Nuestra amiga Silvia Vivancos escribió el día de todos los santos una bonita semblanza de nuestro libro sobre naturaleza y viajes en el litoral de Marruecos. Publicado en la contraportada del decano de la prensa ceutí, resalta el amplio ámbito geográfico que abarca la obra presentada y está escrito de una manera atractiva pues utiliza declaraciones realizadas directamente a Silvia respondiendo a sus preguntas en relación al libro. Aquellos que estuvieron en la presentación de la obra en la biblioteca pública del estado en Ceuta pudieron disfrutar de la introducción que llevó a cabo el presidente de nuestra asociación. Efectivamente José Manuel Pérez-Rivera habló sobre el libro pues había elaborado un prólogo que ha sido un regalo muy reconfortante después de todo el esfuerzo realizado a través de los cuatro o cinco años que nos ha llevado la elaboración de la obra.
Ciertamente, fueron pocas las personas que se acercaron a nuestra presentación, y quizá el día lluvioso tuvo que influir en el ánimo de algunos, no obstante también es cierto que a veces se hace pesado salir a escuchar algo que nunca sabes si será un rollo incomestible o por el contrario una amena intervención.
En nuestro caso pienso que la amena intervención de conjunto definiría mejor el acto que tuvo lugar en la biblioteca. Personalmente, no concibo intervenciones y ponencias insufribles para un público variopinto que necesita ser motivado para seguir asistiendo a este tipo de presentaciones.
Los conocimientos hay que presentarlos ante todos de una forma sutil, casi sugerirlos, no creo que sea buena idea bombardear a los amables asistentes con profundas disertaciones sobre los contenidos y de paso aburrirnos todos. Gracias a todos los que asistieron el martes por la tarde a la biblioteca y nos acompañaron en la fría y lluviosa tarde.
La orientación del libro es diversa, pues se trata de una obra tan válida para naturalistas científicos interesados en las generalidades de los ecosistemas y especies litorales como para todo tipo de personas con inquietudes culturales y que sienten atracción por la historia y la naturaleza de la costa marroquí. Nuestro prologuista escribió que los autores hemos sido elegidos por la naturaleza marroquí para una trascendental misión que es despertar los sentidos a un mundo para muchos desconocido.
No puedo estar más de acuerdo en este giro mágico del prólogo, pues no se entendería este punto sin atender a que algo inexplicable y trascendental nos ha sucedido para sentirnos tan íntimamente relacionados con la naturaleza magrebí que nos arrastra a explorarla, conocerla, estudiarla, divulgarla y sobretodo a amarla profundamente. Creo que se aprende el gusto por algo debido a la perseverancia y dedicación y así surgen las grandes vocaciones que nos arrastran a los seres humanos por las torrenteras de la razón y la emoción.
Parte de la magia es Ceuta, sin duda, esta ciudad fronteriza que desde nuestra infancia y juventud nos ha enseñado mucho sobre lo bello que puede ser un entorno natural.
El frecuente y deseado tránsito hacia el amplio territorio marroquí también es deudor de las enseñanzas de nuestros padres, amigos y familiares que con tanta devoción se entregaban a mostrar su pasión por Marruecos. Con la madurez y la cultura adquirida se van reforzando los afectos juveniles por las ciudades, lugares y gentes y de repente uno se ve envuelto en una aventura continua de viajes y excursiones en la que las ciudades antiguas, las montañas, los estuarios y los fondos marinos se convierten en objetivos permanentes de nuestra vida.
Una atracción irresistible que nos arrastra a seguir avanzando en el conocimiento, por otra parte imposible de completar pero que motiva incesantemente con la fuerza de un huracán. Por todo lo dicho creo que el autor del prólogo tiene pleno conocimiento y razón sobre lo que habla, pues no debe haber nada más sagrado para un ser humano que el territorio donde habita.
Para entender lo mágico es acaso suficiente sentir los olores de la montaña y el mar o el sobrecogimiento de un rincón boscoso con apariencia de templo, el viento gélido que forma la cencellada invernal y, como no, las formas imposibles de los quejigos, un pequeño cedro conquistando su territorio de nuevo, cruzarnos con la mágica salamandra, el simple deambular plácido de insectos o el rumor del agua de manantial que se oculta bajo nuestros pies.
Las exquisiteces del conocimiento a través de la cultura son también grandes motivadores que incrementan el interés por el viaje y por ello las recopilaciones científicas de hábitats y especies o de rocas, fósiles y orogenias son tan gratificantes para el viajero inquieto y, como no, el conocimiento general de la historia humana del territorio por el que se viaja.
Todo esto convierte en mágico el viaje por cualquier lugar de nuestro precioso planeta y por ello el que siente esta magia es sobretodo un iniciado, un aprendiz de la vida, un aspirante a convertirse quizá algún día en un ser humano verdadero, poético y pleno. Sentir todo esto, es tener un despertar transcendental hacia unos nuevos horizontes que no se podían otear debido al ruido del dinero, la decadencia física y mental, los miedos e inseguridades impuestas, el conformismo y el convencionalismo, la ignorancia y sobretodo la inabarcable estupidez humana sin fin.
Un iniciado tiende a repetir una interpretación mágica y trascendental de la vida allá a donde viaja y después del primer despertar ya no hay un territorio al que no se desee dedicar tiempo y trabajo pues la diosa de la biosfera habita por igual en todos sus ecosistemas. No obstante, el iniciado debe ser digno de la diosa y en este sentido diré que fue el territorio marroquí el que nos señaló y el primero que desveló por primera vez sus secretos.
Quiero pensar que la magia como prodigio entre el hombre y la naturaleza se debió a la pasión y al sufrimiento y a la lucha vehemente que se libra contra uno mismo y contra los mediocres narcisistas que siempre se aprovechan de la biosfera pero nunca hacen nada por ella; no en vano Joseph Campbell dijo que el sufrimiento humano es la patria del mito. Pienso que son las excursiones y visitas el mejor logro del libro pensando en la mayor parte de los viajeros inquietos que lo merecen. Las interesantes propuestas están repletas de posibilidades de disfrute en los variados aspectos que toca la obra y además cuentan con una sintética información histórica y natural con la que viajar mentalmente a otros lugares mientras se realizan los itinerarios.
Este libro es también un regalo para la ciudad de Ceuta, un modesto homenaje a su milenaria historia y, desde luego, una provocación positiva dirigida a aquellos jóvenes ceutíes con inquietudes viajeras y ganas de iniciarse en un estilo de vida no convencional, al igual que un llamamiento a las raíces ceutíes en relación a nuestro papel en la exploración del norte de África y sobretodo un canto al territorio natural que nos ha cobijado y alimentado durante tanto tiempo sin pedir nada a cambio.
Por último, cabe indicar que es un libro insólito que solo interesará a personas que buscan mucho más que una simple guía al uso para visitar Marruecos. De estas hay muchas, son predecibles y algunas tienen no pocas imprecisiones y fallos.
En palabras del periodista Gonzalo Testa que tuvo la gentileza de escribir un resumen de la obra en la contraportada del libro, “Las claves de la cultura amazigh y otras experiencias antropológicas inigualables, la continua cohabitación de procesos civilizatorios con el mundo ancestral de las tribus o cabilas, los hábitats sumergidos, el mundo perdido del Antiatlas y los espectaculares paisajes que se encadenan en uno de los litorales más antiguos y mejor conservados del mundo desde el punto de vista geológico son algunas de las paradas que se proponen entre más de mil fotografías, mapas, ilustraciones y referencias bibliográficas o recogidas sobre el terreno para profundizar en un sinfín de posibilidades”.
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