El mundo al revés

Tal y como se preveía, una vez culminada la reforma laboral del gobierno socialista de Zapatero (¡quién se lo iba a decir a él cuando, estando en la oposición, se quedó sentado al paso de la bandera de los EEUU de América!), por la que se hace perder derechos muy importantes a los trabajadores, se fomenta el despido libre, se abarata la indemnización y se ahonda en el empleo precario y temporal; ahora toca el turno al sistema de pensiones. Lo han establecido así los poderes financieros de este país. La cantinela que más se oye, como cada vez que nos hacen una campaña de este tipo, es que el sistema público de pensiones es insostenible. Ya predijeron algunos notables economistas que en torno al 2010 nuestro sistema entraría en crisis. Pero no. Sigue estando saneado. Y mucho más que lo estaría si en lugar de cargar en sus cuentas el importe de los mínimos de pensiones, que obedecen a decisiones políticas, éstos se pagaran con cargo a los impuestos de todos los ciudadanos. O si las bases de cotización no estuviesen sometidas a importes máximos, sino que fueran proporcionales a las rentas de cada uno. Sin embargo, algunos fondos privados de pensiones sí están en situación comprometida, consecuencia de la crisis financiera internacional.
En una simpática viñeta que está circulando por internet, titulada 'Jubilación a los 70 y paro juvenil', aparecen tres abuelos trabajando en la construcción y tres jóvenes parados observándolos. Efectivamente. El mundo está al revés. Mientras que la productividad se sigue incrementando y cada vez menos personas pueden producir más bienes para más gente, lo que tendría que ser una consecuencia lógica del crecimiento económico, como la reducción del tiempo de trabajo, o la extensión de derechos hacia todos los trabajadores del mundo, nos está llevando a todo lo contrario. Más paro juvenil, jornadas de trabajo más largas, retraso de la edad de jubilación y condiciones de trabajo cada vez más precarias e inseguras. Que se lo pregunten a los mineros chilenos recientemente rescatos. Son datos y realidades que están ahí.
El Catedrático de economía de la Universidad  Pompeu Fabra, Vicenç Navarro, nos lo explica muy bien en un artículo de prensa que se puede ver en http://www.vnavarro.org/wp-content/uploads/2010/10/los-errores-del-manifiesto-neoliberal-sobre-las-pensiones-de-los-cien-economistasv2.pdf. También hay otros economistas y organismos que hablan en el mismo sentido.
Por ejemplo, Ignacio Zubiri ya nos decía en un artículo en la revista Economistas de 1997 que la evolución financiera del sistema de pensiones 'depende de una serie de supuestos acerca de, primero, la evolución futura de la economía, segundo, el comportamiento del sector público y, tercero, de la estructura del sistema de pensiones'. Por tanto, más que la tasa de natalidad, lo relevante será la creación futura de empleos. O Miren Etxezarreta, que en 1996 ya explicaba que  el sostenimiento futuro del sistema de pensiones no se basa en el número de personas que trabajan, sino en lo que producen, pues si aumenta el nivel de producción y la productividad de los trabajadores, toda la sociedad podrá percibir más bienes y servicios que antes. El problema, por tanto, no es de falta de fondos, sino de 'cómo se distribuye la riqueza'. En términos parecidos se expresaban economistas de la talla de Galbraith en el año 2000, o el Nobel Stiglitz en 1999, éste último para criticar el apoyo del Banco Mundial a la privatización del sistema de pensiones efectuado en Chile por el dictador Pinochet; o incluso la misma OIT, que asume que las claves para financiar la futura protección social son el empleo y la contención de la tasa de dependencia.
Es decir, que estamos ante decisiones políticas, no ante cálculos matemáticos exactos, por mucho que algunos economistas, de buena formación estadística, pero mejor financiación de los grupos económicos de poder, se empeñen en presentarlos así.
Por tanto, la clave de la salida de la crisis económica y del sostenimiento futuro del sistema de pensiones, e incluso del planeta, no está en recortar los derechos a los trabajadores, sino en disminuir la jornada de trabajo, de forma paralela al incremento de la productividad, para así poder trabajar todos. Y también en adoptar medidas de fomento de empleo femenino y en extender los beneficios del Estado de Bienestar a todos los países y sectores. Porque el sistema público de pensiones y de Seguridad Social es viable, siempre que del mismo no pretendan sacar "tajada" los de siempre. Algo que no está tan claro en los sistemas privados de pensiones, que dependen de operaciones especulativas de los mercados financieros, a las que no no tienen por qué estar sometidas las finanzas públicas.
La cuestión es muy fácil de entender. Conforme se genera más riqueza en el mundo, o se reparte entre todos, o algunos se harán cada vez más ricos. De manera equivalente al incremento de la productividad y de forma inversamente proporcional al empobrecimiento de los que se ven desplazados por el sistema. Que comprendan esto los políticos de uno y otro signo es la condición para garantizar el futuro de nuestro sistema de Seguridad Social. Mientras tanto, seguiremos estando a merced de los grandes capitales financieros y de su infinita codicia. Y de las tramposas cuentas que nos presentan sus economistas a sueldo.