El fracaso de la apuesta turística

El turismo se ha convertido, desde hace bastante años, en el supuesto elemento dinamizador de la economía ceutí. Hay una empresa municipal cuyo objeto son los servicios relacionados con el turismo y no hay mes que no se anuncie que se ha llegado al acuerdo definitivo en materia turística, acuerdo que va a llenar nuestras calles de turistas dispuestos a gastar a manos llenas.
El turismo es una actividad económica que hay que cuidar y que sin fuertes raíces no comienza nunca a florecer. Lo primero que hay que tener es una oferta realmente atractiva, porque en este mundo de ofertas de líneas aéreas de bajo coste los mejores destinos se encuentran al alcance de buena parte de la población.
La oferta turística no es la mera ubicación geográfica, sino un conjunto de actividades que se unan a los atractivos naturales y culturales que el destino pueda tener. Ser como los demás no vende, porque nadie sale de su tierra para ver un sitio exactamente como en el que vive. En el turismo operan, con preeminencia, valores estéticos tales como lo singular o lo genuino. Hay que saber explotar las peculiaridades y hacerlas merecedoras del dinero que el turista tiene destinado a sus viajes.
La oferta turística no se agota en una visita. La oferta turística tiene que tener en cuenta un conjunto de elementos que se suelen agrupar bajo la denominación de “servicios turísticos”. Desde los que actualmente existen y que dependen de las instituciones (planos, guías y carteles informativos) hasta los que deben ser generados por la iniciativa privada en forma de ocio, restauración y plazas hoteleras.
Lo formal e institucional está cubierto, algo sin mérito. De hecho el gasto en lo que respecta a la administración de la Ciudad es excesivo si lo comparamos con los resultados (fruto de exprimir datos) y la presencia triunfal en FITUR de cada (triunfos sin beneficios) es pura y burda propaganda. Los turistas, salvo en los destinos estelares, suelen acudir a sus destinos en los periodos vacacionales. Periodos de fin de semana (para el turismo más cercano) y vacaciones estivales para los turistas más alejados.
Durante las vacaciones veraniegas la vida cesa en nuestra ciudad, la actividad desciende hasta la duda de que realmente exista y si, casualmente, llega un turista a nuestro término municipal lo más probable es que se encuentre todo absolutamente cerrado o con un horario que le forzaría a meterse severos madrugones, absolutamente prohibidos cuando uno está de vacaciones.
La cuestión del precio es decisiva. Los precios de los trayectos del Estrecho no solamente suponen un ataque al derecho fundamental a movernos por nuestro país, sino que constituyen un poderoso disuasivo para no visitar nuestra ciudad. Una pareja puede llegar a pagar cifras absurdas, para los tiempos que vivimos, por un simple trayecto de una hora escasa. Un precio que puede doblar el del desplazamiento a cualquiera de los destinos más renombrados del continente europeo.
La apuesta por el turismo como factor determinante del crecimiento económico de Ceuta ha fracasado rotundamente. Una apuesta que es mejor abandonar antes de seguir tirando dinero y despilfarrando recursos que, seguramente, estarían mejor invertidos en otras partidas.
Las apuestas económicas están en otros sitios y en otros sectores. Hace falta imaginación y hacer una profunda limpieza de prejuicios, premitiendo al mercado actuar y permitiendo la entrada de nuevos operadores económicos, dejando de una vez de subvencionar a los operadores que tienen anquilosada nuestra economía y que siempre nos han mantenido en la mayor tasa de paro de España.