Omar Ch. volvió a comparecer ante la jueza, esta vez por un presunto atentado.
Hay historias que tienden a repetirse y la de Omar Ch. es una de ellas. Su caso saltó a la luz pública local y nacional a comienzos del pasado mes de febrero. Este hombre, natural de Mali, había intentado saltar la valla desde Ceuta hacia Marruecos para volver a su país. Justo al contrario de lo que suele ocurrir. Harto de esperar en Ceuta la posibilidad de marchar a la península optó por deshacer el camino andado. Así las cosas se dirigió hacia el vallado e intentó trepar por la alambrada ante los ojos sorpresivos de la Guardia Civil. Ellos lo trasladaron a la jefatura superior. Allí comenzaron los problemas. Omar -carece de documentos- se negó a ser reseñado. No permitió que se le tomaran las huellas dactilares y, ante el empecinamiento policial, golpeó a un policía. Por ello fue condenado a un año de prisión por un delito de atentado, pena que le fue suspendida.
Ayer, medio año después de su última comparecencia en el juzgado, Omar volvió al Penal y se sentó en el banquillo de los acusados. En esta ocasión el Fiscal solicitó dos años de prisión por la presunta comisión, otra vez, de un delito de atentado. El hombre negó todos los hechos y los agentes de la Guardia Civil le señalaron.
En esta ocasión, el inmigrante fue detenido el día 30 de agosto, sobre las 18 horas, en un asentamiento ilegal de inmigrantes a las afueras del CETI, en las inmediaciones de la barriada Postigo. Según el escrito de acusación, un grupo de guardias estaban peinando la zona para identificar a los inmigrantes y desalojarlos cuando encontraron la caseta en la que estaba Omar Ch. Tras intentar filiarle éste se abalanzó sobre uno de ellos y le propinó un cabezazo en el pecho seguido de varios manotazos “en forma de boxeo”. Esta versión fue ratificada por los agentes de la Guardia Civil, quienes aseguraron que el hombre quería escaparse y manifestaron que se trató de una agresión intencionada.
Por su parte, Omar Ch. no quiso prestar declaración en un principio, siguiendo con su línea de rebeldía habitual, aunque cuando le llegó el momento de la última palabra dijo que nada de lo que habían dicho los agentes era cierto. “Yo estaba en mi casa. Ellos la zarandearon y me pidieron la documentación”, dijo. Según él , al no tenerla le golpearon en la cara e incluso le empujaron al suelo entre varias personas. De esta forma negó haber agredido al agente de la Guardia Civil.
El Fiscal solicitó además la imposición de una multa de 120 euros para el hombre y que se le revocara la suspensión de la anterior pena de un año, es decir, que podría llegar a cumplir tres años. El caso quedó visto para sentencia.
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