El viento y la lluvia se empeñaron en convertirse, ayer, en los protagonistas de la jornada navideña. Y lo consiguieron. Aunque esperado –la Agencia Estatal de Meteorología había decretado la alerta naranja desde la medianoche hasta las 15:00–, el temporal que recorrió la ciudad desde primera hora de la mañana dejó a su paso un reguero de destrozos en el mobiliario urbano, caídas de árboles a las carreteras y sobre vehículos, viviendas afectadas y un sinfín de actuaciones de los efectivos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento, de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y del personal de Protección Civil, Acemsa y Trace, que se vieron envueltos en una de las jornadas más intensas de los últimos meses. Pese a la aparatosidad de sus efectos, el temporal tan sólo dejó daños materiales, sin que a última hora de ayer hubiera que lamentar personales. El puerto también quedó cerrado al tráfico marítimo por primera vez desde marzo de 2010 y ya no recuperaría su actividad hasta las 21:00 horas (ver páginas 4 y 5), cuando el Passió per Formentera pudo realizar el primero trayecto hacia Algeciras para regresar posteriormente a Ceuta.
Meteorología lo había advertido a principios de semana: la borrasca originada en el Atlántico norte, que ha barrido la Península y el norte de África de oeste a este, se dejaría sentir en Ceuta. Cumpliendo la predicción, el viento, el gran enemigo ayer en la ciudad, comenzó a soplar con fuerza de madrugada y aumentó en torno a las 8:00, cuando las rachas de aire tocaron máximos de 66 kilómetros por hora. Lo peor aún estaba por llegar: en torno a las 13:50 soplaría a 87 kilómetros por hora, el máximo de la jornada, para volver a hacerlo a las 15:00 a 82 kilómetros por hora y, una hora después, alcanzar de nuevo los 85. Desde ese momento, y hasta la medianoche, descendería pero se mantendría por encima de los 50 kilómetros por hora. Y para completar el cóctel, la lluvia apareció para descargar, hasta las 23:00, unos 48 litros por metro cuadrado, con un pico de 30 litros en tan sólo tres horas, de 10:00 a 13:00.
Esos datos se tradujeron en incidentes que salpicaron toda la ciudad desde primera hora de la mañana. Poco antes de las 9:00, en previsión de lo que se avecinaba, el 112 ya alertaba en las redes sociales de que se retirase de terrazas, balcones y azoteas cualquier objeto que pudiera ser arrastrado por el viento. Fue entonces cuando los teléfonos de los servicios de Emergencias comenzaron a sonar, y volverían a hacerlo hasta en más de 80 ocasiones durante la jornada. Los primeros efectos se dejaron sentir en el campo exterior, donde la caída de árboles y ramas en García Aldave obligó a interrumpir la circulación en las proximidades de Obimasa, cerca del acuartelamiento de la 4ª Bandera de la Legión o en la conexión con el Jaral. Lo mismo ocurrió en la subida al acuartelamiento de Caballería o los accesos al cementerio de Santa Catalina. También se vieron afectados vehículos por caídas de árboles en distintos puntos de la ciudad, como los estacionados junto a la nave de Decathlon, que quedaron aplastados bajo el peso de troncos y ramas.
Con la mayoría de los ceutíes refugiados en torno a los almuerzos de Navidad, el temporal de viento y lluvia seguía haciendo estragos. Cualquier objeto no anclado al suelo podía acabar por los aires. Los efectivos del SEIS y el resto del personal movilizado tuvo que hacer frente al peligro de caídas de farolas (como en las calles Duarte, Velarde o Queipo de Llano), a desprendimientos de paneles metálicos o láminas de plásticos en los edificios del Mercado Central, Parque Ceuta, la Seguridad Social y el Hospital del Ingesa; o a caídas de elementos que no habían sido debidamente sujetados, como el bidón de 50 litros que se precipitó sobre un vehículo estacionado en la calle Canalejas o el aparato de aire acondicionado que acabó en la carretera de servicio. Contenedores de reciclaje volcados sobre la calzada, bolardos que aparecieron a cientos de metros, macetones por los suelos en la Avenida Sánchez-Prado, cabinas telefónicas sobre el pavimento de la Plaza de los Reyes, tejas y persianas volando en la urbanización Monte Hacho... Las sirenas del SEIS se escuchaban a esa hora por toda la ciudad y sus efectivos se multiplicaban para atender las incidencias con el viento, de 12:00 a 16:00, soplando con mayor virulencia.
En torno a las 17:00, con el aire dando una mínima tregua y la lluvia cayendo de forma intermitente, el temporal, sin retirarse, amainaba. A esa hora ya habían cedido la carpa situada junto al Parque Juan Carlos I y la balaustrada de la popular Pizzeria D’Armando. A las 21:00 zarparía por fin el Passió.
Meteorología ha rebajado hoy la alerta a amarilla, pero advierte de la posibilidad de que se repitan fenómenos de viento y lluvia, aunque de menor intensidad.
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