No son escenarios equiparables, pero el paralelismo, aunque erróneo, suele ser recurrente. La reivindicación territorial de España sobre Gibraltar es situada desde hace décadas por algunas voces al mismo nivel que las pretensiones anexionistas de Marruecos sobre Ceuta y Melilla.
No hay argumento histórico ni resquicio jurídico alguno en el Derecho Internacional que sostenga la asimilación, pero la tesis, por repetida, ha llegado a calar. Iñaki Anasagasti, senador del PNV, llegó a preguntarse la pasada semana, en su crítica al Ministerio de Exteriores, por qué Madrid reclama el Peñón pero no atiende las demandas de Rabat sobre ambas ciudades autónomas, obviando que incluso el Comité de Descolonización de Naciones Unidas, la máxima institución en la materia, descartó hace décadas que los casos sean equiparables.
El último capítulo en esa pretendida similitud lo escribió el lunes el Gibraltar Chronicle. El histórico diario del Peñón, cuyo primer número se remonta a 1801, sacó a la luz unos supuestos documentos recién desclasificados por el Archivo Nacional Británico en los que el Rey Juan Carlos habría planteado, en los años 80, suavizar las reivindicaciones españolas para hacerse con la soberanía de la Roca ante el temor de que Marruecos pudiese hacer lo propio con Ceuta y Melilla. Algo que, siempre según los documentos que aporta el diario, el monarca consideraba que podría resultar “muy grave”.
El Gibraltar Chronicle descubre lo que asegura son testimonios de los cables secretos intercambiados en 1982 entre la Zarzuela y sir Anthony Parsons, el asesor de la primera ministra británica, Margaret Thatcher, en Política Exterior. Eran tiempos en los que en La Moncloa se acababa de instalar Felipe González, que había delegado en Fernando Morán la cartera de Asuntos Exteriores. Uno de los documentos, reproducidos en la edición del lunes del diario, reconstruye una supuesta conversación en la que el Rey habría confesado a Parsons que existían “dos buenas razones” para retrasar cualquier resolución en el conflicto del Peñón, incluso aunque se diesen las circunstancias favorables para ello. La primera se basaría en la falta de sintonía de los gibraltareños con España, lo que aconsejaría retrasar la hipotética cesión de soberanía hasta que Madrid lograse un mayor grado de complicidad que hiciese “más atractiva” esa posibilidad.
El segundo argumento del monarca español para levantar el pie del acelerador en las aspiraciones por recuperar Gibraltar habría colocado en el centro del escenario diplomático a Ceuta y Melilla. La versión aportada por el diario argumenta que el Rey, tal y como ya le había comunicado “anteriormente” a sir Anthony Parsons, temía que Hassan II, el mismo monarca que sólo siete años antes había logrado anexionarse el Sáhara movilizando a miles de marroquíes en torno a la Marcha Verde, se sirviese de ese movimiento español en el Peñón para redoblar sus aspiraciones “de forma inmediata” sobre Ceuta y Melilla, posibilidad que el monarca consideraba por entonces “extremadamente grave”.
El interés de España sobre el Peñón, subraya el Gibraltar Chronicle, habría quedado congelado hace más de 30 años para, entre otros motivos, no incomodar a Rabat. En esas tensas relaciones diplomáticas del momento, recuerda el diario, Hassan II ya había advertido en repetidas ocasiones que si España parecía “estar a punto de recuperar la Roca”, Marruecos haría “una oferta inmediata sobre Ceuta y Melilla”. Y ese argumento, “el segundo no [del Rey de España] aparece con énfasis en la nota [el cable entre la Zarzuela y el asesor de Exteriores de Thatcher]”, recuerda el periódico.
Sir Parsons concluye en una de sus notas que confiaba en que “por estas razones” la cuestión de Gibraltar debía ser “manejada sobre la base de un largo plazo y en la perspectiva más amplia de las relaciones de España con el Reino Unido y Occidente en general” y que esperaba que “el ministro de Relaciones Exteriores [de España, Fernando Morán] compartiese “estos puntos de vista”.
El resto de los cables aportados por el Chronicle se refieren, casi en su totalidad, a la postura firme de Margaret Thatcher en el conflicto de Gibraltar, negándose incluso a utilizar la palabra “negociar”, sustituyéndola por “hablar”.
Un ex ministro británico considera las dos ciudades autónomas “enclaves coloniales”
Denis MacShane, el que fuera ministro británico para Europa entre 2002 y 2005 en uno de los últimos gobiernos del laborista Tony Blair, abogaba el lunes por una salida negociada a la tensión desatada entre España y el Reino Unido por el contencioso de Gibraltar. Lo hacía desde las páginas del diario El País en un artículo titulado Cómo no ejercer la diplomacia, con un elocuente subtítulo: En la absurda pelea por Gibraltar salen perdiendo España y el Reino Unido.
Sin embargo, pese a su actitud constructiva, MacShane equipara a Gibraltar, que sí es considerado por Naciones Unidas como uno de los últimos reductos del colonialismo en el planeta, con Ceuta y Melilla. Así, en su repaso a los problemas comunes que comparten España y el Reino Unido, escribe que “los dos [países] poseen peculiares enclaves coloniales, Ceuta y Melilla en el caso de España, y las Malvinas y Gibraltar en el caso de Gran Bretaña”.
En otro de los párrafos da por sentado lo que considera que ocurrirá en el futuro: “Hay que educar a la opinión pública sobre Gibraltar. No para que acepten que Gran Bretaña tiene que renunciar a él, cosa que no es probable ni especialmente deseable que suceda, como tampoco España va a abandonar Ceuta y Melilla, Francia va a incorporar Mónaco ni España va a absorber Andorra. Estos restos de la vieja Europa tienen su encanto, y hay que tratarlos como curiosidades, no motivos de conflicto”. Su visión, pese al error cometido, aboga por el diálogo.
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