Categorías: Opinión

El (no) día de los periodistas

Toca celebración del Patrón de los periodistas, San Francisco de Sales. Quizá habría que rebautizarlo como el (no) día de los periodistas, sabedores de que la protección que existe sobre este gremio, cada vez en mayor peligro, está desapareciendo. Nosotros no hacemos festividades con copa de vino, discursos e invitación. Seguimos siendo uno de los colectivos más desunidos, quizá por el peso que las correspondientes empresas tienen sobre cada uno de los empleados.  Esa desunión se traduce en una debilidad evidente que van sufriendo los propios trabajadores. Representamos el colectivo que más despidos y desaparición de empresas ha sufrido; integramos una de las profesiones que mayor cantidad de presiones recibe; aguantamos unas condiciones laborales que en nada se asemejan al tipo de jornada (sin horas) que llevamos a cabo. A pesar de todo ello, estamos siempre al pie de la noticia para denunciar lo mal que están el resto de colectivos, las injusticias y recortes sobre los funcionarios, la pérdida de poder adquisitivo... siendo incapaces de mirar hacia nuestra propia profesión en la que nos han arrebatado derechos, condiciones salariales... e incluso amenazan con recortarnos las cada vez más escasas libertades de las que podemos disponer para el ejercicio de nuestro trabajo. Los periodistas no nos convertimos en noticia, a pesar de tener todos los ingredientes para serlo.
Años atrás los gobiernos acostumbraban a publicar anuncios con mensajes en los que felicitaban y elogiaban la labor periodística usando términos inciertos como la libertad o la inexistencia de censura. Ya no lo hacen, sabedores de que los medios de comunicación van camino de convertirse en grandes supermercados manejados por empresas que entienden de todo menos de comunicación y que venden su peso al mejor postor.
La crisis que a todos los niveles afecta al país también ha salpicado a unos medios de comunicación que se han convertido en máquinas de hacer dinero, dejando en el camino términos valiosos e inseparables para un buen periodismo como la profesionalidad, la ética, la necesidad de disponer de gente que sepa contar historias... Se trata de vender vida en forma de páginas, no carne el peso. Si en este país se decidió hace tiempo aparcar la moral, ¿cómo se van a defender y mantener los pilares básicos del periodismo?  Hoy, en el (no) día del periodismo solo nos quedan los recuerdos de aquellos que estuvieron a nuestro lado viviendo el periodismo como nadie, porque aún creían en él a pesar de los años. En esta Casa tuvimos la suerte de tener a Tony de la Cruz. Su espíritu sigue entre nosotros porque no hay día en el que nos domine esa sana envidia que puede tenerse hacia una persona cuyos años, cuya experiencia, cuyo periplo no consiguieron arrancarle ni un ápice de su amor por juntar palabras y darles magia.

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