Estamos rodeados de episodios surrealistas en nuestras pequeñas vidas que, si se saben captar, son una fuente constante de comicidad, una de las facetas de la risa sana es que pone coto a nuestras ínfulas y nos protege de pensamientos demasiado delirantes.
Las limitaciones que tenemos los seres humanos alcanzan dimensiones enormes y convivir con ellas se puede convertir en un duro y enrarecido ejercicio. De hecho, es quizá la falta de vidas consistentes y significativas lo que añade mucho desasosiego y produce este total desconcierto y contradictorias sensaciones sobre la existencia en grupo. Qué sentido tiene la evolución cultural en nuestra especie si nos dedicamos a vivir más como animales errantes, sin anclajes sociales sólidos y relegados a un limbo sin ética hacia los demás y sin compromisos para con el mundo que nos rodea. Más bien, nuestra sociedad parece un desecho, una degeneración de lo que pudo ser y nunca llegó por mor del número, un grupo exagerado de simios que ocupan y desbrozan los territorios balanceados, como el plancton, de aquí para allá por las corrientes del consumo y otras simplezas elementales de la existencia.
En cierto sentido, nos comportamos más como una plaga, debido a los destrozos naturales y las trasformaciones que somos capaces de llevar a cabo. Creo que gran parte de la vida que llevamos es bastante surrealista y por eso me gusta especialmente la película Amanece que no es poco de José Luis Cuerda. El genial director recrea un mundo donde las pasiones se reflejan ordenadamente a la vez que acepta con guasa las enormes limitaciones de los seres humanos en una sociedad decadente y sin mucho remedio. La forma de tratar los convencionalismos me parece magistral, son precisamente parte del problema pues nos arrastran a renunciar a la plenitud vital de tal manera que terminan afectando a nuestra ya de por sí delicada psique. La película retrata admirablemente a la sociedad de cazurros ante el espejo de la alta cultura literaria y el ensayo filosófico; aparecen también las insatisfacciones, el beaterio y la atracción por el rito religioso y su parafernalia cautivadora, la represión, la marginación racial, los vicios y por supuesto los estereotipos en los que las personas somos encasilladas. Ya que hablamos de surrealismo, me parece que es un concepto que se puede aplicar de lleno a lo que acontece en el mundo burocrático en general y por supuesto en la marinera ciudad. De hecho, después de asistir al Consejo Sectorial de Medio Ambiente donde se puso de manifiesto la necesidad de atender el medio forestal en estos momentos veraniegos para evitar los incendios nos parece todavía más surrealista lo que estamos viendo.
Una buena gestión forestal es necesaria y es una gran irresponsabilidad no ejercerla correctamente. Las causas del incendio serán posiblemente debidas a alguna imprudencia cuando no mala intención pero para que el bosque prenda se necesita unas condiciones vegetales apropiadas. Creo que tenemos derecho a exigir mayor productividad en el área de medio ambiente y sobre todo a las empresas municipales dependientes de los presupuestos de la ciudad. Seguro que tampoco cuentan con todo lo que reclaman pero también pueden hacer mucho más por la reforestación, el plan de ordenación del espacio protegido de Calamocarro y en general también por los caminos y senderos, muchos completamente abandonados. Como por ejemplo, el camino que va desde el mirador de Benzú hasta el primer fuerte de Aranguren no solo está abandonado sino que es peligroso pues hay puntas de hierro que sobresalen y pueden dañar a cualquiera en una caída fortuita. Por no hablar de la obsesión religiosa de algunos por crear santuarios en rincones de nuestros montes y pintarlo todo de blanco. Realmente la burocracia tiende a que todo decaiga y encubre a los que no quieren cumplir con sus responsabilidades éticas para con su sociedad.
Cuando coinciden una exagerada burocratización de la Administración (como la que acontece en Ceuta) con la ausencia de poder se generan escenarios impensables y sin las necesarias directrices políticas los técnicos van a su aire haciendo y deshaciendo a su libre albedrío sin que haya mucha coincidencia entre sus inclinaciones y los legítimos intereses de los ciudadanos. Ciertamente, el final de la legislatura del señor Vivas está terminando con todo tipo de problemas ambientales y el incendio sufrido por una de las zonas más sensibles de nuestro medio forestal es uno más en su haber. Es un capítulo más del desconcierto surrealista reinante en la consejería de medio ambiente que en estos momentos podemos decir que no existe. Lleva una legislatura sin existir, cuatro años perdidos para la cuestión ambiental y sobre todo en relación al patrimonio natural. Y es que nos da la sensación de que en los gobiernos del señor Vivas los repartos de consejerías se hacen un poco como en la película aludida anteriormente. Quien desee ocuparse del medio ambiente que levante la mano, y la levanta cualquiera, al fin y al cabo es el criterio del director de orquesta planctónico, el señor Vivas, el que lo va a elegir de acuerdo con su mente privilegiada para estos asuntos, menudo ojo tiene este hombre para elegir a personas cualificadas en la cuestión ambiental. De todos modos, nosotros no entendemos de nada y no alcanzamos a comprender que hay consejeros que valen para un roto o para un descosido y tenemos que entender que son personas completamente imprescindibles para la gestión política.
En definitiva, que los papeles de consejeros se los van repartiendo los elegidos por el dedo del poder del propio partido y a partir de aquí hay que empezar a mentir con convicción y hacer ver que realmente se está preparado para tal cometido por muy zoquete que se sea y por escasa la preparación que se tenga. Ante todo hay que acreditar un buen currículo de partido, horas de pasillos, capacidad de pegar navajazos al adversario para escalar por encima de otros, un armario bien repleto de ropita, miles de horas de copitas y tapas muchas tapas, muchas más cosas de ese estilo. Además lo importante es sonreír y sonreír mientras se celebra la Feria de Día en el bunker de Siza y hacerle boquetes al “monumento”, en cualquier caso el señor Vivas no lo ha pagado sino que hemos sido todos nosotros y los alemanes todavía más.