Entre las cosas extraordinarias que Ceuta posee y que muy pocos conocen está cierto árbol singular, que aparece resaltado en un estudio llevado a cabo en 2014 con participación del grupo, local de SEO(Birdlife y de la Sociedad de Estudios Ornitológicos de Ceuta. Se trata del drago centenario existente en las faldas del Monte Hacho, en el lugar antes conocido como "Huerta del Cura", en referencia al Padre Moguel, sacerdote ceutí que ejerció aquí su ministerio durante la primera mitad del pasado siglo.
El drago es una especie arbórea muy poco extendida en el mundo. Por lo que respecta a España, las Canarias poseen diversos ejemplares famosos, entre ellos el característico de Icod de los Vinos en la isla de Tenerife, sin que, al parecer, exista ninguno en la Península, por lo que este de Ceuta resulta digno de ser tenido muy en cuenta y de que le sea dedicada la mayor atención posible. Curiosamente, los vecinos del entorno me aseguran que no solo hay un drago, sino varios más, lo que aparentemente al menos contradice lo afirmado en el mencionado estudio. Sería interesante que algún experto verificase "in situ" dicho extremo, pues si no lo son, al menos lo parecen.
En los más que viejos tiempos de mi infancia, solía ir a jugar en la huerta que se extendía tras el viejo edificio de la Farmacia Militar, situada entonces en la calle Serrano Orive, cerca del edificio Marañés, más o menos en la esquina que hoy hace con la de Beatriz de Silva. Allí vivían mis amigos Pachi y Patono Azcárate, hijos del militar que por aquel entonces era jefe de dicha dependencia castrense y que, pronto marchó con su familia a un nuevo destino, con lo que se acabaron mis visitas al lugar. Lo importante es que en la mencionada huerta existía un viejo, hermoso y frondoso ejemplar de drago, en una de cuyas ramas –no lo olvidaré jamás- alguien había colocado nada menos que un gato negro momificado, cuya presencia he de reconocer que me resultaba, cuando menos, inquietante.
Años más tarde, creo recordar que mientras estudiaba la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, se produjo la noticia de que sobre el citado drago había caído un rayo. No sé si fue por esa razón o quizás por otras causas menos naturales, pero lo cierto es que aquel magnífico ejemplar de drago desapareció, llevándose con él al maldito gato momificado. Una auténtica e irreparable pérdida para nuestra ciudad (la del árbol, no la del gato). Tuvimos un drago verdaderamente bello en el centro de Ceuta, donde hoy podría mostrarse en una zona ajardinada para disfrute de propios y extraños, pero perdimos esa posibilidad.
Precisamente por dicha razón, la existencia del drago del Monte Hacho (ý tanto más si se comprueba la de sus posibles hermanos) resulta muy importante porque, dejando aparte los de las Islas Canarias, podría tratarse, como mínimo, del único ejemplar existente en el resto del suelo español. Eso exige que se presten cuantos cuidados exija su mejor conservación, así como que se lleven a cabo los trámites y trabajos destinados a dotar la zona en que se encuentra, con el fin de conseguir que pueda ser visitada como un interesante atractivo más de nuestra ciudad. La fotografía que se publica es cortesía del buen ceutí y gran madridista Miguel Ángel Montano, residente en las proximidades del o de los dragos.