Categorías: Opinión

El daño de Mas a España y Cataluña

El Presidente de Cataluña contaba en su elección de 2010 con una mayoría que le hubiera permitido seguir gobernando con relativa comodidad durante la legislatura. Pero, contra toda razón y pronóstico, en 2012 convocó nuevas elecciones a modo de plebiscito, en las que pidió al pueblo le diera una contundente mayoría para poder llevar adelante su causa soberanista, aunque luego se quedó en la pérdida de 12 Diputados, pasando a tener una precaria mayoría que sólo le permite seguir gobernando con el apoyo de Ezquerra Republicana, aunque echándose en sus brazos y teniendo que decir a todo que sí a su amo, de cuyo partido decía las mayores barbaridades cuando éste formaba parte del “tripartito” liderado por el PSC. Esas son las mayorías que Mas se inventa, que luego tan de “menos” le salen; cuyo hecho, por sí solo, habría sido suficiente para presentar la dimisión si hubiera tenido un mínimo de decencia política, que es lo que hubiera hecho cualquier político con dignidad y sentido común ante tan tremendo fracaso electoral.
Pero, a pesar que el Sr. Mas hizo tan tremendo ridículo y que luego ha llevado a Cataluña por la senda soberanista al desgobierno, sin haber sido capaz de aprobar los Presupuestos para 2014, con sólo una ley aprobada en 2013, año que en Cataluña se produjeron 1.789 concursos de acreedores (el 20,52 % de las insolvencias de toda España), y que no está en bancarrota por estarse sosteniendo económicamente con el dinero de la España que dice le roba, pues, en lugar de irse a su casa avergonzado, para mantener el sillón va y sale huyendo hacia adelante, reta y arremete frontalmente contra el Estado que paga sus deudas, se ríe todos los días de las instituciones, la Constitución, las leyes que juró y  sentencias de los Tribunales, y se atreve a echarle tan grave pulso al mismo Estado declarando una y mil veces que, se quiera o no, Cataluña rompe con España y declara su independencia, “camino del infinito”.
Con tan contumaz rebeldía, el Sr. Mas le está causando un terrible daño a España y a Cataluña, sobre todo, por el momento elegido, cuando estamos atravesando la peor crisis económica, aprovechándose  deliberadamente de la debilidad económica nacional a sabiendas de que este es el momento más oportuno en que más y mejor puede ocasionar el mayor daño que a toda costa se ha propuesto causar a España asestándole el golpe separatista definitivo. Su irresponsable órdago echado al Estado está cargado de malicia, porque incumple y traiciona todo lo que juró cumplir y hacer cumplir y lo hace cuando sabe que más daño va a causar a España; de hecho, la gran banca extranjera ya ha dado la voz de alarma avisando de que la posible secesión de Cataluña puede poner en serio peligro la confianza de los mercados y bancos extranjeros en el segundo semestre de 2014. Pero el buen nombre, la imagen y prestigio de la Nación a la que pertenece a él no le importa lo más mínimo. Y persiste con su mayor deslealtad conspirando contra el Estado, produciendo un daño querido y calculado, incluso haciendo propaganda contra España por todo el mundo, enviando a dirigentes extranjeros hasta 10.000 ejemplares editados con dinero de todos los españoles y cartas engañosas para hacerles ver que en España no existe democracia, que se oprime y sojuzga a Cataluña, que no se le deja votar para ejercer su “derecho a decidir” (de autodeterminación, que es ilegal e inconstitucional), en la Nación más antigua de Europa con más de 500 años de Cataluña unida a ella; se hace pasar por víctima propiciatoria de la opresión y el yugo españolistas que él se inventa, que es lo que él aplica impidiendo que los niños de Cataluña que lo deseen puedan aprender también en español; utiliza la represión contra quienes no hablan o escriben en catalán, multándoles por rotular los comercios en español; y pide “respeto para el funcionamiento democrático de las sociedades”, pero olvida que democracia no sólo es votar, sino también cumplir la Constitución, las leyes y las sentencias de los Tribunales  que él vulnera e incumple todos los días de forma sistemática y deliberada, atentando así contra la propia democracia.
Engaña a todos haciendo creer que España no quiere dialogar, que él pide sentarse a negociar y no puede, que  a los catalanes no se les permite votar; pide que no se levanten muros para acallar la voz de Cataluña y que se les escuche, para inmediatamente añadir que, se quiera o no por el Gobierno central, el referéndum se va a celebrar, “sí o sí”, porque dice la burrada de que la voluntad del pueblo catalán está por encima de la Constitución y de las leyes, que la independencia que Cataluña exige no es negociable, que prefieren gobernarse a ser gobernados. En un reciente discurso sobre Maciá invocó a la “raza catalana”, otras veces se refiere a Cataluña como algo subliminal diferente a España, acogiéndose al mito de lo que él llama la “fuerza del sentimiento popular catalán”, como si los millones de andaluces, extremeños y resto de españoles que en la década de 1960 emigraron a Cataluña y contribuyeron con su mano de obra barata a su milagro económico, no contaran. Y con su egocéntrica inflamación soberanista, un día invoca a Gandhi, otro a Luther  King, o a la Guerra Civil española y hasta al “holocausto”, sin ni siquiera saber lo que dice; y fabrica así una especie de liberación imaginaria que le lleva a inventarse la “felicidad eterna” con una Cataluña independiente. Dice que la Guerra de Sucesión robó a su pueblo la libertad y sus atributos de nación, cuando aquella guerra nunca fue contra Cataluña, sino que fue una disputa por la sucesión a la corona española, aparte de que jamás Cataluña pasó de ser un simple Condado del reino de Aragón. El mismo Rafael de Casanova en 1714 gritó: ¡Viva España!, y: “¡Lucharemos por nosotros y por la Nación española, y derramaremos nuestra sangre por la libertad de España!”. Pero no dice que en 1978 el pueblo catalán ratificó con más del 90 % del voto la Constitución, uno de los porcentajes más altos de toda España. Promueve y fomenta la falsa imagen de una España represiva, para dar la idea al mundo de inseguridad e inestabilidad que él mismo siembra para generar el descrédito y falta de confianza de los demás países, produciéndole a la Nación gravísimos e irreparables daños. Y va por el mundo pordioseando entrevistas con Jefes de Estado y escribiéndoles cartas como si un Jefe de Estado más él fuera, pese a los desaires y portazos en las narices  que ha recibido en Europa, Israel y la India, donde ha corrido el vergonzoso ridículo de que ni siquiera hayan querido recibirle. Y es que, si tan irresponsable es como Presidente de su Comunidad, ¿qué sería de una Cataluña independiente teniéndole como Jefe de Estado?. Pues Europa tendría con él el mismo problema que ahora tiene España.
Además de tan preocupante daño a nivel nacional, el perjuicio que a nivel tanto autonómico como de la propia Cataluña representa es incalculable. El País Vasco, que había permanecido últimamente más mesurado y reflexivo, el separatismo comienza a reavivarse de nuevo; en Andalucía, Gordillo dice que no es España; Galicia, no se queda atrás. Hasta el Valle de Arán reivindica ya la independencia de una supuesta Cataluña soberana.  Se palpa la tensión a nivel autonómico entre  Comunidades, recelosas de que Cataluña pretenda un favoritismo económico, que es de donde emana el verdadero problema, el de “la pela”, generando enfrentamiento y rompiendo la paz autonómica. Y la fractura se está extendiendo a la propia sociedad catalana. A nivel de la calle y de las personas, se está sembrando el odio y rompiendo la paz social entre unos y otros, según allí se sea independentista o españolista, o catalanes o “charnegos”. Cada día se da una mayor división y se odia más a España y lo español, porque Mas y los suyos con sus proclamas incendiarias están llevando a los nacionalistas hacia un separatismo radical, exacerbado y extremo, arrastrados por su fiebre secesionista, de manera que se expande la idea de que todo lo de Cataluña es bueno y todo lo español es malo, y de todo lo malo que Cataluña tiene se culpa a España. Y, encima, va Mas y, sin sonrojo alguno, declara la “seriedad y responsabilidad” con la que está llevando a cabo el procedimiento de secesión. Mientras los que quieren seguir siendo españoles y catalanes a la vez, son excluidos y represaliados de múltiples maneras, afeándoles ser españoles o equiparando el término “español” a “extranjero”. La convivencia en Cataluña, en fin, se está deteriorando, tanto entre vecinos, como en el trabajo, en el fútbol donde todo se ha catalanizado, y hasta en las propias familias se capta ya tensión,  enfrentamiento y malestar, que terminan creando odio de unos contra otros.
Ha organizado un congreso y actos con figuras del separatismo bajo el provocativo lema de “España contra Cataluña”, con continuas soflamas secesionistas, siempre en contra de España y de los españoles. Y es gravísimo que quien dirige a ocho millones de habitantes lo haga con tal grado de  irresponsabilidad,cuando debería caracterizarse por la prudencia, sensatez, cordura y juicio sereno y ponderado, en lugar de por su actitud provocativa. Y él sabe que  Cataluña cuenta ya con varios precedentes separatistas durante la dos Repúblicas, tristemente conocidos por haber resultado fallidos y por haberse derramado sangre de catalanes cada vez que engañados se les ha conducido a la misma locura secesionista. ¿Por qué se les vuelve a poner con tanta temeridad ante los mismos peligros de los que en el pasado ya fueron víctimas de la obcecación separatistas?.
Mas conoce perfectamente los graves peligros a los que expone a su pueblo y, pese a ello, sigue echando más gasolina al fuego. Y está engañando al mundo y al pueblo de Cataluña con una especie de paraíso terrenal si consigue la independencia; pero les oculta que automáticamente quedarían fuera de Europa como un Estado paria, separado de España por fronteras en cuyas Aduanas tendrían que pagar derechos arancelarios que encarecerían los bienes, perderían buena parte de bancos, empresas e instituciones, que afectaría muy gravemente a su mercado exportador y al paro. ¿Y quién les pagaría a los catalanes Pensiones, Sanidad, Educación, Asistencia Social, etc, en una Cataluña que no está en la bancarrota por España y tiene la calificación de “bonos basura” de las Agencias internacionales?. Por favor, Sr. Mas, un mínimo de compostura, de seriedad y de sentido común, que de mesías, iluminados y charlatanes de pueblo estamos ya muy escarmentados.

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