Es habitual que cuando se le pregunta a alguien que es un simple empleado, en qué trabaja, conteste que es “el encargado”. Suele ocurrir con personas marcadas por una baja autoestima, y con un complejo de inferioridad que roza lo patológico. En realidad lo que quieren decir es “soy un empleado pero me merezco más porque yo lo valgo”.
Acabamos de presenciar la toma de posesión del nuevo presidente de Venezuela, tras la desaparición de Hugo Chávez. En la Constitución de ese país se especifica que en caso de fallecimiento del presidente electo, su sucesor será el “presidente de la Cámara de Representantes, que ejercerá su función de forma interina hasta la convocatoria de elecciones en el plazo máximo de 30 días”. Sorprende que haya tomado posesión el vicepresidente Maduro, saltándose a la torera lo ordenado por su Carta Magna, si bien es verdad que su juramento de “cumplir y hacer cumplir la Constitución” (aunque ese mismo acto ya sea su propio incumplimiento), lo ha realizado con un ejemplar en su mano derecha, y tomando posesión como “presidente encargado”. Novedosa fórmula.
Éste no es más que uno de los muchos detalles de tercermundismo y subdesarrollo al que ha tenido sometido Hugo Chávez a su rico país a lo largo y ancho de su andadura política. Con socios a su “altura”, ha llevado a Venezuela a las tasas más altas de delincuencia, de miseria y de adoctrinamiento demagógico, mientras que él y sus adláteres son poseedores de enormes fortunas, curiosamente depositadas en el corazón financiero de los EE.UU., de los que él decía (diario de sesiones de las N.U.) que “olían a azufre”. Por si fuera poco, se asoció (Irán) y financió (Cuba) a estados totalitarios que nada tienen nada que ver con el socialismo democrático del que pretendía hacerse adalid, y en los que los derechos humanos brillan por su ausencia. Además dio cobijo y protección a miembros de grupos terroristas (ETA).
Sí hay que reconocerle un mérito: Ha conseguido aglutinar a más rancia y casposa izquierda revolucionaria, que ha hecho de él un espejo en que les encanta reflejarse. Con el único argumento de que “ha sido elegido en múltiples ocasiones” (les diría que preguntaran el sistema de votación que implantó el Presidente Chávez, en el que no hay urnas), pretenden validar lo hecho. Así se nos descuelga determinado elemento de Izquierda Unida de Andalucía que propugna una “Andalucía Bolivariana”. Seguramente le tienen una adoración cuasi religiosa a quien día sí día también era capaz de exclamar sin pudor y sin sometimiento a ley alguna, su expresión favorita… EXPRÓPIESE. ¡Cómo les gustaría poder hacer lo propio a nuestros andaluces de I.U.!
Y ahora tenemos a un Nicolás Maduro que ha exigido que “se cumpla la Constitución”, y que se convoquen elecciones inmediatamente, seguramente para poder seguir explotando la inercia emocional de la muerte de su mentor.
Un Presidente Maduro sin estudios de ningún tipo (hasta su acercamiento a Chávez era conductor de autobuses), y que ha tomado posesión con la original fórmula de “Presidente encargado” de la República bolivariana de Venezuela. Como los acomplejados.
P.D. Simón Bolívar fue un libertador que, además, era un intelectual. Éstos no le llegan ni a la suela de los zapatos.