Las entradas de subsaharianos ocultos en dobles fondos de vehículos se ha convertido en un filón exitoso para las mafias. De esta manera se están colando muchos de los inmigrantes que luego llegan por su propio pie a las dependencias policiales o al Centro de Estancia Temporal. Es un goteo marcado por el éxito. Las detenciones que se han producido en el último año no han conseguido frenar esta táctica. Mientras, las fuerzas de seguridad tienen varias investigaciones abiertas, algunas judicializadas, que desvelan la existencia de una amplia flota de vehículos dotados con dobles fondos que se convierten en salvavidas para estos inmigrantes.
Ni las colas y el caos fronterizo constituyen un obstáculo para los pases. En menos de 24 horas, se han producido tres detenciones de pasadores y se ha liberado a dos subsaharianos que habían sido introducidos por el Tarajal ocultos en dobles fondos realizados en un Renault Clio y en un Opel Corsa. Los tres detenidos, una mujer por pasar a un joven maliense (del que ayer informaba El Faro en última hora), y dos hombres (un ceutí y un marroquí) por pasar a un guineano, han sido acusados de tráfico de inmigrantes. Algunos de estos pases han sido temerarios. Bien lo sabe el inmigrante D.B., de 29 años, que tuvo que ser ingresado en el Hospital la noche del miércoles al jueves con un cuadro de asfixia y varias contracturas cervicales, lumbares y musculares debido a la posición en la que tuvo que permanecer durante horas, atrapado en un habitáculo y, sin saberlo, atrapado también en un caos fronterizo.
Ya ayer, la Guardia Civil, contando con apoyo de la Policía, conseguía la detención de dos individuos que, aprovechando ese mismo descontrol en el Tarajal, habían escondido en el doble fondo realizado debajo del sillón de su Opel Corsa a un subsahariano. El inmigrante fue liberado, toda vez que los agentes se apercibieron de su presencia en el doble fondo. Durante el registro, uno de los dos ocupantes del vehículo se intentó dar a la fuga, sin reparar en que todo el entorno del Tarajal estaba plagado de guardias civiles, algunos de paisano, y policías. Su huida le duró bien poco: desde el propio paso fronterizo a los terrenos del Jato. Punto y final. Allí, en plena carrera, fue interceptado por las fuerzas de seguridad, retenido y esposado. Tanto él como el copiloto del coche quedaron bajo control de la Benemérita, quedando intervenido su coche y liberado el inmigrante.
Estos dos casos descubiertos y coincidentes prácticamente en el tiempo se suman a otros de similares características que se han producido en este 2014. La semana pasada, sin ir más lejos, varios subsaharianos llegaron por su propia cuenta a las dependencias policiales del Paseo Colón tras colarse de forma clandestina confesando que lo habían hecho dentro de coches. No hay semana en la que no se produzcan llegadas, todas ellas marcadas por el elevado precio que abonan por conseguir este tipo de entrada (unos 6.000 euros) y por las serias dificultades físicas que padecen.
Los individuos que se prestan a ser conductores son usados por quienes realmente integran las organizaciones mafiosas y que mueven la captación, ocultación y preparación de turismos, o sea, el negocio. Al margen de las detenciones practicadas en Ceuta, Marruecos también ha llevado a cabo varias en su lado fronterizo, algunas de ellas de ceutíes que habían sido empleados como pilotos de coches y que están presos en cárceles del norte marroquí.
Asesorados y orientados por otros colegas
Algunas de las entradas de inmigrantes subsaharianos en Ceuta vienen asesoradas y orientadas por otros compañeros que ya están en el CETI y con quienes mantienen contacto a través de móvil o incluso vía internet. Esa relación es permanente y se traduce en el intercambio de informaciones sobre las formas de pase, sobre la situación que hay en el centro de estancia temporal o la que se produce en la propia ciudad, como la de ahora, en la que impera el caos diario en la frontera. Son ya varias las ocasiones en las que los intentos de entrada masivos o bien los que se producen en balsas o en coches tienen lugar en momentos en los que, curiosamente, hay dos o tres subsaharianos del CETI en las cercanías de la frontera. Inmigrantes que, como ayer, hacen uso de su teléfono móvil mientras se están sucediendo, con éxito o no, estos pases. Después abandonan el lugar. Ayer, de nuevo, estaban allí.