Cuando llega nuevamente la celebración del Día de Ceuta es necesario, muy necesario, que se reflexione sobre lo que ha supuesto el Estatuto de Autonomía para nuestra tierra en sus veintitrés años de vigencia. Queda muy claro que su promulgación y las posteriores asunción de competencia vino a significar un salto cualitativo en la importancia que Ceuta comenzó a tener a nivel nacional. Por un lado, el incremento en la recepción de fondos reflejó una transformación de Ceuta a todos los niveles y que se no se puede negar bajo ningún concepto. Pero también la importancia por otro lado de los grados de interlocución con la Administración General del Estado y que han permitido que sea posible que en Madrid conozcan, de primera mano, las verdaderas necesidades. Son realidades, pero también todo no está hecho, porque los políticos de Ceuta, hasta ahora, no han sido capaces, por supuesto, de lograr que el estatuto de aproveche hasta sus últimas consecuencias. Aún quedan muchas posibilidades como la utilización de las iniciativas legislativas que se pueden presentar ante las Cortes Generales. A pesar de ello, lo que se debe hacer es que todos rememos en la misma dirección en los grandes asuntos que son decisivos para esta tierra a todos los niveles.