En varias ocasiones se ha comentado desde este rincón la tendencia que tiene el cine a moverse a ritmo de modas temáticas; cuando “toca” una ambientación concreta, tenemos como mínimo dos cintas que parecen primas hermanas, ya sea de robos, magos, persecuciones o como el caso que nos atrae a nuestra cita semanal con el a veces sobreestimado séptimo arte, de legionarios, pero que a nadie se le venga la cabra a la mente, que nos referimos al cine de romanos, y más en concreto, a la querencia que casualmente (originalidad al poder) han mostrado dos coproducciones británicas por la novela que relata la desaparición en tierras bretonas de la mítica Novena al servicio del emperador Adriano. Nos referimos a La última legión, cinta de hace un par de años que pasó de puntillas por la cartelera, y La legión del águila, que focaliza nuestra atención y que sospecho que gozará de idéntico éxito.
El argumento narra las vicisitudes de un centurión demasiado joven para ser creíble, que desciende de una casta deshonrada por haber perdido el estandarte del águila a manos de de las salvajes, temibles y desconocidas tribus del norte de Britania, y entre ceja y ceja, excentricidades de los guionistas, le aterriza la idea de ir a recuperar dicho estandarte (y con él el honor perdido) con la única compañía de un esclavo fiel, britano para ponerle picante al tema, una moral inquebrantable y los ánimos añadidos de saberte el bueno de la peli.
El nombre que lidera el proyecto de reflejar una vez más uno de los orgullos británicos (aún les da gustito recordar lo mal que se lo hicieron pasar a los romanos con afán conquistador) es el de Kevin Macdonald (muy apropiado que se trate del firmante de El último rey de Escocia, nacido en Glasgow, el encargado de dirigir el asunto), y sin dispendios efectistas ni de combates masivos se saca de la manga una historieja dinámica y palomitera que mantendrá (más al principio que al final, donde la cosa ya decae) interesado al personal que se plante en el cine a ver una de aventuras sin darle numerosas vueltas al asunto.
El no excesivamente reputado reparto cuenta en sus papeles protagonistas de centurión y esclavo, en este orden, con Channing Tatum (Step up, Enemigos públicos) y Jamie Bell (el muchacho de Billy Elliot), sosito el primero y mejor el segundo en su extraña relación de tira y afloja en unas circunstancias históricas que lo ponen todo muy complicado para que empaticen demasiado. También tiene su papel el veterano Donald Sutherland, que da glamour al elenco.
Lo único que podemos destacar si cabe es una ambientación oscura amparada en un entorno natural que la propicia, pero quitando una deficiente banda sonora, tampoco podemos decir que haya que lamentar errores de bulto, lo cual no es poco para las fechas en las que nos encontramos. Podría haber sido mucho peor y también algo mejor…
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