¿Por qué el Papa Francisco ha viajado a Marruecos? Es la primera pregunta que me hice, teniendo en cuenta que Marruecos es un estado inquisitorial donde impera la sharia. De acuerdo con el artículo 220 del Código Penal marroquí, se condena a penas de seis meses a tres años a quien "emplee cualquier medio de seducción para quebrantar la fe de un musulmán o tratar de convertirlo a otra religión". Lo que viene a implicar que si eres cristiano, te van a hacer la vida imposible, y que si eres marroquí y ven cualquier cosa que pueda implicar que eres cristiano, directamente vas preso.
Tal vez, en nuestro modelo postrevolucionario no encaje esta visión, pero hubo un tiempo en que Europa era así, con una inquisición que, como bien reza su nombre, inquiría en nuestros asuntos privados sin límite bajo el filtro del poder divino. No he tenido que esperar mucho para entender el por qué se ha dado este hecho. "Los caminos de la misión no pasan por el proselitismo, que llevan siempre a un callejón sin salida" han sido las palabras de su santidad en Rabat. Teniendo en cuenta que el proselitismo no es sino la actividad de ganar prosélitos, y un prosélito es una nueva incorporación a la religión que representas, como mínimo suena extraño. Y he aquí mi eureka sobre este viaje. Ante la conversión masiva al cristianismo que se ha dado en Marruecos los últimos años y pese a la persecución directa y a su ilegalización, el rey de Marruecos ha llevado al mismísimo Pontífice a hacer la labor que en su día hizo Cristóvão Ferreira en la ciudad portuguesa de Nagasaki hace ya cuatro siglos, solo que al pontífice no hizo falta torturarlo para este menester. Básicamente el convencer a los cristianos de que dejen de convertir a marroquíes, que están muy bien como están.
Sobre España ha dicho “iré cuando haya paz”. Y razón tiene. Tal vez en España no hay paz porque hay libertad y la libertad genera discrepancia. La paz marroquí con, por poner un ejemplo, el separatismo rifeño dio con el bonito gesto que su majestad alauita tuvo el 30 de julio de 2017, donde por obra y gracia de sus bemoles indultó a 146 presos separatistas. Imaginaos cuantos habían privados de libertad. O la paz religiosa de la que goza el vecino reino, paz alcanzada gracias a que directamente es ilegal bajo pena de prisión elegir tus propias creencias.
Y todavía habrá quien lea mis palabras y resuene en su cabeza ese zumbido de la etiquetocracia que martillea su cerebro al golpe de “islamofobia… islamofobia…” Y no habrá entendido nada. No es esta discrepancia un asunto religioso. Es un asunto de concepción cultural con la religión como pretexto. Si tuviera que nombrar una gran conquista de Europa, dentro de sus grandísimos y constantes errores, ese logro sería la separación de cultura, religión, y política, y dentro de la política, la separación de poderes. La primación de los derechos individuales sobre el colectivismo, como un medio de favorecer en última instancia a esa colectividad. El problema entre España y Marruecos no es la religión, es la mentalidad. La mentalidad del gobierno marroquí no entiende esas separaciones en su presente contexto y su actuación siempre será beligerante, y cada decisión o acción que tome la hará en base al filtro de la religión, y en ese campo, siempre va chocarse con VOX, que defenderá con todas las consecuencias la protección de esas joyas que nos han hecho libres. Y con esto quiero remarcar que defenderemos con la misma vehemencia el derecho de un musulman a convertirse en cristiano o ateo, como a un cristiano que decide convertirse al islam.
Como postdata, el Papa ha visitado países con tanta paz como Brasil, Jordania, Israel, Palestina, Turquía, Sri Lanka, Filipinas, Bosnia y Herzegovina, Ecuador, Bolivia, Cuba (este país con mucha paz y libertad), Kenia, República Centroafricana, Uganda, Armenia, Egipto, Colombia, Bangladesh, Myanmar, Emiratos Árabes Unidos, o Marruecos. Pero en España no, que no hay paz…