Barriada España, es una de las más antiguas de Ceuta. Se la conoce como ‘El Gallo’ por la presencia de un bar que se denominaba así y de ahí conserva este nombre. El club deportivo ‘Barriada España’ termina de darle su denominación actual. Actualmente, viven 5.000 personas, en su mayoría en plantas bajas, algunas de las cuales se mantienen como en sus orígenes. Sus demandas son numerosas e incontables las veces que han demandado ayuda tanto a la Ciudad, como a la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, FPAV. En todos los casos, se ha hecho caso omiso a sus peticiones.
Una de las principales es el tema del alcantarillado. Cuando se producen lluvias, la barriada sufre importantes inundaciones. “Solicitamos que vengan a limpiarlo pero no aparecen. También hemos pedido que lo cierren porque luego se acumulan las aguas fecales y la basura y esto es un foco de infección”, explica la vicepresidenta de El Gallo, Lamia Mustafa. Ante la falta de respuesta, las propias vecinas se ven obligadas a tomar cartas en el asunto. “Todos los inviernos se inunda y somos nosotras mismas las que tenemos que limpiar nuestras aceras”.
Los cables eléctricos son un riesgo para los residentes de El Gallo, especialmente para los más pequeños. La lluvia y el viento los mueve peligrosamente pero, al igual que con el resto de deficiencias, nadie pone solución a esos problemas. Son varias las zonas en mal estado, algunas muy antiguas y con riesgo de que terminen descolgándose. “A raíz del último seísmo que se produjo en Ceuta, en esta zona se notó bastante y los cables que estaban colgados más arriba se descolgaron más. Es un gran riesgo para los niños porque en un momento dado cualquier chiquillo puede colgarse, dado que está a una distancia muy baja del suelo”.
Las farolas se suman a esta interminable lista de deficiencias que nadie atiende. En este caso su antigüedad supera los 50 años. “Son cuadradas y los cristales se están rompiendo y cayendo al suelo. Por mucho que han venido a verla no nos han dado solución y seguimos teniendo poca luz y las que hay están rotas”, se lamenta Mustafa.
Brigadas verdes Desde la creación de las Brigadas Verdes, dependientes de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, la responsable de la AAVV de la barriada asegura no haber visto nunca a ningún operario en la zona. Es más, lamenta que ni siquiera han tenido la oportunidad de ofrecer trabajo a algún vecino del barrio. “No nos han dado la opción para presentar a dos personas para que puedan trabajar en las Brigadas Verdes, porque aquí también hay gente necesitada que tiene derecho a estar trabajando ahí. El problema es que no hay dos de cada barriada, sino cien de determinados barrios porque contratan a los que ellos quieren”, se queja Mustafa.
El tema de seguridad no es el más acuciante, ya que aseguran que es una “barriada segura”, aunque “no estaría de más algo de presencia policial porque sí ha habido algunos robos y ardido varios vehículos. En su día se creó la Policía de Barrio pero no se ha vuelto a ver y lo cierto es que todo estaba más seguro”, apunta uno de los miembros de la junta directiva de la AAVV.
Un muro que sólo deriva en problemas Si hay un tema que realmente indigna a los vecinos de El Gallo es el de un muro que ha derivado en innumerables problemas. En principio, dicho muro se levantó para evitar caídas a un barranco con el que colindaba una de las calles.
La AAVV remitió, hace dos años y medio, un escrito solicitando la construcción de una escalera de acceso a la zona de Huerta Téllez y que facilitara el tránsito de vecinos y de los niños y jóvenes hacia el colegio e instituto. “Seguimos esperando una respuesta, aunque la apertura está aprobada en Pleno”, se lamenta Mustafa.
Este muro es un peligro, incluso, para los coches, “porque si un vehículo choca, algo que no es difícil que suceda por la dificultad de maniobrar debido a la estrechez de las calles, y el muro cae, detrás hay una altura considerable”.
La cuestión más preocupante, sin embargo, radica en que los estudiantes se ven obligados a recorrer un camino más largo hasta llegar a sus centros de estudio. Ante la imposibilidad de este acceso, los niños y adolescentes deben cruzar una zona estrecha y oscura. “La bombilla ni siquiera enciende, es un peligro porque en invierno se pueden caer. Por la parte del muro es más directo y no tendrían que estar recorriendo calles y estar subiendo y bajando cuestas”.
Los chicos que van al instituto tienen que pasar por otro camino que “si llueve está lleno de fango, tienen que cruzar una calle y tienen que dar toda una vuelta para llegar hasta el instituto. Cuando es un día soleado pasan coches que levantan polvo y lo inhalan”.
A todo esto se suma un nuevo hándicap, la Calle Córdoba que, hasta hace un año era pública, ahora está cerrada y ningún ciudadano puede circular por esta vía.
Por otra parte, la apertura del muro también permitiría el acceso a una explanada donde los vecinos podrían estacionar sus vehículos, dado que la distribución de las calles de El Gallo no facilita el aparcamiento. “Además, hay mucho riesgo para los niños que salen corriendo de los callejones y un coche puede atropellarlos porque no los vea venir”.
La única solución, apostilla Mustafa, es abrir el muro y poner escaleras, pero no nos hacen caso”.
Malestar entre los vecinos Las vecinas han mostrado su indignación por el abandonado a que está sometida la barriada y que las ha llevado a coger útiles de limpieza y realizar una tarea que no les corresponde. “Aparte de que tenemos que salir nosotras a limpiar, sacamos la basura y la dejamos en el suelo porque no hay contenedores. Si las bolsas se rompen y la porquería se cae al suelo, se queda ahí porque no pasa nadie a recogerlo”, asevera Fatima Sora Mohamed.
La falta de papeleras lleva a que los niños terminen tirando restos de papeles, botellas o latas en las esquinas. “Y a pesar de todos los escritos que hemos presentado, no nos hacen caso”.
Mohamed explica el percance sufrido por una vecina cuando reventó una tubería de agua potable en su vivienda. “Acemsa tardó dos días en venir a arreglar el desperfecto y mientras el agua no hacía más que correr por la calle desperdiciándose”.
Otra de las vecinas, Latifa Mohtar, se lamenta de “lo mal que lo pasamos en verano porque hace mucho calor y no podemos salir un rato a sentarnos fuera ya que no hay bancos”. Al igual que en el resto de las demandas, todos han hecho caso omiso a sus reclamaciones. “Los niños tampoco tienen parques para jugar, están en las puertas y tenemos que estar pendientes de ellos porque los coches pasan muy pegados a las viviendas. Pedimos que nos hagan un poco de caso porque nos tienen muy abandonados”.
Espacios desaprovechados A la entrada del barrio, una enorme explanada que no se emplea, es la prueba evidente de la dejadez en El Gallo. Mustafa tiene claro que a esta zona sí se le da un uso, aunque no el que ellos piden. “Lo usan los operarios de las Brigadas Verdes y Obimace para guardar su material ahí. También están los niños que hacen botellones, fuman y forman escándalo, cuando todo esto podría emplearse como parque infantil que es lo que nos falta en la barriada”, exige la presidenta de la AAVV.
También carecen de local social donde desarrollar actividades para los vecinos. En las inmediaciones de esta explanada también hay un recinto, al parecer abandonado a mitad de unas obras y cuyo futuro uso desconocen, que reclaman para emplear como local del barrio. “Aquí sólo se ve tránsito de camiones que vienen a dejar material. Nosotros pediríamos este sitio para hacer un local social, porque al no tenerlo no podemos hacer ninguna actividad con los niños, no hay lugar de encuentro y tienen que jugar delante de las puertas”.
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