Me comentaba ayer una compañera anécdotas de su viaje a Japón. Me hablaba de la organización y planificación tan eficaz y perfeccionista que a veces nos resulta a los occidentales hasta ridículo.
Comentamos como se habían sobrepuesto al tsunami y al posterior desastre en la central nuclear. Es el resultado de una conciencia común de lo público, de la eficacia ante la gestión. Es el milagro japonés.
Este verano inicié los trámites para solicitar a los servicios sociales la valoración y calificación de la minusvalía de mi padre. Mi propósito es conseguir que mi madre de 75 años pueda tener algún tipo de ayuda en el cuidado de mi padre de 80 años y prácticamente inválido, además de otros problemas. Entre los trámites se encuentra un informe de salud proporcionado por su médico de cabecera.
Pasado el verano y citado para el 3 de Septiembre me presenté con mi padre al que pude ayudar a llegar con mucho esfuerzo. El médico de los servicios sociales muy atento y con un trato más que correcto me señala que el informe médico que presentamos no se ajusta a lo solicitado y además está incompleto por lo que me recomienda vuelva a la seguridad social a solicitar un informe acorde a lo demandado. Yo le señalo que esto requiere la cita con el médico de cabecera para explicar el problema y solicitar la cita para los especialistas (nefrólogo, cardiólogo, neumólogo) ya que son múltiples los achaques. Si además estos solicitan alguna prueba (un espirograma en este caso) cuando tenga la valoración exhaustiva pasarían meses..
El amable doctor reconoció mi argumentación por lo que me envío a otra persona, entiendo que de mayor responsabilidad, a la que nuevamente comenté mi situación. Esta persona también con amabilidad volvió a comentarme la necesidad de contar con un informe médico fiable y detallado. Le pregunté que porqué el solicitante no hacía un escrito autorizando a los servicios sociales el recoger la información médica oportuna de la Seguridad Social. Le alegé que probablemente muchos informes llegarían como el de mi padre por lo que se evitaría a muchos usuarios meses de molestias. Le aducí que esto ya se hacía con otros ministerios como el de educación y hacienda para el ingreso de los alumnos en los centros escolares. Me comentó que la Seguridad Social se negaba a dar esa clase de información.
Es razonable que un médico de cabecera no tenga un informe pormenorizado de cada uno de sus pacientes. Es razonable ya que son muchos los pacientes atendidos cada día en una seguridad social cada vez más recortada en recursos humanos.
Es razonable que el médico de los servicios sociales requiera un informe detallado de la persona que solicita la calificación de minusvalía. Debe contar con datos veraces para emitir su dictamen.
Lo que no es razonable es tener a una persona mayor, con múltiples problemas físicos, que solicita algún tipo de ayuda a los servicios sociales, en un peregrinar de especialista en especialista durante meses para conseguir el pertinente informé médico. Y menos en una época en la que por correo electrónico se puede enviar cualquier informe de un ministerio a otro en cuestión de segundos. Eso no es razonable pero si es la penitencia española.
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