Ciencia-ficción con teorías inexplicables, tecnología punta y saltos temporales nos aborda con esta historia en la que Jake Gyllenhaal (Brokeback Mountain, Zodiac, Hermanos), un condecorado héroe de guerra, se pone en la piel de Bill Murray en Atrapado en el tiempo, pero a lo dramático, y en su particular Día de la Marmota es enviado una y otra vez al vagón de un tren a punto de explotar para localizar al terrorista responsable del acto. La dificultad reside, aunque puede intentarlo en repetidas ocasiones, en que el protagonista sólo dispone de ocho minutos para la empresa.
Si bien el responsable último de esta cinta es británico (primos hermanos), la producción no, y es por todos conocida la necesidad en Yankilandia de repetir en el cine las escasas batallas perdidas a lo largo de su historia para sentirse, aunque sea a pataleo limpio y de mentira, ganadores de la contienda; a fin de cuentas, en lo que dura la película uno se abstrae de todo y tiende a querer creerse lo que está viendo. Ya ocurrió con el empacho vietnamita en su momento y ahora es la plaga terrorista la que copa las atenciones de patrióticos guionistas.
La trama, si bien confusa en su explicación, llama la atención al principio por lo trepidante de las circunstancias y la extraña relación entre los personajes del tren, que se tiene que ir cimentando a trocitos de ocho minutos, pero sin embargo llega a un punto muerto en el que satura ver lo mismo con ligeras variaciones, y más cuando has asistido atónito a qué es en realidad el código fuente y te has quedado como antes de oír las respuestas que llevas tiempo esperando. Y lo peor es que tiene pinta de que los responsables de dicha historia no se la creen más que el espectador…
En la parte positiva está la actuación de un Gyllenhaal que siempre suele cumplir y que aporta credibilidad a lo imposible y su “partenaire en el tiempo real” Vera Farmiga (Infiltrados, El niño con el pijama de rayas, Up in the air), la cuadriculada militar a la que le cuesta salirse de las órdenes establecidas. También notorio es el trabajo de postproducción en la sala de montaje y unos efectos pirotécnicos que no por escasos son poco logrados.
Duncan Jones, director y guionista de la aclamada Moon, se ha “rebajado” aparentemente al cine ligero de entretenimiento y le ha salido a medias, porque si bien la cinta aprueba raspadilla el examen poco exigente de estas fechas en el cine, se ve claramente que impregna de autoestima velada una cinta que no la merece y cuyo mejor aliado es que al público le dé pereza darle demasiadas vueltas a la cabeza y limitarse a ver qué pasa con cara bovina y un buen cubo de palomitas en una mano y el refresco en la otra.
Puntuación: 5
corleonne76@yahoo.es
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