En mi colaboración titulada“Canto tu gloriosa historia”, que se publicó el pasado mes de agosto en este diario, aludí al hecho de que el poeta lusitano Luis de Camoens perdió un ojo combatiendo en la defensa de Ceuta.
Creía que se trataba de algo popularmente conocido en nuestra ciudad, pero algunas preguntas que al respecto he recibido me hacen volver sobre el tema, a fin de dejarlo suficientemente aclarado.
Camoens vivió en Ceuta desde, al menos, el año 1547 hasta 1549. Unos dicen que vino desterrado a consecuencia de determinado enredo amoroso, y otros por haber decidido emprender la carrera militar, aunque hay quienes mezclan ambas causas, indicando que fue el lío de faldas lo que le llevó a incorporarse al ejercito. Lo cierto y comprobado es que el autor de “Os Lusiadas” estuvo aquí y que el ojo lo perdió defendiendo esta tierra.
A mediados del siglo pasado vino a Ceuta para dar una conferencia el Catedrático de Lengua y Literatura Española Luis Morales Oliver, un destacado erudito guipuzcoano que ejerció dicha Cátedra en la Universidad de Sevilla desde 1940 hasta 1948, pasando después a la de Madrid, donde fue también Director de la Biblioteca Nacional, Experto en la literatura del Siglo de Oro, se dice de él que podía recitar cualquier parte del Quijote que se le preguntara.
Uno de los asistentes a aquel acto -según me cuenta, fueron muchos- me ha referido algunas de las frases que pronunció el ilustre orador, relativas a Ceuta. Por su interés y agudeza, paso a reproducirlas. La primera, jugando con el popular dicho de que “no se pueden poner puertas al campo”, Morales Oliver resaltó que Ceuta es la única ciudad del mundo que ha sido capaz de contradecir ese refrán. Aquí están las Puertas del Campo. La otra hizo mención, precisamente, a la estancia de Camoens en Ceuta y a la desgraciada circunstancia de que aquí quedara tuerto. El ingenio de Luis Morales Oliver le llevó a afirmar que con ese suceso, Camoens demostró que Ceuta, nuestra Ceuta, bien vale un ojo de la cara.
Sabido es que la anterior expresión alude a conseguir algo que de por sí merece mucho trabajo y sacrificio. Solo cabe concluir que aquel ilustre conferenciante supo resumir, en una afortunada frase, la verdad de cuanto Ceuta debe significar, y no solo para todos sus hijos, sino también para todos los españoles que aún tengan sentido de Patria.
Esta semana se ha hecho público el resultado de una desalentadora encuesta, según la cual sólo el dieciséis por ciento de los españoles estaría dispuesto a combatir en el caso de que España fuese invadida. Algo menos de uno de cada seis, y con nuestras Fuerzas Armadas reducidas y mal dotadas, no solo a consecuencia de la crisis, sino también, desde antes, a causa de la miopía política, que por el obtuso antimilitarismo, el “pacifismo” de unos, el “buenismo” de otros, y el “temor al que dirán” de los restantes, no ha sabido o no ha querido ver los peligros que se ciernen sobre un mundo al que ya se define como “aldea global”, de tal forma que los tres Ejércitos se sostienen en pie gracias a la preparación, el sentido del deber y la disciplina de sus mandos. Aunque el panorama parece bastante oscuro, me atrevo a suponer que, llegado el caso, se produciría una reacción popular y seríamos más que suficientes, máxime cuando los países de la OTAN ya comienzan a verle las orejas al lobo...
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