Categorías: Opinión

El futuro ya está aquí

Al hilo de los recientes acontecimientos que, de alguna forma, han vuelto a poner informativamente el acento sobre nuestra ciudad y, posteriormente, la de Melilla, el Delegado del Gobierno, señor González Pérez, nos sorprendió al declarar que él, al contrario del común, que no ceja de comentar sobre estas cuestiones en el ámbito de su vida cotidiana, se ha enterado por los medios  de las noticias que tienen que ver con esos conciudadanos que decidieron marchar a Siria a combatir contra el régimen de Bashar El-Assad, pues, oficialmente, no posee ninguna información. Sin embargo, tal vez para no quedar muy deslucido, nos tranquiliza comentando que los Cuerpos de Seguridad del Estado lo tienen todo controlado. No llegamos a comprender la política en zig-zag del señor Delegado, que, como un Jano bifronte, bien parece no estar enterado de casi nada o tenerlo todo bajo su mirada. Deberían nuestras autoridades esclarecer de forma pública y responsable su gestión, porque son demasiados años de incuria y abandono, de mirar hacia otro lado y practicar el tancredismo, ante un orden social de cosas en progresivo deterioro. Curiosamente, pocos días después de aparecer material sobre esos asuntos en nuestra prensa local y en El País, se producían las detenciones en Melilla de  Nabil Mohamed Chaib y Rachid Abdellah Mohamed por su integración en una organización yihadista, especialmente virulenta y cruel. De nuevo, se pone de manifiesto la edad aún joven de estos sujetos, de treinta y veinticinco años, respectivamente.
Ante el mensaje maquillado de tranquilidad que nos ha dejado el señor Delegado, nosotros queremos llevar hasta el conjunto de la ciudadanía, la conciencia clara y comprometida de que a los tiempos de la abulia y el desistimiento por parte de las instituciones públicas y privadas les ha llegado su fin y se ha presentado el momento en que la ciudadanía tome cartas en el asunto de forma civilizada y democrática. No se nos puede negar durante más tiempo que todos estos desafíos pueden haber comenzado a desbordar los límites de la convivencia en paz y libertad. Todos los ciudadanos de Ceuta y, por supuesto, del conjunto de nuestra Nación, han de exigir que se tomen las iniciativas políticas, sociales, económicas y culturales que pongan freno a una deriva peligrosa. Así pues, individuos, asociaciones e instituciones de la vida civil, de confesión religiosa, sobre todo las mayoritarias (cristiana y musulmana) y las de carácter laico, deben comenzar urgentemente la apertura de un espacio de encuentro sin prejuicios y diálogo sincero, para sugerir y proponer respuestas al totalitarismo oscurantista que representan las organizaciones yihadistas y la soflama salafista.
Dicho diálogo debe esforzarse por encontrar soluciones que impliquen a la inmensa mayoría de la población en el terreno social y cultural, pues no podemos seguir haciendo de la diversidad y la integración cultural de nuestra ciudad sólo un pabellón ondeando al viento del reclamo turístico, sino un auténtico modo de vida civilizado en el marco de nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho. Es hora de que reaccionen la comunidad musulmana y sus legítimos representantes porque la configuración creciente de la misma en tres guetos culturales (uno peligrosamente inclinado al salafismo, otro extemporáneamente vinculado a Marruecos y un tercero más integrado) separados e incomunicados en distinto grado, no sólo entre si, sino también del resto de la comunidad civil y ciudadana ceutí, es un lastre para el progreso en paz y libertad de Ceuta. La comunidad musulmana ha de tomar conciencia de su condición ciudadana, vinculada a las instituciones locales y nacionales, sin ningún tipo de prejuicio ni tampoco de recelo, pues la vida civil de las democracias auténticas es el combustible que posibilita el camino hacia unas mayores cotas de cohesión, solidaridad y justicia comunitarias. Para ello ha de implicarse con el resto de los agentes civiles ceutíes a fin de vincularse y sentirse parte de ese proyecto que llamamos España.
En esta tarea consideramos imprescindible la presencia de las mujeres, con su capacidad para crear entramado social y su anhelo de una mayor presencia en la vida pública, tanto política como profesionalmente, pues en esta tarea están llamadas a desarrollar una necesaria acción de vanguardia para una extensa e intensa integración social. Su problemática específica les permite un enfoque transcultural o transversal de la misma, como, sin duda, también lo es la función de las instituciones de la enseñanza pública en la que se aprenden e interiorizan ideas, actitudes y comportamientos cohesionadores e integradores. No es la cultura del pelotazo conseguido de forma poco lícita la que dará vida a Ceuta, sino la integración cultural, la visión política de progreso a través de las instituciones educativas que dote a los niños de un desarrollo integral y a los jóvenes de una formación cualificada para el desempeño profesional y empresarial.

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