Categorías: Opinión

El efecto ‘partner’

Youtube fue una de esas pequeñas genialidades que brillan por su simpleza, una creación cuya base muchos habían pensado antes de que existiera, pero pocos habían llevado a cabo, con escaso éxito popular. Paradójicamente, dicho éxito popular está siendo el factor más determinante en la destrucción de los cimientos sobre los que se asentó el portal audiovisual más frecuentado del mundo. El “efecto partner” ha convertido una amplia comunidad caracterizada por un importante grado de compañerismo en un hervidero de intereses entrelazados cuya conciliación se antoja harto difícil. Para quien no lo sepa, lo que vulgarmente se conoce como “tener partner” es haber alcanzado un acuerdo con una empresa principal para recibir una cantidad de dinero por un determinado ciclo de visitas. La empresa principal utiliza los canales adheridos para proyectar una constante campaña de marketing “a precio de saldo”, y el dueño del canal recibe dependiendo del objetivo conseguido.
En la práctica, esto quiere decir que los dueños de los canales con mayor número de suscriptores han pasado de ser personas que publicaban sus vídeos por puro entretenimiento a profesionalizarse en lo que hacen, sin que esto signifique que estén cualificados, en absoluto, para las labores que llevan a cabo (si bien es cierto que los canales más reclamados suelen acercarse a temas banales). El que hace el tonto para agradar a sus seguidores, el que selecciona y lee noticias para ellos, el que incordia a los demás buscando la risa de cuantos le siguen, el que va de especialista en cualquier cosa… Todos ellos se convierten de la noche a la mañana en profesionales de lo suyo, creándose verdaderas mini-comunidades en torno a su persona, que adora al personaje, le cree en la mayor parte de lo que dice y lo toma como una referencia, como un ejemplo a seguir que ocasiona la existencia de un sinfín de personas que intenta copiar forzadamente los temas imperantes (en general, hacer la gracia de forma abrupta o parecer, sólo parecer, el más ducho de mundo en un área específica) con tal de poder tener su particular cuota de “partner”.
Quizá lo más interesante de estos ahora auténticos profesionales sea su capacidad para conectar con el público que les sigue, recurriendo a una práctica treta sentimental y moralizante que ellos mismos pervierten en sus canales, aunque la cáscara se pinte de un color que opaque el interior. No es complicado, por otra parte, resultar convincente y eludir la contradicción teniendo en cuenta que la edad de sus seguidores es menor aún que la que ellos cargan en sus respectivas espaldas, que ya de por sí es escasa.
Las cantidades que se embolsan los canales con mayor número de suscriptores no son  baladíes. A los más exitosos, el fruto de su “trabajo” les permite independizarse y llevar una vida por encima de la media. Buena prueba de ello no solo es el hecho de que se independicen de un día para otro, sino las continuas exhibiciones de una pequeña parte de lo que compran con el dinero obtenido vía “partner”, así como numerosos viajes a lugares no precisamente asequibles. Pese a sus excelentes condiciones, la mayoría de ellos cae en el atrevimiento de quejarse de un arduo trabajo que, como bien sabemos todos, es más duro y peor pagado que el que llevarían a cabo dentro del mundo laboral con su preparación (baja en una proporción aplastante de los casos). Léase la ironía. Por supuesto, en la encarnizada lucha por obtener mayor cantidad de suscriptores o molestar, solo por envidia, a quienes la ostentan, el portal asiste a un cruce de acusaciones y peleas que tiene mucho de niñatos y poco de la Youtube original. Pero es inevitable, el súbito éxito popular y económico suele casar poco y mal con la juventud. Para resultar más gráfico: en poco más de un año, el canal que en la actualidad lidera la comunidad española de Youtube ha alcanzado más de 700.000 suscriptores y casi 110.000.000 de reproducciones, habiendo publicado poco más de 100 vídeo. No es lo normal, pero es un ejemplo de hasta dónde puede llegar ese peligroso éxito. Peligroso no solo para los creadores de los canales, sino para aquellos seguidores que están siendo adoctrinados pasivamente por personas que, desde luego, no representan lo más lúcido del país a juzgar por sus “creaciones”.

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