Recuerdo que de pequeño era un niño muy muy curioso y andaba todo el día haciéndole a mi madre preguntas. ¿Qué es esto?, ¿Qué es aquello? ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué sucede aquello? y otras cientos de cuestiones que al final acababan con la paciencia de cualquier adulto. Pero yo aprendía!!! Qué era de lo que se trataba!!!
Poco más tarde llegó el momento de ir a la escuela, y año tras año perdí aquella maravillosa herramienta de aprendizaje que era “hacer preguntas”. Ya no era mi madre quien me daba atentamente la respuesta, ahora era un profesor quien lo hacía y no solamente eso… sino que lo hacía delante de otros muchos niños que había en la clase.
Supongo que en mi balanza interior de niño pequeño sopesé la recompensa del conocimiento, obtenido tras la pregunta, y la vergüenza o sentido del ridículo a realizar alguna “pregunta tonta” delante de mis compañeros de clase. Ganó el sentido del ridículo y la vergüenza… y dejé de hacer preguntas!!!
Ahora miro hacia atrás y sé perfectamente que el día en el que dejé de hacer preguntas… fue el día en el que dejé de aprender.
¿Os habéis parado a pensar alguna vez en el increíble poder de las preguntas?
O mejor aún, ¿os habéis dado cuenta que aunque sea de manera inconsciente nos estamos planteando y contestando preguntas a nosotros mismos día a día?
Párate un momento y piensa si te suena de algo preguntas tales como… ¿Cuándo resolveré este problema? ¿Qué camino tomaré? ¿Qué solución es la correcta? ¿A qué asunto daré prioridad? ¿Qué haré primero?.
Como ves las preguntas son la base de nuestra comunicación interna, de nuestro dialogo interno, de nuestra comunicación intrapersonal.
Pero en ese ir y venir de nuestro día a día… ¿Qué tipo de preguntas nos realizamos a nosotros mismos? ¿Cuál es la calidad de las preguntas que nos hacemos?
Antes de poner la atención en el tipo de preguntas que nos hacemos, veamos cómo funciona una pregunta.
Una pregunta cambia y dirige el enfoque de la situación. Es la linterna que utilizamos para arrojar luz sobre el asunto. No es lo mismo preguntarnos “¿Por qué me sucede esto a mí?” que el cuestionarnos “¿Qué podría yo aprender de todo esto que me está sucediendo?”. Como podéis ver el enfoque de la segunda pregunta está buscando soluciones, y no un estado de víctima como el de la primera.
La pregunta bien formulada puede abrirnos un nuevo campo de posibilidades inexploradas. Frente a alguno de esos problemillas que se dan de vez en cuando en la vida, te has preguntado alguna vez… ¿Qué podrías hacer que no estés haciendo? Pregunta abierta que deja al descubierto todas aquellas tareas en las que encontrarás solución a eso que buscas… y tan solo haciéndote una simple pregunta!!! Eso sí, tienes que ser honesto, responderte y ponerte en acción!!!
En nuestro dialogo interno una pregunta no obtiene como respuesta otra pregunta sino una respuesta. Esto puede parecer de Perogrullo, pero si nos “interrogamos a nosotros mismos” estamos dando ya el primer paso hacia la solución.
Volvamos ahora con la calidad de las preguntas que nos hacemos a diario. ¿Cómo son estas? ¿Qué tipo de respuestas buscan? ¿Son abiertas o cerradas? ¿Buscan tan sólo un “sí” o un “no”?.
Por si no lo sabías la calidad de las preguntas que te hagas a ti mismo será directamente proporcional a la calidad de vida y éxito que obtengas. Curioso, verdad?
Imagínate que nada más poner un pie en el suelo al despertarte te empiezas a preguntar: ¿Qué te hace realmente feliz en tu vida? ¿Qué te hace sentir orgulloso? ¿De qué te sientes agradecido? ¿De qué disfrutas más en tu día? ¿A quién quieres? ¿Haces realidad tus sueños? ¿Luchas por ello? ¿Qué es lo que realmente quieres? ¿Vives conforme a tus valores? ¿Vives tu ideal de vida?...
Pues imagínate más aún y contéstate a ti mismo!!! Eso sí, te advierto que en algunas hay que ser valiente ya que este tipo de preguntas .que por desgracia no nos hacemos muy a menudo, dejan al descubierto algunas de nuestras debilidades y sombras.
Venga, ahora nos vamos a la cama después de un día de trabajo, estudios, trabajo en casa, etc, etc… y nos preguntamos: ¿He dado lo máximo de mí hoy? ¿Qué he aprendido? ¿Qué he aportado a mi entorno? ¿Me he acercado a mis sueños, metas u objetivos? ¿He sido feliz? ¿Me he dado permiso a mi mismo para disfrutar y ser quien realmente soy? ¿Qué he dejado de hacer y por qué?...
Quizás me equivoco, pero si nos hiciésemos este tipo de preguntas al despertarnos y al acostarnos… es probable que no nos levantásemos de la cama ni nos quisiésemos acostar por no ponernos cara a cara con la respuesta que damos a alguna de esas preguntas.
Sin embargo la información obtenida sería de inmensa utilidad!!!
¿Veis ahora como una simple pregunta nos presenta nuestras limitaciones, nuestra verdadera realidad y nuestra manera de actuar?
Cada uno es dueño de su vida y la vive como quiere, puede… o le dejan!!! Pero si alguien no es capaz de hacerse este tipo de preguntas, ya sea por miedo a no dar la respuesta que en realidad quieres escuchar o porque deja al descubierto alguna carencia, limitación o falta de acción… tiene un maravilloso trabajo por delante!!!
Tiene el motivo perfecto para luchar por aquello que quiere y todavía no tiene, tiene el motivo perfecto para encontrar la manera de que la respuesta a esas preguntas sea tal como él/ella desea, tiene además de el motivo perfecto para hacerlo el coraje y la valentía de tomar las riendas de su propia existencia… y eso ya es mucho!!!
Como ves, el hacernos preguntas, el cuestionarnos nuestras acciones, modo de pensar, modo de actuar…, es una manera fantástica de ponernos en marcha, de cambiar de paradigma, de enfocarnos en las soluciones.
Ante un inicio, ante el comienzo de algo, ante ese primer paso, ante ese miedo a llevar a cabo un proyecto…, piensa por un momento que en vez de preguntarnos “¿Por qué?”, nos preguntamos “¿Y por qué no?”.
Hazlo!!! Y focalízate más allá de cualquier impedimento, de cualquier regla obsoleta, de cualquier “que dirán”, de cualquier critica ajena, de cualquier miedo, de cualquier creencia limitante!!!
Hazte preguntas a cada paso, preguntas de calidad. ¿Qué valor podrías aportar? ¿Cómo podrías llegar a quienes te rodean? ¿Qué harías si supieses que no puedes equivocarte? ¿Quién soy en realidad? ¿Qué quiero? ¿Es esto lo que quiero de verdad…? ¿Soy valiente en mis decisiones? ¿Qué es importante para mí? ¿Cómo sería mi vida ideal? ¿Cuáles son mis talentos y en qué son útiles a los demás? ¿Dónde y cómo quiero estar dentro de unos años?
¿Sabéis una cosa? Me vuelvo a sentir como aquel niño pequeño que no paraba de hacer preguntas…, y me encanta!!! Vuelvo a aprender, vuelvo a tener respuestas, vuelvo a recuperar aquella herramienta fantástica de conocimiento.
Por eso os animo a que os hagáis preguntas, preguntas y más preguntas. A que creéis ese dialogo de calidad con vosotros mismos, a dejar fluir la respuesta correcta, a luchar por conseguir la respuesta correcta, a ser honestos con lo que os respondáis y a trabajar si no escucháis lo que queréis.
Hazte preguntas que te cuestionen, que pongan en duda tus más férreas creencias, todo aquello que crees que es verdad…, quizás descubras que ya no lo es y que tal vez nunca lo fue. No hay nada más peligroso que una mentira disfrazada de verdad. Desnúdala!!!
Al fin y al cabo… ¿Quién os lo impide?
pedro.alarcon@live.com
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