El Pozo sin Fondo: San Amaro

Importante:  La Fundación del Español Urgente recomienda que no se utilice el verbo finalizar cuando se hable de tiempo, ya que para este caso existen otros más apropiados como vencer, expirar o cumplirse. Se ha observado que uno de los problemas más comunes en la redacción de noticias en español es la utilización repetida de un solo verbo (conocido como «verbo comodín») para determinado significado, con la consiguiente desaparición de otros más apropiados para cada contexto.

Según la tradición y la leyenda (que lo uno no es lo otro) San Amaro pudo ser un abad y navegante que según parece llegó a las puertas del Paraiso.., o bien un penitente francés, un tal Amaro, que en el siglo XIII peregrinó a Santiago de Compostela y que a su vuelta se estableció en Burgos. Otra vez la dicotomía elemental.¿Abad y navegante? O ¿penitente y peregrino? Me inclino más por la primera opción dado que la segunda acaba en la capital castellana y, más concretamente, en el Hospital Real. Pero no se quien era o que hizo aquí, al contrario de San Daniel y Compañeros Mártires, o de San Antonio de Pádua y los benedictinos. El caso de San Amaro -como santo- es demasiado ambiguo; incluso  con destellos esotéricos…El caso de San Amaro -como Parque– es otra cosa mucho más liviana, menos académica y, quizás por ello,  demasiado manoseada por los políticos de una y otra condición. De unos y otros momentos…
Tenemos Parque nuevamente. Después de tanta obra, tanto euro invertido y tanta premura, dada la proximidad de las elecciones, (como si te hiciera falta Juan), me encuentro con un Parque de San Amaro que lejos de mantener su esencia como tal, se aleja de la visión que recordaba de otras épocas para dar paso a una “nueva plaza” situada en la barriada que lleva el mismo nombre.  Tal y como he leido en un blog: “Es muy difícil poner feo un parque que se extiende desde el mar hasta la Ermita de San Antonio”. Y razones no le faltan al bloguero/a. Tan difícil como que el propio entorno es el parque, al menos para los que hemos tenido la suerte de disfrutarlo cuando San Amaro era nombre de juegos, de festivales, de música, de alegría y de amores. Entonces  si que era un Parque. Un parque de niños sin play station; de padres sin Imagenio y de abuelos sin viajes a Torremolinos. Un parque. Un viejo parque de una vieja ciudad (o pueblo, que casi me gusta más), sin más alturas que las del Hacho y sin otros miramientos que los de la Novia de Hercules.  Un parque. Un viejo parque de sensaciones y misterios como “el cañaveral de las voces”, “la bruja de cuatro caminos” y “la cueva del lobo”, entre otros; o de sentimientos y ternuras como “el Pino amante”,  “el camino de los tontitos” y “el arroyo del presidiario”…Detalles que se hacían historias en, según la boca que los contara. Historias que se hacían leyendas en manos de quien supiera escribirlas… Leyendas de Caribdis, un viejo monte que se hizo parque y donde hoy conviven papeleras de diseño con “el pozo del muerto”; extraños surtidores con la Fuente de la Reina; o  la estatuta de “la mochila”  con “la huerta del hebreo”. ¡¡Que pena!! Recuperar un lugar como éste para dejarlo sin las páginas de su propia historia.
Que es bonito, estoy seguro. Que cumplirá  a la perfección con sus funciones recreativas, también, pero que ha perdido su encanto en cada obra, con cada restauración, con cada una de las remodelaciones, eso no hay quien lo dude. Si el Santo en cuestión viviera, tendría más operaciones de cirugía estética que Belen Esteban. Para algunos que ya lo han visitado no les parece que lo hayan tenido muy difícil, porque “el 90% lo ha puesto la naturaleza y el resto algún fondo Feder”. Quizás con esta cuarta o quinta “puesta de largo” del Parque, se consiga cumplir la promesa de todo buen político: “devolver la vida a uno de los lugares más emblemáticos de nuestra ciudad”. Particularmente, creo que volverán las palas, las grúas, las hormigoneras y los diseños vanguardistas, tarde o temprano. Volverán a abrir zanjas, lineas o conducciones y a rediseñar bancos blancos por negros, peceras por jaulas y esculturas por monumentos…
Al final, de San Amaro no sabemos nada de nada. No hay una estatua que lo recuerde o una historia que lo perpetúe para con nosotros. Por eso prefiero quedarme con la versión mística “buscando el Paraiso llegó  a un puerto donde dejó a sus acompañantes y subió hasta las puertas de un enorme castillo, que coronaba un monte donde solo le dejaron mirar dentro, entonces vió el árbol del que comió Adán, así como verdes praderas donde imperaba una primavera eterna y de las que emanaba un olor delicioso donde se posaban pájaros cuyo cantar era tan sugestivo que competían con muchachos que deambulaban con instrumentos y bellas doncellas ataviadas con guirnaldas. San Amaro ruega que le dejen entrar y el centinela le dice nuevamente que no y le avisa que mientras miraba habían transcurrido 300 años. Cuando el Santo vuelve al puerto, se encuentra con una ciudad que llevaba su nombre”.
El monte, el castillo, la pradera, los árboles, los pájaros.., muchachos cantando, muchachas bailando y un lugar con su nombre…¿les suena?