también cabe hacer un examen de conciencia. Pero ese no lo debo hacer yo, ni tan siquiera usted, deben hacerlo los viejos. Y ahí dejo el artículo, porque ellos saben por qué ahora tiran piedras contra la autoridad y antes no, o por qué ahora tiran piedras y nadie sabe quién las ha tirado y antes una patrulla entraba en el barrio y ponía colorados a todos los implicados.
Esa es la espiral del Príncipe y en nuestras manos queda poner un barriada en la carretera nacional o hacer que ese barrio sea otro más, sin necesidad de comisionado sur ni paparruchadas... ¿para qué?