El falso derecho de autodeterminación

De un tiempo a esta parte, cada vez más en Cataluña y el País Vasco, se viene usando, abusando y a veces hasta amenazando con la posibilidad de recurrir a lo que los nacionalistas radicales presentan como su sacrosanto “derecho a la libre determinación”. Por ejemplo, en Cataluña algunos se suelen valer mucho del supuesto derecho para invocar privilegios, contraprestaciones económicas por aquello de que ”la pela es la pela”, derecho a la discriminación positiva con tal de que se les considere “diferentes” a los demás españoles que a ellos tanto parece que les avergüenza ser, utilización de términos separatistas como “Cataluña y el Estado español” o “Cataluña y España” (como si los catalanes no fueran también españoles), y esa frase tan soberana suya de que “Cataluña es una nación”. De manera que ahora el honorable Artur Mas hasta llega a amenazar con que, o hay su ambicioso  “Pacto fiscal”, o celebra un referéndum en el que el pueblo catalán decida sobre “su” derecho de autodeterminación.  E igual sucede en el País Vasco, también invocando el   mismo derecho de autodeterminación, que a veces lo disfrazan de un supuesto “derecho de decisión” para ver si cuela, ya que muchos de ellos creen pertenecer a una raza superior, con origen distinto al resto de España, con ADN y Rh negativo diferentes. Y radicales de ETA, dispuestos a la secesión hasta por la fuerza de las armas.  
Sigo manteniendo mi particular  tesis - ya expuesta en numerosos artículos -  de que el problema de vascos y catalanes no es otro que el enorme complejo de inferioridad que padecen respecto del resto de los españoles, aunque aparenten lo contrario. Y creo que eso se debe a que son de las pocas Comunidades Autónomas que nunca han pasado de ser, o bien un simple condado como siempre ha sido Cataluña, o meros señoríos, que es lo que nunca dejaron de ser las antiguas Provincias Vascongadas.  Además, ambas regiones fueron tan poca cosa por su propia voluntad, dado que se integraron en el reino de Castilla no por la fuerza, sino voluntariamente. Así, Guipúzcoa ofreció ella misma su Señorío a Alfonso VII de Castilla el año 1.200, que lo aceptó; Álava, se incorporó porque quiso a Castilla el año 1.332 por el convenio de Arriaga; y Vizcaya, también se unió ella misma a Castilla en 1.339. O sea, que las tres provincias vacas (lo de Euzkadi es otro invento más, que sólo  se debió a un periódico) están voluntaria y libremente unidas a España desde hace ya 812, 680 y 673 años, respectivamente. Y tampoco se puede ignorar que aproximadamente la mitad de los actuales residentes en territorio catalán y vasco no son naturales con arraigo, sino nacidos o de origen en otros puntos de España. Y, en cuanto a Cataluña, perteneció al reino de Aragón, que en 1492 se unió voluntariamente al de Castilla.
Conste que siempre digo -  y de verdad lo creo -  que tanto la generalidad  de los vascos como la de  los catalanes constituyen dos pueblos muy dignos, honrados, laboriosos y emprendedores, que han dado muchos y buenos hijos de los que España y los españoles tenemos que sentirnos orgullosos. En el siglo XVIII, vascos fueron honor y gloria de nuestro país en el comercio, en la cultura y en la navegación. Grandes y afamados capitanes de la Marina española navegaron por todo el mundo, surcando nuestras naves todos los mares y enarbolando la bandera española. Muchos vascos, fueron protagonistas de grandes hechos por Europa, el Mediterráneo y América.
Y también dieron muestras de lealtad y patriotismo a España, no reñidos con su gran amor a su tierra vasca. Ahí están la españolidad profesada de los Caballeritos de Azcoitia, la Real Sociedad Guipuzcoana de Gracas, la Vascongada de Amigos del País, etc. Y los vascos lucharon al lado de España contra la Convención Francesa, combatieron al lado de Castilla en favor de Felipe V, y  en la Guerra de la Independencia con gran valor y lealtad prestados a la Nación.
Y de los catalanes, la limitación de espacio me obliga a poner sólo varios ejemplo: En 1674, cuando se intentó en Cádiz que, para comerciar con Indias, los catalanes tuvieran consulado propio, al igual que franceses, genoveses y demás extranjeros, el representante de los marinos catalanes escribió a la Reina lo siguiente: "Tener cónsul en una parte y tierra es por las naciones, que son propiamente naciones, pero no por aquellas que son inmediatas vasallas de una Corona, como lo son las catalanas de la Real Corona de S. M., los cuales como a propios vasallos son y se nombran españoles, siendo como es indubitable que Cataluña es España (...) "No ha sido ni es de quitar a los catalanes al ser tenidos por españoles, como lo son, y no por naciones". Fueron muchos voluntarios a luchar contra Francia en la Guerra de la Independencia, y en la Guerra de África de 1859-60 al lado de Prim.
Pero vayamos ahora al análisis jurídico de lo que es el fondo de la cuestión. Y, en tal sentido, el artículo 1.2 de la Carta de la ONU, dispone que es propósito de las Naciones Unidas fomentar la “libre determinación de los pueblos”. Pero hasta el jurista más bisoño sabe que ese derecho a la libre determinación, no se refiere a los pueblos que ya formen parte o estén integrados en un Estado democrático, sino a los “pueblos coloniales”, a los territorios no autónomos que en la década de 1960-70 aun permanecían colonizados o bajo tutela de algún Estado. Tanto dicha Carta como el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos expresan lo que silencian y ocultan vascos y catalanes, y es cuando  disponen que: “Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta cualquier acción encaminada a quebrantar o menoscabar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes que se conduzcan de conformidad con el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes descrito, y estén, por tanto, dotados de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivo de raza, credo o color”. Y lo mismo se dice en la Resolución descolonizadora de las Naciones Unidas de 14-12-1960, Resolución 1514 de la XV Asamblea, en la XXV del mismo organismo y en la sentencia del Tribunal de Justicia Internacional de La Haya de 7-12-1927 y en la doctrina de la Convención Panamericana de 20-02-1928. Se ve la gran falacia orquestada por vascos y catalanes.   Dichos textos internacionales prohíben expresamente “cualquier acción dirigida al quebrantamiento parcial o total de la unidad nacional e integridad territorial de cualquier otro Estado o país”.
Así se declara también en la Resolución descolonizadora de las Naciones Unidas de 14-12-1960, en la Resolución 1514 de la XV Asamblea, en la XXV del mismo organismo, en la sentencia del Tribunal de Justicia Internacional de La Haya de 7-12-1927 y en la doctrina de la Convención Panamericana de 20-02-1928. Se ve así cómo lo que vascos y catalanes invocan es una mera falacia o falso derecho. Porque, además, para que ambos pueblos pudieran ser independientes, tendrían que conseguirlo en un referéndum nacional, democrático y autorizado, que se celebrara, no en el País Vasco o en Cataluña, sino en todo el Estado español. Y, por si ello les pareciera poco, luego también nos quedaría nuestra Constitución de 1978, sobre todo, en lo que se refiere a sus artículos 2 y 8, encomendando este último velar por la preservación de la integridad de todo el territorio español a la que quizá sea la Institución más seria de nuestro Estado.
En concreto, que vascos y catalanes nacionalistas no hacen más que invocar un falso “derecho de autodeterminación” que para nada existe en el Ordenamiento jurídico Internacional y tampoco en el Derecho Constitucional español. Por eso, cuánta razón tienen el historiador Ricardo de la Cierva en su libro “Hijos de la gloria y de la mentira”, al aseverar: “De la auténtica historia del País Vasco, se está haciendo una historia de ficción”. O el filósofo Julián Marías, al afirmar en “Los vascos en España”, que: “He querido combatir la ignorancia histórica que está adquiriendo proporciones inquietantes y está imponiendo la desfiguración negativa del pasado”.
O el filósofo José A. Maraval, en su libro “Concepto de España en la Edad Media”, cuando hasta hace sorna del independentismo vasco y catalán parafraseando: “Toda esta faramalla de distinciones étnicas y de naciones distintas, no es más que separatismo retrospectivo y retropolado. Y D. Salvador de Madariaga, lo dijo en 1959, cuando se enteró que el entonces lehendakari Sr. Aguirre escribió al Presidente Eisenhawer, en vísperas de la visita de éste a España, diciéndole: “Cuando el pueblo vasco todavía era soberano, ayudó a la independencia de los EE.UU”.
Y el Sr. Madariaga se apresuró corriendo a escribir al lehendakari el 28-12-1959 lo siguiente: “Empieza usted la carta al Presidente Eisenhawer diciéndole “cuando el pueblo vasco todavía era soberano”. Y el pueblo vasco no ha sido jamás soberano, ni en la Edad Media; y en épocas anteriores, ni existía la noción soberanía. En cuanto a la segunda mitad del siglo XVIII, la soberanía del pueblo vasco carecía de sentido jurídico, porque la ejercía el rey de España. De modo que se da aquí uno de tantos casos de equilibrio en la cuerda floja del lenguaje a que nos tiene acostumbrado el separatismo”.
Es por ello, que el peor servicio que catalanes y vascos pueden prestar a la Historia de España y a la suya propia, es falsearla, desvirtuando y tergiversando la realidad con tal de inventarse y hacernos ver esa mentira repetida hasta mil veces que el vulgo dice que a base de tanto repetirla termina siendo tenida por verdad por el pueblo, aunque luego entre la gente sencilla de a pie también se diga que a los mentiroso, tarde o temprano (más bien temprano que tarde), siempre se les termina cogiendo.