“Él pensó que iba a Siria a prestar ayuda humanitaria, no a combatir”

El silencio reinaba ayer en la vivienda particular y familiar de Abdelhuahed S.M., detenido el domingo pasado en el aeropuerto de Málaga en una operación conjunta entre Guardia Civil y Policía Nacional por su presunta participación en la ‘guerra santa’ en Siria y formar parte de la organización terrorista Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), relacionada con Al Qaeda.

“En casa de su madre no hay nadie, se marcharon a la península en cuanto conocieron el arresto”, advertía ayer un vecino de Casas Nuevas, en el Príncipe, donde se encuentra el hogar de la familia. Las persianas bajadas demostraban sus palabras. Otros residentes de la barriada ya conocían que el joven de 28 años se marchó a este país de Oriente Próximo sumido en una guerra civil desde 2011, sin embargo, no todos sabían que a su regreso a España procedente de Turquía fue interceptado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado al considerarlo un “riesgo para la seguridad nacional”.
Su entorno señaló que, desde que conocieron el arrepentimiento de Abdelhuahed, la familia comenzó las gestiones para devolver a España al quinto de la familia de ocho hermanos, aunque conocían las dificultades que entraña abandonar un país que se encuentra bloqueado.
En el punto opuesto de la ciudad autónoma, en el Recinto, donde residió hasta su partida junto a su esposa y sus dos hijas pequeñas, las ventanas permanecían totalmente cerradas. “Unos señores vinieron a darle la noticia. Arregló a las niñas, recogió algunas cosas y se fue a coger el barco”, comentó su entorno.
Por la tarde, la esposa del detenido y las niñas ya se encontraban en su domicilio. Preguntada sobre el estado en el que se encuentra su marido, declinó hacer declaraciones pero reconoció que enferma cuando habla de lo sucedido. Visiblemente afectada, optó por dejar la conversación.
Al tanto de los acontecimientos ocurridos en el aeropuerto malagueño, estas mismas personas recordaron el pesar expresado por Abdelhuahed S.M. por marcharse a Siria. “Él pensó que iba a prestar ayuda humanitaria, no a combatir”, comentaron en su entorno. Atribuyen esta confusión a que el ahora detenido es manipulable. “Es fácil tomarle el pelo y convencerle de las cosas”, dijeron.
Su familia, pese a la cautela inicial cuando interpuso una denuncia ante la Guardia Civil, sospechó que había caído en la influencia de la red de captación de musulmanes para su envío a Siria que fue desarticulada en el Príncipe el pasado 21 de junio.
“En este tiempo, cuando hablaba por teléfono con su mujer, tenían problemas para entenderse debido a las interferencias”, explicaron desde su círculo de conocidos, quienes desconocen qué le ocurrió al ceutí en este país en el que se enfrenta el Gobierno oficial presidido por Bachar Al-Asad con las milicias rebeldes armadas. Unos grupos opositores que a su vez están enfrentados entre sí: los combatientes del Estado Islámico de Irak y el Levante –donde supuestamente estaba integrado Abdelhuahed– y los rebeldes del Frente Islámico Sirio (FIS).
Uno de los temores del Ministerio de Interior es el regreso de españoles que hubieran estado en contacto con grupos radicales.

Marruecos frena su ‘sangría’

Cuando el pasado 21 de junio las fuerzas de seguridad españolas actuaban en el corazón del Príncipe para detener a los presuntos implicados en una red de captación de yihadistas, Marruecos también movía ficha. Lo hacía después de meses investigando, de meses intentando dar con los enlaces de esta organización responsables de la auténtica sangría sufrida en zonas como la cercana Castillejos, Tetuán o la propia Tánger, en donde las ausencias de jóvenes tras ser captados para marchar a Siria se cuentan por miles.
Tras la actuación en el Príncipe se practicaron detenciones en Castillejos y se aceleraron investigaciones que han fructificado con nuevos operativos. Así, hace unos días las autoridades marroquíes detenían a otras 18 personas presuntamente relacionadas con una red para reclutar y enviar jóvenes a la guerra siria. Entre ellos había jóvenes de Tánger y Rincón, a los que las autoridades marroquíes les relacionan con la captación de combatientes y su envío hasta Siria. El patrón seguido es el mismo que explotaba en Ceuta la red desarticulada por Guardia Civil y Policía Nacional, a la que se le atribuye la captación de todos los ceutíes que marcharon a la guerra, algunos de los cuales están ya muertos o desaparecidos.
En el caso de Marruecos, los terroristas, con la ayuda de contrabandistas, pasaban vía terrestre desde Turquía a Siria y, una vez en la zona, se les entrenaba en el manejo de diferentes tipos de armas. En el registro realizado por la Policía marroquí en el domicilio de los detenidos se encontraron cuchillos, espadas, uniformes militares, máscaras antigás, manuales para la fabricación de bombas, videos sobre las operaciones del grupo terrorista Al-Qaeda y sus testamentos.
Estos últimos son la clave de todo: el testamento o grabación que refleja la confesión que, de sus acciones, hacen las personas que acuden a tierras sirias y que terminan inmolados. En la operación practicada en Ceuta solo se consiguió recuperar uno de estos testamentos.
Desde hace casi tres años, Siria es escenario de una ola de violencia terrorista, financiada y dirigida desde algunos países occidentales y varios regionales. El conflicto, según la Organización de Naciones Unidas, ha dejado un balance de más de 115 mil muertos.
Marruecos y España trabajan en este asunto de la mano, toda vez que se han encontrado vinculaciones entre las actuaciones llevadas a cabo por los ceutíes detenidos y las desarrolladas en el lado marroquí. En Ceuta ha cesado la marcha de jóvenes a Siria, pero en Marruecos esa ‘sangría’ abierta hace unos meses continúa manando con virulencia.