A la consejera de sanidad de la ciudad de Hamburgo (Alemania), habrá que preguntarle como ha utilizado el pepino español, en ensalada seguro que no, pues en caso afirmativo y según sus propias acusaciones, hubiera sido una de las enfermas, así que habrá que ver que utilidad le ha dado ella para quedar tan disconforme con sus cualidades, por preguntar que no quede.
Y que conste que el concepto que tengo de los alemanes no es para nada negativo, sobre todo si se trata de una pareja de esa nacionalidad, Beatriz y Roland, quienes aparte de buenos amigos son unos enamorados de nuestra tierra, de ahí que les haya llamado para pedirles que me cuenten cual es su percepción de lo que esta pasando con los productos españoles procedente de nuestra huerta, la respuesta fue contundente, “a ningún político alemán se le hubiera ocurrido nunca, decir eso de los pepinos franceses”.
Para continuar diciéndome que en su opinión, la actitud de sus gobernantes en todo este asunto, lo único que demuestra es la falta de respeto al pueblo español, afirmándome de igual modo, que dada su experiencia profesional y por el contacto que mantiene por lo general con mucho de los clientes que ha usado los servicios ofertados por su agencia de viaje, entre cuyos destinos me indica como destacado y muy solicitado el de nuestra ciudad, que todavía quedan muchas reminiscencias en el imaginario colectivo de los alemanes y especialmente de aquellos perteneciente a la clase política gobernante, de los años en los que españoles erais visto como unos empobrecidos emigrantes y contra esa ignorancia, me comenta, aun no hemos podido encontrar en todos estos años un antídoto, de ahí que para nada le extrañe que, dado los antecedentes comentados, aun no haya sido capaces fiablemente de localizar la procedencia de la bacteria que ha ocasionado todo este entuerto.
El caso es que el daño ya esta hecho, pues por mucho que queramos el recelo hacia ese producto va a estar presente como mínimo una buena una temporada y como carecemos de esa fuerza internacional de reclamar con contundencia nuestros derechos, pues nos conformaremos con las indemnizaciones que nos den, las cuales a duras penas llegaran a cubrir el 50 % de las perdidas, pues ya de principio solo han ofrecido el 30 %, esperemos que rectifiquen y que en su benevolencia, dulcifiquen un poco este mal trago que estan pasando nuestros agricultores, por culpa de una señora que ha tomado a nuestro pepinos como base fundamental de su insatisfacción política.
De hecho habría que pagarle unas vacaciones, yo me presto a mediar en ello proponiéndoselo a la agencia de mi amiga Beatriz, al objeto de darle a conocer a esta señora la ruta de los pepinos y hortalizas españolas y a la que, una vez conocida, seguro que se apunta todos los veranos, aun pagando dichas vacaciones ella misma.
A ver si de esa manera empieza a cambiar la actitud arrogante demostrada, pues aun a sabiendas de su metedura de pata, todavía no se “baja del burro”, siguiendo en sus trece de no reconocer su error, de ahí que me siga preguntando, que será aquello tan grave que le ha hecho nuestro pepino para que siga manteniendo esa fijación por él.
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