Un pescadero limpia una pieza para llevársela a un vecino. Echa de menos aquellas mañanas en las que el Mercado Central del Príncipe era el centro neurálgico de la vida cotidiana de la barriada. “Aquí no entraba un alfiler, pero poco a poco fueron desapareciendo puestos y la vida moderna y los supermercados terminaron por cerrarlo hace ya por lo menos una docena de años”. Tampoco es tanto, piensan algunos mientras echan la vista adentro donde unas mujeres de la brigada de limpieza de las callejuelas laberínticas de los alrededores recogen sus aparejos para iniciar su labor.
Los mayores del Príncipe Alfonso son muy activos. Les gusta participar en la vida de la comunidad, quieren aprender, son religiosos, acuden a los actos culturales que se les propone... El vicepresidente de la asociación vecinal, Ahmed Enfedal, asegura que hay muchos hombres mayores de 55 años con ganas de hacer cosas. “El patriarcado para los musulmanes siempre ha existido y mientras las mujeres sienten la casa como un espacio muy suyo a los hombres siempre les ha gustado reunirse en la calle, en las cafeterías, pero aquí ellos no se sienten bien”, comenta. Un grupo de mayores reunidos en la plaza de la barriada asiente. Dicen que hay “mucho niñato fumando porros, gritando, muchas peleas y a nosotros nos gusta hablar tranquilos, ayudar en lo que podamos, pero es imposible”.
Muchos se quedan en la calle, sentados en cualquier rincón con tal de estar tranquilos. “Y eso es una lástima si podemos contar con un espacio como éste para que estén allí juntos, hablando y aprendiendo o asistiendo a talleres que se plantearían para que aprovecharán el tiempo”, añaden desde la asociación.
Se trata de recuperar ese patriarcado sano, esa comunidad unida y abierta en la que la sabiduría de la experiencia tome protagonismo para que Príncipe Alfonso vuelva a ser un barrio sano, integrador y de puertas abiertas. “Es complicado, pero por ejemplo no podemos dejar al hachís que domine nuestras vidas. Siempre se ha fumado, pero no tanto hasta volverte la cabeza loca que es lo que les pasa a muchos jóvenes y así no piensan y no hacen nada”, comentan los mayores mientras alguno de ellos fuma una pipa de kiffi con pausa. Dicen que hombre anciano, juicio sano, y para los vecinos del Príncipe recuperar el Mercado Municipal como centro social sería “un gran paso para seguir luchando por la integración”.
“Ya no nos respetan”
El patriarcado en la cultura musulmana “siempre ha existido y las palabras de los más mayores de cada familia eran muy respetadas”, explican desde la asociación de vecinos. Mohamed recuerda un Príncipe de puertas abiertas, de respeto al anciano, de consejos desde la experiencia de vida que se seguían a pies juntillas. “Ahora los jóvenes solo piensan en el hachís, en quemar coches, en peleas, en buscar lo más fácil y no trabajar...”, explica Mohamed. Sobrepasa los 80 años y está cansado de trabajar en la obra. Los tiempos han cambiado. Ahora el paro sacude a sus vecinos. Sabe que la situación es complicada “pero ahora hay oportunidades para aprender, para seguir adelante”. Aunque reconoce que muchos jóvenes “no escuchan nada”, otros lo harán y ellos estarán encantados de ayudarles. “No puedes ni reñir a un niño porque se pone a llorar y los padres se enfadan. Eso no puede ser. Hay que educar bien. Ser rectos, respetuosos y no coger siempre lo más fácil”, explica mientras observa el mercado decadente. Una tetería, un centro de reuniones, aulas para aprender, para aconsejar... “allí estaríamos muy bien, tranquilos, en un lugar que se pierde”.