Categorías: Tribunales y justicia

El Fiscal pide cárcel para un guardia civil detenido con 197 gramos de hachís

“Consumo hachís pero no soy un traficante”. Estas fueron las últimas palabras que reseñó ante el juez del Penal número 2 un agente de la Guardia Civil que ayer se sentaba en el banquillo acusado de un delito contra la salud pública.

En junio de este año, el guardia H.A.M. fue detenido por agentes antidroga de la Compañía de Ceuta cuando desembarcaba en la ciudad con 197 gramos de hachís en su poder. Ahora se encuentra en suspensión de empleo y sueldo hasta que se resuelva judicialmente su caso que se mueve entre dos concepciones bien opuestas. La de la defensa, que ayer se encargó de solicitar su absolución al destacar que la droga que se le había encontrado era para su consumo y, por tanto, no existía el tipo penal de un delito de tráfico de hachís ya que sorprender a una persona con cierta cantidad de droga no significa que sea traficante. La defensa puso un símil a lo castizo: “Que nos tomemos una cerveza o dos al día no significa que seamos alcohólicos, pues aquí sucede lo mismo, mi cliente portaba droga para su consumo y eso no le convierte en un traficante”, señaló.
Por contra el Ministerio Fiscal mantuvo que el agente formaría parte de una organización y habría traído en su poder la droga, en concreto dos pastillas, porque eran muestras de la sustancia que se pretendía vender. Por ello interesó la condena del agente a poco más de un año de prisión, tildando de inverosímil la historia de que la droga fuera para su consumo dada la cantidad que portaba.
En su declaración el agente H.A.M. confesó que había adquirido la droga porque en breve iba a marcharse de vacaciones con su familia a la península y, dado que era consumidor habitual, había decidido comprar una mayor cantidad de hachís para poder consumirla durante todo el periodo vacacional. Cuando fue interceptado en el puerto, a su regreso de Algeciras a donde había marchado a recoger unos documentos, se le encontró el hachís en su poder. El guardia dijo que había comprado la droga y se la había guardado en un bolsillo de sus bermudas, olvidándose de ella hasta que, interceptado en el puerto, se acordó que tenía la droga en su poder. A pesar de su condición de guardia civil, mantuvo que desconocía que la cantidad de droga que portaba superaba la considerada para el autoconsumo e insistió en su tesis de que no era traficante. La versión ofrecida ayer ante la sala de lo Penal dijo que era la verdadera ya que, en el momento de su detención, ofreció otra versión completamente distinta. “Me inventé esa historia por vergüenza”, aclaró.
¿Y de qué historia hablamos? En su día el agente mantuvo que la droga era de otra persona y que él la había traído por hacerle un favor. Asegura el guardia que dijo todo esto porque le daba vergüenza que sus compañeros supieran que siendo un agente que en la calle se supone que debe luchar contra el tráfico de drogas luego él mismo se dedicara a adquirirlas para consumirlas. “Estaba súper nervioso, asustado, quería echar la culpa a alguien”, confesó.
Dos amigos del guardia testificaron para declarar que el agente consumía habitualmente hachís con ellos, especificando que nunca lo había hecho de servicio. Eran testigos aportados por la defensa del agente para explicar el modo de vida, a camino entre la costumbre y lo ilícito, que se supone había rodeado al acusado. El propio guardia matizó que se había criado en un ambiente en el que “es costumbre” ver a la gente mayor fumar porros y el consumo de hachís había formado parte del estrato social en el que había crecido. Dejó claro que su relación con el hachís terminaba en la compra de la sustancia a una persona, pero que nunca había entrado en contacto ni con organizaciones ni con nada vinculado al tráfico.
El juicio quedó ayer visto para sentencia.

El grupo antidroga se enteró del caso por una llamada anónima que nunca investigó

Tanto el jefe del grupo antidroga de la Guardia Civil como uno de los agentes que intervinieron en la detención del acusado prestaron ayer declaración. Básicamente coincidieron en sus exposiciones. Ambos recalcaron que se enteraron de que el agente llegaba de Algeciras con droga en su poder por una llamada anónima que se recibió en la sede. Llamada que nunca se investigaría. El anónimo les indicó que en el barco de las 20.00 horas llegaba un guardia, del que dio su nombre, con hachís en su poder. Los agentes esperaron en el puerto la llegada del detenido que, efectivamente, portaba 197 gramos. Los dos testigos dijeron que en todo momento el detenido estaba tranquilo y más preocupado por saber qué le iba a pasar disciplinariamente que por la vía penal, quizá como si pensara que portar esa sustancia no fuera delito. El jefe del grupo declaró, sólo como mera sospecha, que el agente podría haber portado ese hachís como muestra; algo que, dijo, acostumbran a hacer los correos de las organizaciones que se dedican a mostrar el hachís en la península a posibles compradores. Como el tema no se investigó nunca pudo confirmarse este extremo.

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