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El incendio y la paideia

El incendio ha quemado bastante más que los valiosos hábitats perdidos dentro del espacio protegido (LICES6310001) que también es una zona de especial protección para las aves (ZEPA); ambas son figuras de protección de la UE. Se han quemado también las ilusorias fantasías de los que pensaban que había cuestiones relacionadas con el territorio que se hacían medianamente bien desde nuestro ayuntamiento y los otros organismos del estado.

La pompa onírica ha estallado y hay que despertar irremediablemente viendo que la institución militar ha realizado unas maniobras de dudosa seguridad para la integridad del medio forestal y seguro que no son las únicas con elevada peligrosidad ambiental; por otra parte, no parece que los servicios ambientales del ayuntamiento, acaso por falta de medios o por falta de celo profesional o por ambas cuestiones hayan cumplido honestamente con las labores de mantener el medio forestal sin grandes riesgos de sufrir incendios. Muchos son también los residentes de Ceuta, a los que nos negamos a considerar ciudadanos, que utilizan nuestro medio forestal como basurero particular sin importarles las consecuencias de sus deleznables actos. Hay que indicar que nos encontramos redactando un informe de daños que formará parte de la denuncia que presentaremos ante la fiscalía de Ceuta, una más para el cajón del olvido judicial nos tememos. En el contenido de este pequeño y modesto informe/relato de pérdidas se hacen consideraciones sobre la riqueza forestal perdida y la importancia de la misma. El medido forestal que se ha perdido estaba profundamente alterado por las talas abusivas del pasado y por una política de reforestación basada en criterios economicistas y mecanicistas y por ello tenemos una enorme masa arbórea compuesta de Eucaliptos y otras especies exóticas de rápido crecimiento. No obstante, lagunas aisladas de riqueza natural existen en estos entornos, algunos ejemplares de árboles autóctonos de valor patrimonial y zonas en las que las especies autóctonas están creciendo y dónde nos parece que las escasas repoblaciones dan sus frutos. Sin embargo, el valor estético del entorno era muy apreciable y las sensaciones de frescor de las partes bajas cerca del pantano un gran atractivo para el excursionista que animaban la subida desde el pantano hasta la tortuga. La composición de especies vegetales de ciertos rincones nos hablaban tímidamente pero con voz clara del pasado forestal de nuestros montes, la maquia podía llegar a cubrirnos casi completamente, nos sorprendían algunas reliquias vegetales aquí y allá. Una fuente antes de la última subida y el paisaje final, acaso el mejor premio de la excursión, la vista de las estribaciones montañosas ceutíes y el mar azul de nuestra bahía norte. Con todo, podemos decir que se trataba de una zona con más maquia que bosque y con un rico matorral que presentaba una gran concentración de palmitos. En el estrato más bajo dominan las jaras rizadas, el cantueso y una gran cantidad de cardos; todo este nivel se encontraba muy seco y todo ello junto con la falta de desbroce y retirada de restos vegetales secos han podido servir como acelerador del incendio una vez propagado. En el nivel medio se han perdido brezos y olivillas, un matorral alto de cistáceas, majuelos y muchos plumeros mauritanos y torviscos además de pequeños ejemplares de alcornoques e incluso nos pareció ver algún quejigo replantado. En ambos niveles la devastación ha sido total. En el nivel más elevado formado casi exclusivamente por Eucaliptos y Pinos las pérdidas de la ladera sur y al este han sido enormes, el norte y el este han sufrido algo menos. Los troncos calcinados de los palmitos forman una buena imagen final del dañino desastre. En este artículo, también deseamos llamar la atención sobre lo acontecido y las respuestas de las administraciones desde una perspectiva más reflexiva intentando comprender en clave filosófica los acontecimientos que nos han rodeado desde que se desencadenó el incendio. La Paideia según el filósofo Javier Gomá es una alta aspiración moral del ser humano en el que se entrecruzan los conceptos de civilización, cultura, educación y tradición. Es un estado mental en el que una generación recibe de los mayores todo este legado y posteriormente lo conserva y lo trasmite a la siguiente generación. En el caso del incendio, algo va francamente mal cuando una institución pública se siente por encima de la ley y se niega a asumir la culpabilidad moral y jurídica. Si en Ceuta se respeta profundamente al ejército no debería ser porque algunos vivan gracias a los cuarteles o por la prestancia de sus desfiles o porque ayuden en situaciones de emergencia civil (forma parte de su obligaciones profesionales) sino por sus grandes muestras de valor y ejemplaridad en distintos momentos de la historia de Ceuta derramando generosamente su sangre en el campo de batalla, justamente por sacrificar su mortalidad. Por desgracia, las instituciones públicas aplican a diario la famosa ley del embudo a los administrados. La máquina burocrática se revuelve contra sí misma y no quiere cumplir con sus obligaciones legales ni siquiera cuando claramente ha perturbado el orden público, destruido un valorado patrimonio natural y ha estado a punto de poner en riesgo vidas de personas inocentes. Los militares como garantes de la estabilidad del estado no desean asumir responsabilidades judiciales por sí mismos, sabedores del mal infligido solo desean repáralo con reforestación (lo cual es loable y esperable) pero prefieren, como la mayor parte de las instituciones de los estados en distintas situaciones, el atajo ético devaluando el acto moral del deber ser y dando la posibilidad de cambiarlo por una mala copia en papel timbrado. Si, la burocracia de estado rebaja nuestra humanidad y auspicia la picaresca legal que nos empequeñece como seres humanos y como sociedad, nos hace moralmente decadentes. Por lo tanto, la separación entre moral y derecho, que tantas contraindicaciones ha proporcionado en contra de la paideia, la vida buena y los nobles y naturales comportamientos humanos, ha alumbrado un sistema en el que no hay maldad fuera del reglamento jurídico que es poco más o menos que la burocratización de la moral o su conversión en líquido lo que por esencia debería ser de naturaleza sólidamente ejemplar según las herencias de las tradiciones culturales y morales recibidas. La idea de ética en la tradición del pensamiento humano no conoce tibiezas. En este estado de cosas, burócratas metidos a políticos y sus cohortes de babosos desoyen los gritos de la polis y abominan de su participación política. Solo están retrasando la siguiente transformación social que se hará con la aparición de un nuevo ser humano en ciernes, celoso de su intimidad pero participativo y conquistador de la deseada corresponsabilidad pública en los asuntos de todos, será esta nueva especie social la que con su empuje democratizador minimice a la conspiración político-burocrática del poder y a las castas de servidores públicos privilegiados, será el fin de la sociedad de funcionarios complacientes y de administrados indolentes tal y como la conocemos en la actualidad. En el caso del incendio de Ceuta habría que aceptar la necesidad de la “vis coactiva” al no actuar el derecho natural, el concepto de justicia y la propia paideia. Esta última ampara el hecho virtuoso y constituye por si mismo la pena moral y éticamente aceptada por los infractores accidentales del incendio. No hay posibilidad de comportamientos ejemplares en este caso pues no se reconocen los conceptos superiores a los que solo la mente del hombre ilumina, la “vis directiva” que es la que obliga en conciencia o moral pura y a priori, en una esfera superior a la que solo los que son dignos de ser felices (lo cual no quiere decir que lo lleguen a ser realmente) y solo los ejemplares pueden responder. Esta incomunicación entre el estado coactivo democráticamente votado por minorías y por lo tanto casi nunca legitimado y el individuo libertario y autocomplaciente de su infinita intimidad es justamente lo que pretende transforma la democracia avanzada creando ciudadanos para la polis plenamente participativos en su constitución y gobierno. Son ellos los que crearán los gobiernos y no sus servidores civiles, un ejemplo han sido las tomas ciudadanas de varios ayuntamientos del país. Uno de los problemas añadidos es que en estos tiempos se está produciendo la máxima coincidencia entre estos dos ámbitos privado y estatal: estas son irresponsabilidad, dejación de funciones, dimisión de la participación, vacuidad y descomposición de la ejemplaridad sólida en algo líquido amorfo y moldeable según las circunstancias. Todo esto en un ambiente demográfico propicio que proporciona el efecto directo de la descomposición y falta de arbitrio social de las masas humanas moralmente inestables. Alguien debe ser responsable, no podemos seguir en este estadio infantilizante que nos hace cada vez más decadentes tanto en la esfera íntima como en la pública. Sabemos que las intenciones de reforestación por parte de los militares han sido puestas de manifiesto por los medios de comunicación por lo que el paliativo práctico se hará realidad cuando los expertos forestales lo consideren oportuno. Pero es evidente que la altura moral para asumir el castigo judicial cuando se comete un error no se percibe y por ello los intentos de moralizar la burocracia ha través de la teoría de la justicia han sido fallidos tanto en este como en muchos otros casos. Nadie les dice a los militares que tomen cicuta como Sócrates pero sí que se sometan al imperio de la ley y que depuren sus responsabilidades de cara al futuro. Se les pide que sean ejemplares, ellos que saben lo que el término significa, no solo derramando su sangre sino cumpliendo con sus obligaciones cívicas. En una sociedad en la que no se tolera intromisión en la esfera íntima de la persona que se considera sacrosanta, el individuo débil se desmoraliza fácilmente y los tibios terminarán cayendo a gusto en el nihilismo sin moral viendo el espectáculo desmoralizante de las instituciones públicas que no quieren someterse al imperio de la justicia universal. Muchos nos llamaran exagerados, inadaptados e incluso peligrosos exaltados pero al menos ellos deberían preguntarse porque aceptan como parte de la normalidad la decadencia moral y social y los actos vandálicos contra las cosas que nos dan de comer, quizá deberían interrogarse sobre su participación en el desmoronamiento civilizatorio y la herencia que van a dejar a sus descendientes y si han perseguido alguna vez la bondad, la verdad o la belleza. Simplemente en esta ciudad/territorio prestamos nuestra voz al patrimonio que nos emociona, nos eleva y nos impulsa hacia la plenitud vital. Y esto pesa más en nuestras actitudes que cualquier razón de índole práctico-mecanicista. En este afán democratizador y de participación ciudadana hay que indicar que este domingo tendrá lugar una concentración en la zona del incendio dónde se leerá un manifiesto por la pérdida del patrimonio natural y los valores para la salud física y psíquica del ser humano que los entornos forestales proporcionan. También se hablará de crítica vigilante y de la necesaria disposición de medios humanos y materiales para llevar a cabo la restauración en tiempo y lugar. Por otra parte, se recordará lo necesario de contar con un plan que ordene los recursos y sus usos en el territorio ceutí y de la necesaria participación ciudadana. Esta ha sido una iniciativa que ha partido de diversas asociaciones que practican el contacto con la naturaleza (Anyera, Federación de montañismo, Enmanada, SEO y Septem Nostra-Ecologistas en Acción de Ceuta) y a la que se van a sumar diferentes colectivos y partidos políticos. Nuestra asociación desea expresar su agradecimiento a J.L. Aróstegui por sus generosas palabras de aliento vertidas en su artículo de los jueves en el periódico decano, agrada recibir un elogio, a pesar de que es harto exagerado hacia nuestra modesta actividad en el siempre espinoso cometido a favor del patrimonio natural y del ecologismo social. Es una rara y grata sensación ver que un veterano político reconoce públicamente el generalizado desinterés por el medio ambiente mostrando propósito de enmienda de cara al futuro. Nadie podrá decir de él que tuvo una actitud cobarde típica de tantos meapilas que militan en los partidos políticos. Otra cuestión será la capacidad de evolución que tengan tanto él como su partido en beneficio del patrimonio y el medioambiente.

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