Categorías: Opinión

El efecto sísifo

Ayer tuvimos la oportunidad de presentar el último informe del Observatorio de la Sostenibilidad de Ceuta y Melilla (OSCEME). La temática de este último trabajo del OSCEME ha sido la demografía de Ceuta desde el punto de vista histórico y sociodemográfico. Este informe viene a completar una serie de estudios que iniciamos en el año 2008 sobre determinados aspectos de la sostenibilidad ambiental.  Forman parte de esta serie los informes sobre movilidad sostenible, gestión de residuos, ciclo integral del agua, energía y cambio climático, y la sostenibilidad del territorio. Cuando presentamos este último documento, ya indicamos la necesidad de acometer un estudio más profundo de la evolución histórica y la dinámica reciente de la demografía de Ceuta. Este asunto lo hemos considerado siempre clave, ya que, como indica la propia Comisión Europea, a través del grupo de expertos sobre ciudades sostenibles, el reconocimiento de la capacidad de carga del medio ambiente constituye un principio de referencia a partir de cual se pueden discutir otras consideraciones. Dicho en otras palabras, en un lugar como Ceuta, donde la capacidad de carga se encuentra ampliamente superada, cualquier tentativa de emprender una política ambiental coherente y eficaz resulta vana y fútil.
Como en otras ocasiones, la realización de este informe ha sido posible gracias a la disposición favorable de las distintas administraciones. Por un lado, la Ciudad Autónoma de Ceuta que tuvo a bien incluir, en la propuesta de necesidades de personal para el Plan de Empleo de la Delegación del Gobierno en Ceuta, una plaza de sociólogo/a. Y por otro lado, nuestro agradecimiento tenemos que hacerlo extensivo a la  mencionada Delegación del Gobierno que dio el visto bueno a la propuesta y al Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) que es el organismo que aprueba y financia los planes de empleo en la Ciudad de Ceuta. La colaboración de las entidades aludidas ha permitido que contemos durante seis meses con el trabajo de la socióloga Soledad Jiménez Domínguez, profesional que, bajo nuestra dirección y coordinación, ha redactado  con plena dedicación, rigurosidad y profesionalidad este estudio demográfico.
No cabe duda que en un plazo tan reducido de tiempo no es factible concluir un estudio tan complejo como el de la dinámica demográfica de Ceuta desde sus orígenes hasta la actualidad. La bibliografía sobre la historia de nuestra ciudad es muy amplia  y dispersa y, salvo algunos trabajos de síntesis como el realizado en los años sesenta por el Prof. Manuel Gordillo Osuna, las obras que han analizado la dinámica población ceutí son escasas. A pesar de estos inconvenientes, el apartado correspondiente a la evolución demográfica de Ceuta ha alcanzado el objetivo de mostrarnos una imagen bastante acertada de los avatares demográficos que han tenido lugar en el solar ceutí. Una imagen que se va volviendo cada vez más compleja y difícil de abarcar, por la profusión de datos, según nos acercamos a nuestros días. No obstante, ver toda la secuencia al completo nos ha permitido identificar las principales claves o hitos demográficos de Ceuta, sobre todo del pasado siglo XX y del vigente siglo XXI.
A grandes rasgos, son tres las principales etapas que hemos podido identificar en la reciente evolución demográfica de Ceuta. La primera corresponde, aproximadamente, al primer tercio del siglo XX (entre 1910 y 1940) y se caracteriza por un rápido y continuo crecimiento poblacional, cuya explicación hay que buscarla en la abolición del penal, la construcción del puerto, el despegue económico de la ciudad y la instauración del protectorado español en Marruecos. Tras esta etapa es apreciable una estabilización de la población, con ciertas fluctuaciones, que abarca lo que resta del siglo XX. Con el cambio de siglo la dinámica demográfica experimenta un giro inesperado. En la gráfica de crecimiento demográfico se nota un salto, un cambio de tendencia. Este salto, visto al detalle, una vez desgranados los datos año a año, adopta la forma de una pronunciada curva ascendente, cuyo vértice se sitúa cronológicamente en el año 2004.  ¿Qué sucede este año para explicar esta aceleración en el crecimiento de la población de Ceuta? La respuesta a esta cuestión es también compleja, ya que, como todos los fenómenos sociales, responde a múltiples factores, todos ellos interrelacionados y en un continuo proceso de  retroalimentación. Desde el punto de vista político, el hecho más relevante que tuvo lugar en el año 2004 fue el cambio de partido al frente del gobierno de la nación.  El nuevo gobierno socialista varió la política económica y social que se tradujo en nuestra ciudad en el incremento de las cuantías económicas destinadas a financiar los programas de inserción laboral y social.  Uno de los cambios más notable y de mayor impacto en Ceuta fue el aumento del número de contratados en el Plan de Empleo, así como del salario de los trabajadores. La expectativa de ser beneficiario de un contrato del plan de empleo, -destinado principalmente a personal no cualificado-, pudo ser uno de los factores que atrajeran el asentamiento de nuevos contingentes poblacionales en nuestra ciudad. Como comenta Edward Glaeser en su libro “El triunfo de las ciudades”,  una de las cosas que más atraen a los pobres a las áreas urbanas es, ante todo, el trabajo.
Por su parte, la administración local, alentada por las subvenciones estatales y empujada por la presión social y de los partidos en la oposición, no se quedó atrás en el impulso de las políticas sociales. Entre los programas más importantes que puso en marcha o reforzó la Ciudad de Ceuta podemos destacar el de alojamiento alternativo o la instauración del salario mínimo social (IMIS), que venían a sumarse a las importantes cantidades que figuraban en el presupuesto para las ayudas sociales o planes  de bienestar social. El gobierno de la Ciudad no ha dejado de incrementar en estos últimos años las partidas económicas destinadas a políticas sociales. Sin embargo, tal y como reconoció el Presidente de la Ciudad en el último debate del estado de la ciudad, se ha tocado techo y “será muy difícil por no decir imposible seguir aumentando el esfuerzo económico y presupuestario en estas políticas sociales, muchas de las cuales se corresponden con las llamadas competencias complementarias, así como que, aun cuando contáramos con unas posibilidades económicas y presupuestarias ilimitadas, el subsidio puede ser –y de hecho es–, un paliativo absolutamente necesario para atender situaciones de emergencia, pero no es la solución definitiva para combatir la pobreza y la exclusión social”.
Las consecuencias de políticas de inserción laboral y social de ambas administraciones es un caso paradigmático de la denominada Ley de las “consecuencias involuntarias” del sociólogo Robert Merton. Este investigador comprendió lo compleja que es lo sociedad y que las iniciativas públicas mejor intencionadas, pueden acarrear efectos secundarios inesperados o indeseados, como es el aumento de la presión demográfica en un territorio de las reducidas dimensiones de Ceuta y, con ella, el desbordamiento de la capacidad de carga del ecosistema local.
El resultado irónico de los esfuerzos de las administraciones públicas para reducir los altos índices de pobreza en nuestra ciudad es que han acudido todavía más pobres. Y es que, tal y como concluye Edward Glaeser, “cualquier intento de remediar el nivel de pobreza en una sola ciudad puede muy bien salir por la culata y aumentar el nivel de pobreza de esta ciudad atrayendo a ella a más pobres”. El esfuerzo de las administraciones para combatir la pobreza es similar al que fue condenado Sísifo por los dioses: empuja, en nuestro nombre y alimentadas con nuestros impuestos, una piedra enorme cuesta arriba por una empinada ladera sin que se termine de ver el final de la pendiente. Cuando parece que a lo lejos se divisa la cima de la colina, la piedra aumenta su tamaño y rueda a toda velocidad hacia abajo sin que pueda detenerla. Por si fuera poco, a nuestro particular Sísifo, en cuanto le ven desde lo alto de la colina le reciben a pedradas en “gratitud” por haber logrado depositar parte de la roca en el altozano.
¿Qué hacer entonces? ¿Cómo puede Sísifo cumplir su misión y romper el maleficio que cae sobre él? Los dioses nunca le liberan de su castigo, así que la única solución que se nos ocurre es tomar medidas para evitar que la piedra aumente de tamaño según se acerca a la cima. Al observar con detenimiento la piedra se da cuenta de que la piedra que empuja con denodado esfuerzo es una roca de magnetita, lo que la convierte en un potente imán, un foco de atracción irresistible para determinadas rocas que abundan en la parte superior de la colina. La solución parece clara. De alguna manera hay que hacerla menos “atractiva” y reducir, o al menos estabilizar su tamaño, mediante un escudo protector. Esta defensa, abandonando el lenguaje metafórico, tiene que ser  una ley de residencia específica para Ceuta y Melilla, similar a la que desde hace muchos años lleva reclamando Canarias, basándose en los mismos argumentos demográficos, socioeconómicos y ambientales que hemos expuesto en este trabajo y en otros que hemos emprendido desde el Observatorio de la Sostenibilidad.

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