El mejor amigo en el monte

Vecinos de San Amaro y San Antonio critican desde hace meses la existencia de grupos de perros incontrolados en el monte, problema que Sanidad y Medio Ambiente pretende dar pronta solución

Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre. Distinto es que el hombre corresponda y sea el mejor amigo del perro. Y si no que le pregunten a las manadas del Monte Hacho, si alguien los ve y si ellos se dejan. Vecinos del entorno del Monte Hacho llevan varios meses alertando de la existencia de al menos dos grupos de perros montaraces, animales que una vez fueron abandonados por sus dueños y que ahora se encuentran dejados a la mano de la naturaleza, a cuyas leyes no hay resistencia que valga. Al apareamiento le sigue la procreación y, a ésta, la proliferación de perros sin control sanitario. Sólo se les ve al amanecer, aseguran los vecinos, y tienden a la huida, sostienen otros.

Quienes mejor saben la dificultad de divisar a los perros silvestres y de su tendencia a la escapada ante el mínimo rastro humano son los laceros municipales. José María Aguirre, responsable del servicio, confirmó la dificultad que supone atrapar a estos cimarrones. Que, quizá, ante casos de excepcionales repuntes de la población de estos animales asilvestrados, como el que sucede en estos momentos, debería incrementarse el número de los operarios. Una logística más sofisticada quizá. Desde Sanidad Animal confirman la mayor: son necesarios más medios.

De ahí que la Consejería de Sanidad y Consumo haya decidido tomar un papel más activo en el asunto. En declaraciones a este periódico, el consejero del ramo, Hakim Abdeselam, informó de la disposición de Sanidad de implicar a más agentes: los técnicos de Medio Ambiente y la Sociedad de Cazadores, pero sin sangrías. La solución consistirá en aprovisionarse de  dardos anestesiantes y continuar con la colocación de jaulas-trampa específicas para perros.  

De la implicación de un mayor número de efectivos habló  Carolina Pérez, subdirectora general de Medio Ambiente, quien señaló que la competencia de lo que sucede en los montes de Ceuta corresponde a la consejería que dirige actualmente Guillermo Martínez. También por tanto, se deduce, lo que suceda con los perros. Medio Ambiente mantendrá una reunión con Sanidad “en las próximas dos semanas”, aseguró Pérez. De esa entrevista saldrá un procedimiento de actuación concreto para atrapar los perros silvestres.

Medio Ambiente ya ha iniciado las gestiones. Alguna idea ha de tener el gabinete puesto que “la legislatura anterior ya hubo un problema igual”, apuntó la excensejera Pérez. El pasado miércoles se produjo una reunión del Consejo de Caza donde estuvieron representados todos los agentes vinculados con la fauna silvestre ceutí. Entre otros asuntos, se trató el particular de los perros salvajes. El presidente de la Sociedad de Cazadores y Silvestristas, Antonio López, comunicó a este periódico que hubo unanimidad entre los presentes: veterinarios de la Ciudad, Seprona, agentes forestales y los cazadores lucharán con el mismo fin de capturar a los perros sin recurrir a una matanza. Un grupo de voluntarios ya ha avisado de que vigilará este hecho particular.

Así las cosas, y a falta de la reunión entre Sanidad y Medio Ambiente, sólo cabe mencionar el papel de otras entidades que tienen algo que decir. La Protectora de Animales es diana de las críticas entre un sector de sus mismos socios, descontentos porque la Presidencia “no hace propuestas a Sanidad, por no tomar la iniciativa de capturar a los perros junto a Sanidad, por no hacer comunicados en los medios exigiendo la captura y por la escasa transparencia”.

Jorge Ramos,vicepresidente de la Protectora, aclaró las funciones de la entidad. Principalmente es preventiva, es decir, evitar que los perros no deseados acaben abandonados en el monte. También colaboran con Sanidad Animal, cuando ésta los requiere, y acogen a los perros que sobrepasan el periodo de cuarentena en la perrera municipal. “Recogemos también los perros que vemos por la calle y que pueden ser asequibles. Los perros del Hacho no son los únicos que necesitan ayuda”,  dijo Ramos.

Contrario a que haya ejecuciones de perros, como defienden también desde Los Verdes, Ramos aportó una solución para controlar más efectivamente la población canina del monte: “Debería haber un servicio de recogida de 24 horas, sea contratando a una empresa externa o aumentando la plantilla de laceros municipales”, comentó.

El 112, contacto con los laceros
Hay ciudadanos que desconocen el protocolo de actuación al encontrar perros sin dueños en la calle o en el campo. Desde Sanidad Animal informaron de los pasos que deben seguirse ante tal eventualidad. La Ciudad proporciona un número de teléfono, el 112, que da el aviso pertinente al servicio de los laceros municipales. Si la captura es efectiva, los laceros buscan el correspondiente microchip, que informará si el animal tiene dueño o no. Si el dueño había interpuesto una denuncia de pérdida, se le devuelve de inmediato. Si no, los laceros proceden a la denuncia reglamentaria –la última resolución se publicó el pasado martes, 6 de septiembre, en el BOCCE 5.084–. Si el animal no posee el microchip, se le mantiene en una cuarentena de 21 días, pasada la cual, y aplicadas las vacunas correspondientes, pasan a las dependencias de la Protectora.

Las explicaciones de la Protectora
Numerosas son las críticas que recibe a diario la Protectora de animales. Jorge Ramos, vicepresidente, argumenta que poco más puede hacerse. “Los laceros hacen cuanto está en sus manos”, dice. ¿Y en la Protectora? “Desde el pasado 1 de julio hasta el 10 de septiembre hemos recogido 54 perros, algunos entregados por los laceros y otros por personas que no pueden hacerse cargo”, explica. De este modo, son ahora 80 ejemplares los que aguardan en la Protectora a un dueño, de un total de 100 que pueden acoger de una forma saludable. Ante las críticas, Ramos responde que “no puede contentarse a todo el mundo” e invita al curioso a acercarse a la protectora para comprobar in situ el trabajo que se lleva a cabo. Los envíos a Francia y Suiza continúan. Todas las actividades, asegura, pueden comprobarse en la web de la asociación.

”Únicamente quiero que me dejen vivir en paz”
Roger Jacquemai, vecino del faro Punta Almina, critica a quienes alimentan o apedrean a sus perros

En las inmediaciones del faro de Punta Almina vive Roger Jacquemai, un ciudadano natural de Suiza y asentado en Ceuta desde hace décadas. Jacquemai sólo quiere que lo dejen “vivir en paz”. ¿Quién se lo impide? Jacquemai explica que desde que se habilitó el carril de paseantes y ciclistas, no dejan de pasar curiosos y “aburridos” que dan de comer o apedrean a sus perros.

Son precisamente sus perros el objeto de la discordia. En la Consejería de Sanidad y Consumo constan dos denuncias interpuestas por Seprona el pasado 19 de mayo, requerimientos cuya existencia desconoce Jacquemai. Sanidad Animal alega que nunca encontraron en casa al sujeto. Por otro lado, hay un sector de amantes de los animales que considera que no cuida apropiadamente a sus tres mascotas. Jacquemai no se arredra y defiende sus derechos y su propiedad privada. “Mis perros están limpios, vacunados y bien alimentados. ¿Qué problema hay, que los tengo amarrados? Pues he de decir que los míos son más felices que todos los que viven entre cuatro paredes, que solo respiran algo de oxígeno media hora al día y cuando los sacan para hacer sus necesidades”.

Los paseantes tienen su propia versión: están tan famélicos los perros que acuden a comer cualquier cosa que les ofrecen los viandantes. En cambio, Jacquemai defiende lo suyo con vehemencia. Le parece “tremendo” que la gente sea así de indiscreta. Explica que si su casa pudiera disponer de vallas los tendría sueltos, “claro que sí”, pero que, con todo, los saca a pasear, él o su familia, dos o tres veces al día.

Este ciudadano natural de Suiza cree que muchos ceutíes la tienen tomada con él por ser extranjero y llevar una manera de vida diferente al resto. Pero no sólo a él es a quien tienen manía, sino también a sus perros. “Son jóvenes, vigorosos, y ladran a todo el que se acerca”. Cuenta que los recogió del monte, cuando eran pequeños, que alguien los habría abandonado y que mantienen algo del carácter del cimarrón.

“Pero aquí todo el mundo opina una cosa diferente. Algunos vienen y me dicen que debería tenerlos sueltos, otros que no; otra gente me dice que debería darles más de comer y otros que no. Y lo único que yo deseo es que  me dejen vivir en paz”, exclama, al tiempo que añade que ha llegado a sorprender a gente alimentando a sus animales. “El colmo”, asevera. Ese es el problema de los perros del monte, señala Jacquemai, que la gente no tiene otra cosa que hacer que darles de comer. “Y esos perros no deberían estar sueltos por ahí”, concluye.