Opinión

El niño Julen Roselló de Totalán

Pocas personas habrá que no se hayan estremecido sin acusar el duro golpe y la desolación sufrida ante el trágico suceso de no haber podido rescatar con vida al niño Julen Roselló García, de Totalán (Málaga) que el 13-01-2019 cayó repentinamente a un pozo de 25 centímetro de ancho y 110 metros de profundo, abierto para realizar prospecciones en busca de agua. De verdad que algunas noches apenas he podido conciliar el sueño con sólo pensar en el sufrimiento y la angustia que podía estar sufriendo el niño dentro del pozo en una posible lenta agonía. Y los padres arriba esperándolo con ansias de conocer la suerte que su hijito habría corrido, viendo desesperados las numerosas dificultades que en el rescate iban surgiendo a medida que avanzaban los trabajos. La última noche, he encendido a todas las horas la radio que tenía bajo la almohada esperando que sucediera el milagro de que encontraran al niño con vida, pese a lo improbable que sabía que era.

A pesar del empeño puesto y del duro trabajo realizado por unos 300 profesionales que han trabajado sin tregua ni descanso, con la fe y la esperanza puestas en luchar contra el tiempo y los elementos para vencer los múltiples obstáculos que sobre el terreno se iban interponiendo, pues resulta que no ha podido ser. En la lucha de los humanos contra la naturaleza ésta casi siempre sale ganando. El niño fue encontrado, pero sin vida, a la 1´25 horas de la madrugada del día 26, cubierto por agua y arena tanto por arriba como por debajo, al parecer, habiendo fallecido en los primeros momentos del triste accidente tras haber caído hasta el fondo de forma rápida y libre durante el brusco deslizamiento, por efectos de su peso y el fuerte impulso tomado a lo largo del recorrido de 71 metros. Menos mal que, dentro de tan trágica desgracia, el niño no parece haber sufrido la lenta y angustiosa agonía que muchos nos temíamos que podía haber tenido.

Ha sido una noticia trágica, una tremenda desgracia y una enorme pena que nos ha dejado a todos absortos y con el corazón encogido, viendo por los medios a esos padres, José y Viky, derrumbados, llorando sin consuelo al saber de la forma tan fatídica que han perdido a su hijo de dos años, máxime cuando hace otros pocos años ya sufrieron la primera desgracia de que súbitamente se les muriera otro niño bebé, en ambos casos sin poder hacer nada. Eso es tremendamente duro, demasiado triste y muy injusto, que el destino y el infortunio se hayan ensañado tanto con ellos. Pero, qué le vamos a hacer, la vida a veces es durísima y hay que tratar de sobreponerse con enorme entereza y gran resignación para poder seguir adelante.

Según los medios de comunicación, tanto los profesionales intervinientes como todo el pueblo de Totalán y toda la comarca se han volcado en el rescate. Numerosos voluntarios que desde el primer momento no dudaron en presentarse a prestar los primeros auxilios y servicios en los que pudieran colaborar, ocho bomberos de Málaga que fueron los primeros en llegar al lugar del siniestro, Guardia Civil con todos sus especialistas en la materia y gran dispositivo desplegado, varios helicópteros del Ejército, personal vario de Administraciones Públicas, autoridades, unas cien empresas civiles que enseguida se pusieron a disposición de las necesidades del triste evento habiendo aportado maquinaria y elementos técnicos de última tecnología, trabajando desinteresadamente con la mayor entrega, dedicación y profesionalidad, habiendo tenido que desplazarse hasta Totalán desde otros lejanos lugares, en algunos casos hasta desde el extranjero.

También intervinieron en la colosal obra de rescate ingenieros de caminos y de minas, siendo coordinados todos los trabajos técnicos por el Ingeniero Ángel García Vidal, con gran capacidad y cualificación profesional en la toma de decisiones y en la dirección y organización de los trabajos, que dicen fue como un “ángel” de la guarda que no sólo dirigió el rescate, sino que también ha animado y guiado a todos, sabiendo aunar esfuerzos y voluntades encaminados a la salvación del niño, pese a haber resultado luego infructuosa; también el Delegado del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Sur, Juan López Escolar, topógrafos y otros especialistas; los mineros de HUNOSA integrados en un grupo de salvamento de élite: Sergio Tuñón, José Antonio Huertas, Jesús Fernández Prado, Rubén García Ares, Antonio Ortega, Maudilio Suárez, Adrián Villarroel y Lázaro Alves Gutiérrez y artificieros, traídos directamente desde Asturias en varios helicópteros del Ejército. Ellos fueron los que excavaron en tiempo récord los cuatro últimos metros del túnel horizontal que les condujo con enorme exactitud y precisión calculada, yendo a desembocar en las cápsulas verticales de rescate que se horadaron hasta alcanzar la cota de los 71 metros de profundidad hasta donde el niño cayó.

Asimismo, intervino personal de Sanidad, médicos, enfermeros, psicólogos y otras especialidades difícil de relacionar sin olvidarse de algunos, no habiendo presenciado los hechos. Mujeres voluntaria del pueblo ayudando a cocinar para todos con los abundantes alimentos proporcionados desinteresadamente por gente del pueblo y alrededores, una de ella, María, que hasta cedió su casa para que se ubicara en ella el centro de decisiones; han participado igualmente en los trabajos unas cien empresas, facilitando maquinaria y otros medios técnicos. Entre otras: Expora, Actúa, Civiliza, Cemosa, Rodio, Naval Ingeniería, OHL, Pepe Núñez, Acosol, Restibuto, SGO de Rincón de la Victoria y la empresa sueca SPT que se encargó de la geolocalización de los 33 mineros de Chile rescatados con vida del fondo de la mina de cobre en 2010.

Todo un monumental despliegue de medios materiales y humanos sin precedentes en España para una operación de salvamento organizada en tiempo récord y teniendo que realizar un trabajo tan complejo y sofisticado, para el que se precisaba esfuerzo físico, talento y capacidad de improvisación. Según el Delegado del Gobierno de Andalucía: “España es un gran país, y los españoles somos un gran pueblo”. Y una gran obra de ingeniería civil y humanitaria de tal envergadura, de la que bien que nos podemos sentir orgullosos, a pesar de haber fallado en la principal esperanza que se puso: sacar con vida al niño Julen, pero siendo imposible, al haber fallecido en los primeros momentos de caer al pozo debido al politraumatismo cerebral y contusiones recibidas en la caída.

Todos, según dicho Delegado, han dado una gran lección de superación frente a las adversidades presentadas por la montaña y a pesar de haber tenido que vencer todo un laberinto de complejidades y obstáculos: “España – dijo - es un gran país, y los españoles somos un gran pueblo”. En sólo trece días han removido miles y miles de toneladas de tierra y rocas, para lo que normalmente hubieran necesitado tres o cuatro meses. A veces da vergüenza que los españoles nos pasemos casi toda la vida peleándonos unos contra otros, casi siempre por cuestiones políticas inanes. Y luego cuando estamos unidos, sobre todo frente a la desgracia y el infortunio, somos capaces de hacer las mayores proezas, gestas y heroicidades, de las que nuestra historia está llena. Y es que, como el historiador escocés Thomas Escarlyle dijera en el siglo XVIII: “Cuando las personas se unen para lograr algún fin, descubren que también pueden alcanzar otros fines si siguen unidos”.

Soy padre y abuelo. Y, al igual que los demás que también lo sean , bien sabemos la ilusión, el entusiasmo, el cariño tan puro y verdadero que se siente, las preocupaciones y los esmerados cuidados que se ponen para que a los hijos y nietos nunca les falte todo el bien que de pequeños necesitan y podemos darles. Esa es nuestra mayor felicidad, tenerlos y poder criarlos hasta ser mayores. Por ellos se da todo, hasta la propia vida si hace falta, a cambio de nada. Es ley de vida, como con nosotros hicieron; es la llamada familiar, es el vínculo superior de sangre que más une, y el bien más grande que se tiene: la familia, y también lo mejor que a todos nos puede pasar en la vida. Por eso, pienso lo triste, lo descorazonador y el sentimiento de pena tan grande que esos padres deben tener por haber perdido a ambos hijos en tan poco tiempo y tan pequeños, sin haber podido tener la dicha de haberles visto crecer y tenerlos criados.

Ante una desgracia así, nada puede servir de consuelo para esos padres desolados. Pero, al menos, qué ejemplo tan grande de solidaridad, de unión, de aliento, de calor humanitario y de cariño que todo el pueblo, toda España y parte del mundo han tenido con ellos. Los españoles, siquiera por unos días, hemos estado unidos por el dolor del niño Julen, por la misma causa de tristeza, generosidad, fraternidad y hermandad de unos y otros. Esos ríos de lágrimas vertidas por la gente en su entierro, flores y aplausos, con tan vivas muestras de auxilio, ayuda y acompañamiento, todos entregados a la hermosa tarea de hacer lo que se pudiera salvar al niño, es también algo que impresiona, estremece y llega a lo más íntimo; así como la gran manifestación de duelo, con más de 50 coronas llegadas de Totalán, Málaga y toda España, en espontánea manifestación de dolor, de adhesión y solidaridad con el infortunado y su familia. Todos hemos estado en vilo esos trece días con el desbordante deseo de que Julen apareciera vivo y salvo, y hemos vivido casi como propia la tragedia. Los vecinos de la barriada El Palo lo decían: Hoy no somos vecinos, todos somos la familia de Julen.

Como decían los mineros asturianos que vinieron a ayudar en el rescate: “Ningún minero se queda dentro de la mina, y el niño Julen es también hoy nuestro minero que teníamos que sacar de la montaña por encima de todo”. Y qué aleccionador ha sido también verles tan apenados y con tan modesta actitud diciendo ante el agradecimiento de la gente, que ellos no pudieron hacer nada, que no querían aplausos, ni ser héroes ni que les pusieran medallas, sino pedir perdón por no haberlo podido hacer mejor para sacar al niño con vida. ¿Se puede tener mayor humildad propia y mayor entrega y espíritu de sacrificio con los demás?. Al menos, dentro de la desgracia, sus padres tienen ya un lugar sagrado donde poder velarlo, llevarle flores, rezarle y recordarlo.

El ingeniero de caminos Mario Muñoz-Atanet, participante en el rescate, llevado por el sentimiento de pena por no haber podido sacar con vida al niño Julen, en lugar de descansar tras tan enorme trabajo realizado, le dedicó el siguiente poema: “Trece día de este enero/ quisiera borrar de mi vida/ trece días de este enero/ quisiera olvidar de mi mente/ esa angustia y desespero/ Quisiera cavar con mis manos/ ese monte todo entero/ quisiera encontrar el amparo/ para esos padres sin consuelo/ Quisiera quedarme con la gente/ con el corazón de todos ellos/ ¡Grandes hombres y mujeres!/ que Dios los guarde a todos ellos/ todos a una sumando/ guardias, doctores, mineros y voluntarios/ emergencias, técnicos y obreros.

Quisiera reconocer el valor/ fortaleza y tenacidad/ de un caminero singular/ nuestro Ángel García Vidal/ aceptó la responsabilidad/ no dudó ni dio paso atrás/ y unió a los que fuimos a parar/ a ese cerro singular/ Excavamos aquel lugar/ diez días sin descansar/ pensando en encontrar/ un milagro en Totalán/ No quiero medallas/ méritos ni reconocimientos/ algo así no merece/ que se celebre ningún festejo/ Hicimos lo que pudimos/ abrazados todos a un sueño/ albergando la esperanza/ de poder salvar a un pequeño/ Ahora lloro en mi cama/ abrazado a mis pequeños/ y quisiera borrar de mi vida/ trece días de este enero”.

Pues me uno solidariamente a los padres y familia del niño Julen en tan tremendo dolor; les transmito mis más sentidas condolencias, y hago mis votos más sinceros para que a esa criaturita inocente esté ya en el cielo. Descanse en paz el niño Julen.

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