Categorías: Opinión

El doble rasero con Guardiola

Desde que hace unos días se conociera la inclusión simbólica de Pep Guardiola en el último escalón de la lista de la candidatura unitaria de partidos independentistas preparada para las elecciones catalanas, un sinfín de personas han opinado acerca de este anuncio controvertido para muchos.

Sin embargo, las palabras que más han llamado mi atención han sido las del ministro de Interior Jorge Fernández Díaz. Según el vallisoletano, la decisión del entrenador catalán no tiene sentido alguno, ya que está ocupado dirigiendo el Bayern de Múnich y, además, ha mostrado su abierto desinterés en participar activamente en política. Críticas que, sean compartidas o no, pueden llegar a ser comprensibles.
Lo desagradable e inoportuno reside en la utilización de este tema por parte del ministro para atacar al antiguo centrocampista culé por un flanco ajeno a esta cuestión pero muy efectivo de cara a la gran masa de este país, un gran porcentaje de la cual aún permanece crispada por las agitaciones producidas por las manipulaciones políticas con respecto al independentismo que se han llevado a cabo en los últimos años. Fernández Díaz expresó su parecer de que la participación de Guardiola en la Selección Española, cuando aún ejercía como jugador, tenía una única razón: el dinero que podía obtener gracias a su presencia en el combinado nacional, pues para el ministro es evidente  que el ex capitán del Barça ni se sentía ni se siente español y, por tanto, ello no pudo ser uno de los alicientes que le impulsaron a aceptar la llamada de aquel.
Curiosamente, recuerdo cuando no hace mucho desde su partido se pidió, por enésima vez, que no se mezclara el deporte con la política, tanto antes como después de la final de la Copa del Rey que enfrentó a Athletic y Barcelona. Ahora, algunas semanas después, es uno de los pesos pesados del Gobierno de este partido político el que incide en revolver el deporte con la política por una discrepancia ideológica entorno a la autodeterminación catalana.
Siempre he creído que la élite profesional de cualquier deporte es, por encima de todo lo demás, pura competitividad. Luego, podemos añadir matices secundarios entre los que se puede encontrar los sentimientos, pero pienso que lo anhelado por un futbolista profesional es competir con garantías frente a los mejores, esto quiere decir al máximo nivel que le sea posible. Por esta razón, entiendo que Pep Guardiola participara en la única selección nacional con la que le permitían acudir a los torneos continentales y mundiales. En este sentido, no creo que en lo deportivo muchos puedan ponerle demasiadas objeciones al desempeño del catalán.
Cuando algunos hablan sobre sentir, deberían tener en cuenta que en este país se han ejecutado unas cuantas nacionalizaciones exprés de jugadores extranjeros para que pudieran competir en torneos nacionales e internacionales en diferentes disciplinas, y, desde luego, las quejas no han sido tan furibundas como lo han sido las críticas con Guardiola en los últimos años en los que se ha ido destapando de forma más contundente su visión política sobre Cataluña. No olvidemos que muchas de esas nacionalizaciones destinadas a la entrada de nuevos jugadores en las distintas selecciones nacionales españolas supusieron cerrar las puertas a las selecciones de origen, tal vez más sentidas por estos deportistas, pero de menos nivel o en las que sus roles estaban bien cubiertos. Al final, la mayor parte de estos profesionales buscan las mejores opciones para sus carreras.
Exactamente lo mismo ocurre en los clubes. No se puede pretender que cualquier jugador que pase por las filas del Milan, Barça, Bayern de Múnich o Manchester United, por decir algunos, se convierta en un auténtico amante del equipo y vibre con todo lo que le rodea cuando nunca ha sido seguidor acérrimo de los mismos, y no por ello ha de rechazar una oferta procedente de estos clubes si es interesante para su trayectoria. Lo importante es que siga las pautas adecuadas para que su rendimiento esté a la altura y que, al menos sobre el terreno de juego, parezca que es el hincha más obstinado del mundo. Todo lo demás son historias ajenas a la profesionalidad.
Por último, lo de aprovecharse de las selecciones para ganar dinero es un chiste. La porción más suculenta de las ganancias se obtienen por la conquista de torneos extraordinariamente difícil de conseguir, el resto de negocio producido por la aparición en una selección es bastante exiguo en comparación con la ficha típica de los habituales en estas convocatorias. Los que mayores cifras se han embolsado han sido los futbolistas que han pasado durante los últimos años por el equipo nacional y han recibido primas por conquistar las Eurocopas  y el Mundial. Sobre todo por este último, cuya consecución se tradujo en un interesante caudal de ingresos que ninguno de los jugadores rechazó a pesar de que el país estaba inmerso en plena crisis.

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