La suerte está echada, el petróleo de Venezuela ya lo han comprado los americanos y los amigos de Trump; ya sólo resta poner la fecha al acto de la firma. ¿A cuántas dictaduras(1) han apoyado los estadounidenses, y en cuántos países han intervenidos propiciando una guerra para quedarse con su recursos naturales? Todos los sabemos, sólo hay que ir a la memoria de lo acontecido en el siglo XX y lo que llevamos del presente, para darnos cuenta de la arbitraria política de intimidación que ha llevado a efecto para robarles sus recursos a muchos de las naciones empobrecidas de América Latina, África y Asia...Ya sabemos de sobra las diferentes intervenciones de EEUU en Cuba -en bahía de Cochinos 1962- y el cerco a su economía con un bloqueo atroz y miserable a la isla; en Panamá, con la invasión para el control del canal en 1989; en Vietnam bombardeando con fósforo de Napalm y el defoliante Agente Naranja(2) las ciudades norvietnamitas; en Chile 1973, derrocando al presiente Allende e instaurando la dictadura de Pinochet; en Afganistán, por una acción punitiva contra el derribo de las Torres Gemelas en 2001; en Irak invadiéndolo en dos ocasiones 1999 y 2003, con la excusa de encontrar armas de destrucción masiva que nunca encontraron; y en innumerables países para deponer y cambiar Gobiernos a su antojo en espurios y bastardos intereses económicos.
No ha existido país al que los EEUU no le haya puesto, de alguna manera, su hegemonía imperial y sus intereses económicos de manera concertada y pactada con los países occidentales en el mejor de los casos; y de manera arbitraria y colonial ejerciendo la brutalidad de su poderío militar para el resto de las naciones que se ubican en el tercer mundo.
Y, ahora han decido que el petróleo de Venezuela les pertenece y se han puesto a la faena de derrocar al Gobierno de Maduro y hacer subir al poder como presidente interino, al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, que de seguro les facilitara el dominio de todo sector petrolero de la república Bolivariana a cambio, claro está, de su presidencia.
Nada hay nuevo bajo el sol que no sepamos ya de antemano, pues llueve sobre mojado, y las políticas de las cañoneras, ha sido lo que tradicionalmente EEUU ha efectuado en caso de ver peligrar su dominio sobre la región caribeña, que en definitiva es lo que se viene en llamar el «patio trasero» del Tío Sam en América Latina; donde toda la política económica para los países del entorno se diseña en la Casa Blanca con la finalidad de cubrir sus propios intereses económicos.
De tal modo, el Gobierno de Maduro tiene los días contados, máxime cuando el 45 presidente de EEUU, ya ha decidido que todos los barriles de petróleo que explota de sus pozos Venezuela, debe de corresponder a empresas americanas. El impostado presidente Trump ha tocado a arrebato allende sus fronteras haciendo un llamamiento -cual emperador romano- a que las naciones de su vasto imperio mediático, aviven las entendederas y clonen su respuesta para deponer a Maduro, y repongan al presidente de turno -da igual nombre y afiliación en el caso que nos ocupa, pues viene al pelo, Juan Guaidó- en el sillón presidencial para mejor dominar el rico negocio del crudo venezolano.
Y así vamos: palo y zanahoria, a veces más rápido y otras más lento, pero siempre con la vara para atizar al lomo si acaso el personal no se aviene a razones; pues las revoluciones Bolivarianas quedan bien en letras de imprenta y a poder ser con una impresión en cuero de color encarnado con letras grabadas en oro, que es como deben mostrarse las patrióticas y adornadas reseñas constitucionales que, para evitar pérdidas innecesarias, deben de guardarse en vitrinas acristaladas con el fin de ser columbradas por el pueblo. Pero que en ningún modo deben de aplicarse, porque para esos menesteres ya se ocupa el club económico de Wall Street, que sin demora y de manera altruista se hace cargo de los intereses de la república de Venezuela como si fueran propios.
Sin embargo, no siempre podemos callar, y la repugnancia de tanto medio mediático dispuesto a dejar su influencia en los ciudadanos, nos hace apuntar otra realidad bien diferente a lo que dicta el poderoso lobby norteamericano. Mas si están tan interesados en la proclamación de una democracia perfecta como la suya y libre de polvo y paja, ya deberían haber denunciado a Arabia Saudí, porque en su consulado de Estambul en Turquía, tuvo lugar el terrible y macabro crimen sobre el periodista y opositor político Jamal Khashoggi, que entró por sus pies en el edificio de la embajada, y salió por la puerta de atrás descuartizado. Y a este crimen horrendo, ni la torticera política de la Casa Blanca -USA en estado puro-, ni los falsos e hipócritas adalides democráticos de la derecha española -también a algunos del socialismo-, tienen a bien denunciar porque, además de estar en juego contratos suculento en ventas de armas, también, vienen bien a partidos advenedizos que acaban de llegar a la joven democracia española, cuando bien sabemos que hunden sus raíces en el trasnochado franquismo, pues todavía después de 40 años de la muerte del dictador, aún prefieren que continúe como una momia faraónica en el mausoleo del Valle de los Caídos...
Nada, por tanto que objetar, faltaría más, a la llamada de corneta, los países se alinean a la grupa del pretencioso y deslenguado Donald a secas, el cuadragésimo quinto presidente que duerme el sueño americano en la Casa Blanca. A tanto ha alcanzado el sonido de su corneta, que la Unión Europea -ejemplo de desunión, con el «Brexit» en marcha- en cambio ha respondido sin complejos como una sola nación, y emplaza a que Maduro y su Gobierno Bolivariano al completo, cojan la puerta de salida, y no paren hasta perderse por los campos petrolíferos del lago de Maracaibo...
Misión cumplida, todo queda en paz, sírvanse un mojito de ron, que ya viene con las maracas el negro zumbón con aires y cantos de libertad:
-¡Oíste mi negra, el Tío Sam, es dueño otra vez del petróleo!
-¡Po, claro, mi negro, se acabó la revolución, y mira mis caderas, ay, con pasión! ¡Azuca, azuca, ay, mi negro, mira, mira, mi negro, mis caderas, viva la revolución! ¡Mi negro zumbón, toca mis caderas, ay, tócalas que tuyas son! ¡Ay, qué no acabe nunca la revolución...!
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