El documento de alegaciones al PGOU, documento que marcará las directrices de las actuaciones que se llevarán a cabo en nuestro territorio, es posiblemente, en su género, el más concienzudo trabajo de crítica constructiva y propuestas que hemos realizado.
No escapa a nadie que siga mínimamente nuestras intervenciones en los medios de comunicación de la ciudad, nuestra profunda preocupación por el territorio ceutí y sus valores. Es por todo esto y por la gran cantidad de letras escritas y recitadas a favor de la conservación y el uso adecuado del territorio (numerosos artículos de opinión; intervenciones en radio y televisión; redacción de informes) que ahora se presenta un extenso informe. Creemos sinceramente que está a la altura de la importancia que nosotros damos al PGOU, pero también recoge una parte representativa de nuestra experiencia y también del bagaje cultural que hemos estado atesorando.
Somos los mismos que comenzamos esta dura y satisfactoria travesía por el tiempo y el espacio ceutí, pero nuestras capacidades de percepción y sobre todo la sensibilidad se han estado desarrollando de gran manera a través de la lectura reposada y la reflexión crítica. Un buen equipaje cultural, aunque sea modesto, nos hace crecer y afrontar con mejores perspectivas un asunto tan complejo como es el territorio. Nuestro planteamiento es trasgresor al pensamiento común acomodado y arrastrado por la corriente mecanicista/economicista. No es utópico, ni siquiera debe verse como un tipo de idealismo sino como la aplicación de la cultura de nuestra especie, nuestro más elevado legado animal, al ámbito del territorio que es dónde se desarrolla su existencia.
Desde el comienzo, nuestro documento no engaña a nadie, se posiciona a favor de la reflexión y de la adecuación del hombre al territorio y no al revés. Por eso, se mencionan a algunos gigantes del pensamiento reciente y contemporáneo como Gedes, Mumford, Bettini y otros y por eso instamos desde el principio a volver a pensar este plan en función de otros parámetros más acordes que, en el caso de Ceuta, no animen la expansión territorial de las edificaciones, sino a todo lo contrario. Se percibirá como un pensamiento radical por su postura opuesta al dogma reinante que es el crecimiento ilimitado hasta que no nos quede territorio para crecer. Todo ello, justificado por una supuesta demanda de recursos y servicios y sobre todo porque dejar de crecer y de consumir es el fin del sistema económico tal y como lo conocemos. Pues bien, nuestro punto de vista opuesto nos permite analizar el territorio de Ceuta desde otra perspectiva más cercana a las dimensiones del hombre y, por ello, el concepto fundamental que barajamos es que se puede proyectar el aumento de la calidad de vida del territorio sin recurrir a proyectos de expansión de las edificaciones existentes. Dicho con otras palabras, pensamos que en Ceuta no se debe basar el desarrollo económico en el derroche del territorio que es un bien escaso. A los problemas económicos hay que buscarles otras soluciones que no pasen por dañar, amputar y destruir los sistemas naturales que nos ofrecen calidad de vida y algo de paz a nuestras atribuladas almas. De la misma manera, el patrimonio cultural debe ser respetado y nuestro pasado edificado conservarse como si de libros antiguos se tratara. En cierta manera sería como liberarse de la tiranía de los codiciosos y los necios que malgastan sus energías en acumular capital en vez de compartirlo y que se dañan a sí mismos por ser presas de sus pulsiones delirantes.
Parte del problema del propio PGOU es que se dan tantas cuestiones por sentadas que realmente corremos el riesgo a no ser captados y mucho menos entendidos. Los límites del crecimiento es uno de los grandes temas de fondo de nuestras alegaciones y, aunque es una cuestión contrapuesta a la máquina electoral y por tanto difícil de aceptar por la gran mayoría de los políticos profesionalizados del momento, tendrá que abordarse tarde o temprano en nuestra ciudad. Ya la capacidad de carga es intolerable en muchos aspectos del transcurrir vital de nuestra ciudad y se van aceptando todos los problemas derivados de esta locura colectiva pero también es cierto que van dejando sus numerosas huellas. Los colapsos y alteraciones varias que afectan a poblaciones de seres vivos y que se pueden achacar a fenómenos naturales, de los que desconocemos la mayor parte, no suelen tener una progresión lineal sino que están representados por funciones numéricas más complejas y poco predecibles. Dicho de otro modo, en cualquier momento pueden desarrollarse situaciones inverosímiles como por ejemplo que miles de personas se encuentren esperando una oportunidad para atacar un puesto fronterizo con la finalidad de buscar un futuro mejor.
En definitiva, son muchas las llamadas de atención que hemos intentado plasmar en un muy elaborado documento de alegaciones. Una de ellas, es una vez más el Monte Hacho, quizá la única zona del territorio de Ceuta donde parece que pueda haber puntos significativos de acuerdo con los responsables políticos. Tal y como se incluye en el documento de alegaciones presentado al PGOU, en el año 2000, obligados por un informe de la inspección de trabajo, la Ciudad clausuró el vertedero y no tuvieron mejor ocurrencia que construir una planta de transferencia de residuos en los terrenos de la antigua batería de las Cuevas. Casi al mismo tiempo se presentó ante las autoridades comunitarias la propuesta de espacios naturales que en el futuro debían representar a Ceuta en la Red Natura 2000. Precisamente dos de los lugares seleccionados fueron los acantilados del Monte Hacho y la franja litoral que lo rodea. Quedaron así declarados la ZEPA Acantilados del Monte Hacho (ES0000197) y el LIC Zona Marítimo Terrestre del Monte Hacho (ES6310002) Nos encontramos, pues, en la actualidad con unas instalaciones claramente incompatibles con un espacio natural protegido por la Unión Europea y contrarias a la legislación comunitaria.
Por si fuera poco argumento para solicitar la reubicación de la planta de transferencia de residuos a otro lugar el hecho de que se situé en pleno corazón de un espacio incluido en la Red Natura 2000 y rodeado por un LIC marino, podríamos añadir que el Monte Hacho tiene la consideración de Monte de Utilidad Pública desde el año 1934, lo que supone la máxima protección que se le puede otorgar a una zona forestal. Pero si algunos aún albergaran alguna duda sobre la conveniencia de trasladar estas instalaciones deberían saber que la planta de transferencia invade el entorno protegido del denominado “Garitón o Cuerpo de Guardia de las Cuevas, declarado Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura (R-I-53-000500/012), lo que supone un claro incumplimiento de la medidas de protección que para este tipo de bienes contempla la ley 16/85 de Patrimonio Histórico Español. Por estos motivos esgrimidos y por muchos otros ya expuestos años atrás y si se quiere por el propio buen sentido o por simple buen juicio estético o porque no se vuelen más plásticos y basuras hacia los acantilados y el mar protegidos, hagamos entre todos posible que se traslade la afeante planta de trasferencia hacia otros lugares más apropiados. Además, aconsejamos a las autoridades que pongan en práctica el plan de residuos ahora guardado en un cajón de la difunta Consejería de Medio Ambiente.
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