Nueva estadística. 13.370. Ese es el número que nos ha tocado. Es el número de parados, de gente que pudiendo estar desarrollando un trabajo no lo encuentra y se tiene que ir a su casa a confiar en que mañana puede que haya suerte, o a esperar a que le llegue la ayuda de las entidades benéficas de turno, las que nunca pensó que tendría que rogar.
Nos hemos acostumbrado. Hablamos de parados como quien habla de rosquillas. No nos acercamos a la realidad que hay detrás de esos números. Y lo más grave de todo es que el problema termina siendo endémico hasta el punto de ser una costumbre.
La clase política ha sido incapaz de luchar contra esta lacra. Una clase cuya gloria en la gestión la alcanzan fomentando la colocación 'a su gusto' es incapaz de entender el drama del paro. Tanto es así que hasta niegan esas cifras. Lo hacen de forma inteligente, todo sea dicho. Nos dicen que tenemos tantos parados porque nos han venido muchos ceutíes de la península por culpa de la crisis. Así llevan años, ofreciendo una versión que choca con los brotes verdes de Mariano. ¿Cómo es que si hemos salido de la crisis siguen engordando las cifras de parados por culpa de ceutíes que vinieron de las Américas arruinados? No me cuadra. A ellos creo que tampoco.
Los más atrevidos nos dicen eso de que las estadísticas no son reales. Que es que hay mucha gente que no quiere trabajar y que ha convertido su vida en un 'chupar de'. Eso lo dicen con la boquita de piñón, para que no se les oiga más allá de sus círculos de amigos/forofos/colocados. Porque claro, si le sueltas esto a una familia que se tiene que mantener con la pensión de la abuela porque no tiene donde colocarse... se los comen vivos.
Y así van pasando los meses. Y las cifras del paro nos escupen una situación real. Un auténtico drama, porque drama es ver a gente joven que tiene ganas de independizarse y que no puede hacerlo porque resulta imposible encontrar trabajo. Y es gente preparada, gente con ganas, jóvenes que van soplando las velas en casa de los padres sabiendo que no les llamarán porque los pocos puestos que salen terminan, curiosamente, en manos de los mismos. Y esta es una realidad, les guste o no les guste reconocerlo a nuestros mandamases (tiene narices que hasta se enojan por decirles las verdades a la cara).
13.370. La cifra de la semana. Y no pasa nada. Se han rendido, incapaces de encontrar soluciones. 13.370. Para llorar