El pozo

Me llegaron dos cartas a través de un amigo. Me contó que las había encontrado en el escritorio de su abuelo. Eran de diferentes remitentes, pero lo principal era el argumento. Tenía un guión que enganchaba y que era muy triste, pero apasionante.

Es muy extensa. Por este motivo tendré que resumirla. Aunque la verdad que poco, ya que yo mismo me he quedado enganchado.

Todo se desveló cuando la madre fue a denunciar a las autoridades que su bella hija no había vuelto a casa. Se celebraba el fin de año y todos querían ir a la caserona de un magnate. Allí iban todas las solteras a lucir tipo e intentar que le saliera un buen partido.

Pero la desesperación de una madre, viendo las horas tan alejadas de la noche y que su niña no hubiera regresado a casa, fue el detonante. En la denuncia alegó que eran las siete y cuarto cuando un carruaje la recogió y que fue conducida hacia el lugar ya mencionado.

Desde esos instantes que la madre despidió a su hija, con las lágrimas oportunas de verla tan guapa, ya no había tenido más contacto con ella.

Fueron muchos meses de espera. Pero ella no volvía al refugio familiar. Todos estaban muy apenados y lo único a lo que ya se resignaron era pensar que volvería en cualquier momento. Pero ese instante no llegaba.

Muchas veces había ido a hablar con los policías para saber del paradero de su desaparecida hija y siempre obtenía la misma respuesta: “No tenemos noticias de ella”.

El tiempo traía solo dudas. Las cuales levantaban sospechas. Pero lo que muchos pensaban era que hubiera habido alguna desgracia.

Llegó por aquellos lugares una persona que se desveló que tenía unos poderes especiales. Él estuvo con sus fuerzas sobrenaturales por los alrededores de donde se suponía había estado la nena y tras unos meses que fueron una eternidad le dijo unas palabras a esa madre desconsolada: “Tu hija duerme. Esta en otro lugar donde nadie la podrá ver, ni encontrar. Ten paciencia y con el tiempo te dará ella unas pistas para poderla encontrar”.

Fueron muchas las dudas, las incógnitas que precedieron a estas palabras.

Pero esta historia fue publicada a los cuatro vientos, gracias a los viajeros y las distintas formas triviales de poder transmitir este episodio tan macabro de este paraje. Pero empezaron unas manifestaciones que dieron la vuelta al mundo.

En un pozo, cercano a la finca mencionada, cuando la luna estaba en su majestuosidad, aparecía una moza muy guapa, vestida con los mismos trapos que su querida madre había denunciado.

Ella cantaba unas coplillas que decían así: “Yo era una muchacha, bonita y atendida por los varones. Me deleitaban con sus canciones y yo los plantaba”.

Fueron muchos los que la habían visto y oído. Pero nadie daba certeza de lo que podría ser, ni significar aquello.

Y así pasaban los años. Los familiares seguían llorando la falta de su nena y nadie daba pistas sobre lo que hubiera sucedido.

La segunda misiva aparecía con los siguientes términos. “Todo lo que usted me ha dicho ha tenido sus frutos. Los interrogatorios a todos los presentes en el baile daban un solo matiz.

Un hombre ya maduro que estuvo con ella toda la noche. Hasta aproximadamente las cuatro de la madrugada, cuando ya no se sabe nada de la pareja.

He intentado localizarlo pero según parece salió al día siguiente de viaje de negocios y aún no ha regresado.

Pero los vecinos vuelven a decirme que hay un pozo donde se ve a una muchacha que tiene la misma descripción de la desaparecida. Hemos indagado por todos los rincones cercanos y no hay indicios de que pueda estar oculta por allí. A esto no le veo buena pinta.

En cuanto a romper y secar el pozo, no es de recibo ya que mucha gente bebe y dependen de el. Ya intuyo lo que me querías decir pero no puedo hacerlo. Sería un gran perjuicio para los vecinos.

Pero otra nota apareció. Esta vez se notaba que era letra de mi abuelo. Era seguro una epístola, pero que no había sido mandada, pero si guardada. Llevo muchas noches con el mismo sueño. Si no lo escribía podía reventar.

Escuchaba a través de mi ventana una canción: “¡Ay de mi!. Donde debería de estar. Y sin embargo estoy aquí”.

Pudo más la curiosidad que las ganas y abrí la fenetre, como dicen los franceses, y me encontré detrás de las rejas a una bella señorita. Era morena, con los ojos claros, tenía el pelo corto pero muy rizado. Llevaba en la cabeza como un pañuelo lleno de monedas. Su vestido era largo, de color principal verde. Y me empezó a hablar: “Soy esa desconocida. La que tanto querías saber de ella. No puedo encontrar mi casa”.

La verdad que desperté de inmediato.

Mis sudores eran tremendos. Me dirigí al cuarto de baño, me lave la cara y me encendí un cigarrillo. Me puse a recapacitar. ¿Que podía significar ese sueño?. Pero eso no quedo ahí.

En el siguiente me llevó a dar un paseo. Me condujo por un prado verde. No tenía miedo, ya que verla tan bella y maravillosa daba incluso envidia, no miedo, ni angustia.

Al final del camino había un pozo. Era luna llena y se veía la mar de bien. Yo me quedé encandilado por la suerte de estar al lado de esta bella muchachita. Pero vino la siguiente escena que me dejó de piedra. Me volvió a cantar: “Pobre de mi por ser tan bella. Me trajeron al matadero. Y aquí me quedé por toda la vida”.

Nuevamente me desperté y esta vez sabía que mis especulaciones podrían ser no solo eso. Sino una posible salida al laberinto de la no llegada a su casa de esa muchacha.

Pero ¿quién podría creer en todos estos sueños?.